Esa semana culminó sin problemas, el viernes cuando regreso de la universidad me encuentro a Solange preparando una maleta. —Hola amor. —Hola bebé, mi amor te estaba esperando para decirte que tengo que viajar. —¿Para dónde? ¿Y por qué no me habías dicho antes? —Lo pensé en la mañana, no quise decirte lo del viaje por mensaje, preferí que llegaras a casa, voy a buscar mi auto y de paso voy hablar con mi papá. —Voy contigo. —No, prefiero ir sola. —Dije, que voy contigo, eso no tiene discusión, prepárame una maleta. —Sé que no le gustó mucho la idea, pero me prepara la maleta, mientras yo me doy una ducha. —¿Preparo almuerzo antes de irnos? —No, almorzamos en el camino, nos vamos en mi auto. ¿Ya estás lista? —Sí. —Okey, me visto y nos vamos. Tomo las maletas y salimos. Esto me agarró de imprevisto, no estoy preparado para enfrentar al papá de Solange, pero esto no tiene marcha atrás, llegó la hora, así que Samue
Se abre la puerta de la habitación y entra Solange, su aspecto es el de un soldado cuando ha perdido la batalla. No me dijo nada sólo llega hasta mí y me abraza, así se queda por un buen rato, yo no pregunto nada, espero que ella se tranquilice, luego me toma de la mano y me lleva hasta la cama, allí me abraza y luego comienza a hablar. —Mi papá aunque no lo da a demostrar está destrozado, no es como dice mi hermano, no me culpa, se culpa él, siente que me falló. —¿Cómo te recibió? —Te voy a contar todo. Cuando llegué a la puerta de la residencia mi cuerpo me temblaba, te juro que por un momento me dieron ganas de regresarme, pero con mis piernas aún temblando continúe, al llegar me recibió Mildred: —Buenos días Mildred. —Buenos días señorita Solange que gusto verla de nuevo. —¿Mi papá está en la casa? —Sí, está en su oficina. —¿Y mi mamá? —Llegó hace poco, andaba de compras. —Caramba, mi mamá nunca deja de salir a compr
Me despido de mi Solange con un gran beso, ya ella tiene su auto, así que no depende de mí para que la lleve. Ella se va para la casa de sus padres y yo me quedo en la habitación, esperando la llamada del licenciado Jones. —Hola mi viejo, ¿qué pasó con lo que te pedí? —Samuelito ya eso está listo, sólo faltan unos detalles. —Okey entonces espero. —No tuve que esperar mucho, en menos de una hora ya me había enviado el correo con todo lo que pedí. —Ya me llegó el correo, gracias por la diligencia, ahora necesito otro favor. —A su orden, Samuelito dime todo lo que necesites. —Te acuerdas de Joseph, el mejor detective que tenía la empresa, bueno digo tenía porque no sé si aún permanece allí, él era un águila para resolver los problemas, para ese entonces era un poquito mayor que yo, osea que ahorita debe ser contemporáneo conmigo. —Sí, por supuesto que me acuerdo de él, es más aún trabaja con nosotros y mantiene su récord, es muy bueno.
Estoy con Solange en el aeropuerto esperando a Joseph el detective que contraté para que averigüe el robo de la empresa. Allí viene, la verdad es que aún se mantiene joven, hace veinte años que no lo veía. —Señor Alcázar, que gusto verlo después de tantos años. —Hola Joseph, qué alegría verte, ven dame un abrazo. Lo abracé con mucho cariño, era la primera persona que veía de mi mundo anterior, veinte años sin tener contacto con ninguno de ellos. —Joseph, ella es Solange, mi novia. —Mucho gusto señorita Solange, es un placer conocerla. —Bienvenido señor Joseph. —Joseph ya te reservé una habitación, vamos para llevarte y allí cenamos, puedes alquilar un auto, no te preocupes por los gastos, todo corre por mi cuenta. En el restaurante del hotel mientras cenamos lo pusimos al día de todo lo que sabíamos con respecto a la empresa. —Amor perdona, no te había hablado de esto, pero hoy me estaba tomando un café en el centro de la ciudad
Samuel ya tú no eres un adolescente, eres un hombre maduro, eso sí muy enamorado, así que tengo que comportarme como tal, dentro de unos pocos minutos vas a conocer a tu futuro suegro. Ya estoy aquí frente a la residencia, la casa es bellísima, tiene un hermoso jardín, bueno Samuel es hora que te bajes del auto y entres a la casa. Toco el timbre de la puerta y me salió una joven muy simpática. —Buenas noches. —Buenas noches, ¿usted es el prometido de la señorita Solange? —Sí, ella me pidió que le informara que muy pronto baja, pero el señor Robert lo espera en su oficina, sígame yo lo conduzco hasta allá. Para llegar a la oficina tengo que pasar por un pasillo, este tiene varios cuadros familiares, dentro de ellos pude distinguir a Solange, allí tendría como unos quince años, hermosa, de joven fue muy bella y ahora lo es más. —La joven va a mi lado. —Señor Alcázar mi nombre es Mildred, la señorita Solange me habló de usted. —Mucho gust
Joseph me estaba esperando en la cafetería como habíamos acordado, al llegar lo vimos sentado en una mesa tomándose una taza de café. —Buenos días Joseph. —Buenos días Samuel, buenos días señorita Solange. —Deja tomarme un café, antes que me des las buenas noticias, amor, ¿quieres tomarte un café? —Sí amor. —Ahora si Joseph, puedes comenzar a hablar. —La buena noticia es que el dinero no ha salido del país. Y la otra es que el contador tuvo dos cómplices el señor que aparece en la foto es uno, Samuel la foto que tú tomaste. —¿Y el otro? —Es su hermano, lo siento mucho señorita Solange. —¿Mi hermano? —Sí aquí tengo las pruebas, ya se las voy a entregar. Abre su maletín y de allí saca fotos, facturas, recibos, videos, conversaciones sostenidas con el contador. —Quiere decir que el contador, aún se mantiene aquí. —Así es, ayer nada más se reunió con su hermano. —Lo que no entiendo es porque lo hizo, si la empres
El papá de Solange a pesar de todo lo que hicieron para arruinarlo no quiso que su hijo fuera a la cárcel, no pagó condena, pero de su dinero no recibió nada. A la esposa, por respeto a su matrimonio le dejó un pequeño apartamento que tenía en las afueras de la ciudad, él había puesto todo sus bienes a nombre de Solange, previniendo que su mujer la dejara sin nada, si él llegaba a morir antes que su esposa. El contador si tuvo que pagar condena por ladrón. Ya estamos abrazados en la cama dispuestos a dormir. —Solange quiero que me acompañes a la ciudad donde nací, necesito resolver unos problemas en la empresa. —Claro amor, yo sé que por estar pendiente de la empresa de mi papá, te olvidaste de tus negocios, antes no te importaban, pero ahora sé que quieres encargarte de ellos. —Me voy a encargar de los negocios de mi padre, no por el dinero, porque eso nunca me importó, sino porque se los debo a ellos, yo soy hijo único y tengo que velar por lo que
Acá estoy en esta habitación de hotel, ya tengo seis meses que me fui de casa, por supuesto no gozo de las comodidades que tenía en la que un día creí que podía ser mi hogar, pero me siento tranquilo, en paz, ya no me despierto escuchando los gritos de la que un día fue mi mujer, ya no me tomo un café de manera tan apresurada, para no escuchar las quejas de Ivanna. Lo único que lamento es haber dejado a mi hija con su madre, yo creo que ella no está psicológicamente preparada para cuidarla, pero es su madre, por ahora no puedo hacer nada. Viví un completo infierno en esa casa, gracias a Dios que no me casé con Ivanna, fueron doce años soportando, tratando de remendar errores, por supuesto no puedo decir que toda la culpa de esta ruptura es de Ivanna, yo asumo mi cuota de responsabilidad por no haber tomado las medidas necesarias a tiempo. Mi error fue acostumbrarme a la comodidad de vivir en una buena casa, casa que compré con mis ahorros, esa comodidad me llevó