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Mi Querido Profesor
Mi Querido Profesor
Por: LashistoriasdeEva
Capítulo 1: La jugada del destino

     Acá estoy en esta habitación de hotel, ya tengo seis meses que me fui de casa, por supuesto no gozo de las comodidades que tenía en la que un día creí que podía ser mi hogar,  pero me siento tranquilo, en paz, ya no me despierto escuchando los gritos de la que un día fue mi mujer, ya no me tomo un café de manera tan apresurada, para no escuchar las quejas de Ivanna.

     Lo único que lamento es haber dejado a mi hija con su madre, yo creo que ella no está psicológicamente preparada para cuidarla, pero es su madre, por ahora no puedo hacer nada. 

     Viví un completo infierno en esa casa, gracias a Dios que no me casé con Ivanna, fueron doce años soportando, tratando de remendar errores, por supuesto no puedo decir que toda la culpa de esta ruptura es de Ivanna, yo asumo mi cuota de responsabilidad por no haber tomado las medidas necesarias a tiempo.

     Mi error fue acostumbrarme a la comodidad de vivir en una buena casa, casa que compré con mis ahorros, esa comodidad me llevó a hacerme de la vista gorda en cuestiones que tenía que atajar a tiempo.

    Los dos primeros años de vivir juntos fueron si se quiere aceptable, cuando decido vivir con ella ya estaba embarazada, eso fue lo que me impulsó a mudarme con ella, formar una familia, a partir de allí comenzaron las malas acciones, las malas palabras, las pocas veces que estábamos juntos lo hacíamos para satisfacer necesidades, ya el amor se había esfumado.

     Así fueron transcurriendo los años hasta que digo ¡Basta! No soporto más, no puedo continuar viviendo en un lugar donde reina, el mal humor, las peleas, al fin de cuentas ni  las atenciones de mis necesidades básicas me brinda.

     Los fines de semana me pasaba el tiempo encerrado en la biblioteca, siempre estaba solo, al salir de mi refugio me dirigía a la cocina a prepararme algo de comida y luego volvía a la biblioteca a preparar las actividades de mi trabajo.

     El lunes llegaba a la universidad,  Ivanna también es profesora en la misma universidad donde ejerzo mi carrera como profesor de Literatura, eso sí, cada uno llegaba por separado, como dos completos extraños, pero aún así los demás nos veían como una pareja sin problemas, pero como decía mi abuela " nadie sabe lo que está en la olla, si no la cuchara que lo menea.

     Así fue pasando el tiempo, en cierta ocasión un compañero de trabajo me quiso dar a entender de un supuesto romance que tenía Ivanna con un colega, yo le pregunté, pero ella tomó esa acusación como una mentira inventada por mí para irme de la casa, para no seguir escuchando sus gritos y sus insultos dejé que eso pasara y olvidamos el asunto.

    Hasta que decido irme de casa, un buen  día tomo una maleta, meto parte de mis pertenencias y me voy de casa.

     Ahora aquí estoy tratando de reconstruir mi vida, no sé cuánto tiempo me vaya a llevar, pero tengo que intentarlo.

     Entre pensamiento y pensamiento me voy quedando dormido, cuando me despierta el sonido de mi célular, tengo una llamada de mi amigo Antony.

     —Hola Samuel, ¿qué haces?

     —Nada, trataba de dormír.

     —Oye es muy temprano para eso, te llamo porque mi novia llega hoy, estaba de viaje con sus padres y me gustaría que la conocieras, nos vemos en el bar de siempre.

     —Okey, ya voy saliendo para allá.

     Me doy una ducha y me visto lo más rápido que pude para encontrarme con mi amigo.

     Cuando salgo a la calle está callendo una ligera lluvia, me subo con rapidez a mi auto y me voy para el bar. Después de entregarle las llaves al empleado del bar para que estacione mi auto, entro y me siento en la barra, miro a mi alrededor y todavía Antony no ha llegado.

     Ya me he tomado casi el vaso de whisky, cuando siento una mano en mi hombro, me volteo y veo a mi amigo Antony.

     —Hola amigo, ya veo que comenzaste la fiesta sin nosotros, pero ya nos vamos a emparejar.

     Samuel, ella es mi novia Margorie.

     La novia de Samuel me abraza y me da un beso en la mejilla.

     —Hola Samuel, los amigos de Antony también son mis amigos.

     Por encima de ese abrazo, veo unos ojos grises que me sonríen con la mirada, la dueña de esos ojos tan hermosos me extiende su mano mientras me dice:

     —Hola, mucho gusto soy Solange.

     En ese momento bajo el impacto de esa mirada me desestabilizo un poco, yo no pierdo el control con facilidad, esa rigidez y esa frialdad por mantener las cosas en orden fue lo que me mantuvo por años en una relación sin amor, pero en ese instante mi control se tambaleó un poco, tratando de disimular mi desconcierto, le tomó la mano a la joven.

     —El placer es mío señorita.

     Antony pidió un servicio y nos sentamos todos en una mesa.

     Las horas fueron pasando entre vasos de whisky, chistes y la mirada inquietante de esos ojos grises, mirada que me hicieron olvidar mis penas anteriores.

     Llegado el momento  me levanto para ir al baño, siento que he tomado mucho, la verdad tenía tiempo que no tomaba tanto.

     Voy al baño, me echo agua en la cara para despejarme y luego salgo; para entrar a los sanitarios tanto de damas como de caballeros hay que pasar por un pasillo un poco estrecho, cuando voy por el pasillo viene Solange, nos quedamos trabados en el pasillo, uno de los dos tiene que ceder para que el otro continúe su camino, pero ninguno de los dos se mueve, nos quedamos muy pegados, nuestras caras están tan juntas que nuestros alientos pueden mezclarse, sin tener control de lo que hago, o quizás si lo tengo y no quiero reconocerlo, la pego contra la pared y le doy un beso, nuestras bocas se juntaron, primero con miedo, con inseguridad, luego fue con una pasión desmedida, la beso como jamás lo he hecho con mujer alguna.

     Nos besamos por largo rato, mis labios bajaban de su cuello a sus hombros y luego volvían a su boca, era como si no pudiésemos detenernos, como si el mundo hubiese desaparecido y sólo quedáramos los dos, esos labios me llamaban a besarlos una y otra vez, en eso una voz a mi espalda me dice.

     —Dusculpen, pero necesito ir al baño.

     Es una señorita que está en el pasillo, quiere ir al baño y nosotros lo estamos impidiendo.

     —Disculpe usted, pase adelante por favor.

     Solange se desprende de mi abrazo y se va hacia la mesa.

     Yo me quedo un rato en el pasillo, alborotando mi pelo con las manos.

     —Y ahora, ¿qué me pasó? No puedo culpar al whisky, aquí el único culpable soy yo, me dejé llevar por la tentación de esos labios, ya no es necesario ocultarlo, toda la noche los estuve mirando, me porté como un adolescente, un hombre como yo de cuarenta y dos años me dejé envolver por esa mirada.

     Bueno Samuel, ya no hay vuelta atrás, tienes que enfrentar la situación.

     Llego a la mesa, trato de evitar su mirada, pero ella no lo hace.

     —Amigo, gracias por esta noche, pero tengo que irme.

     —Nosotros también, Margorie tiene que madrugar, mañana sale de viaje nuevamente, pero te voy a pedir un favor.

     —El que tú quieras.

     —Como vas por la misma vía por dónde vive Solange,¿ la puedes llevar?

     —Sí, claro que sí puedo.

     —Lo que pasa es que tiene su auto en el taller, ella es muy loca manejando y lo chocó, pero si se te hace complicado nosotros la llevamos.

     —No se preocupen por mí, yo pido un taxi.

     —De ninguna manera señorita Solange, yo con gusto la llevo.

     —Muy bien, entonces vámonos todos, no te pierdas Samuel esto tenemos que repetirlo.

     Solange se monta en mi auto, después de despedirnos cada uno toma su rumbo.

     La llevo a la dirección que me indicó, es un conjunto residencial muy hermoso. Al llegar es ella la que rompe el silencio, los dos íbamos muy callados.

     —Bueno Samuel si lo prefieres me puedes dejar aquí en el portón de la urbanización.

     —No, de ninguna manera, déjame hacer el trabajo completo, te dejó en el estacionamiento, allí es más seguro.

     Paso a la urbanización y llego al estacionamiento, el lugar estaba oscuro.

     —Qué broma todavía no han arreglado la luz, gracias Samuel.

     Se rueda un poco en el asiento y me da un beso en la mejilla, pero no se mueve se queda como estacionada con sus labios pegados a mi mejilla, yo le doy un ligero movimiento a mi cara y sus labios quedan cerca de los míos y vuelve a suceder, como dos imanes que se atraen nuestras bocas se unen, está vez fue con una pasión descontrolada, la beso en los labios, bajo a su cuello, no me detengo, sigo bajando, pero cuando estoy llegando muy cerca de su ombligo, ella toma mi rostro con sus manos y me dice.

     —Detente por favor, no sigas.

     Me detengo de inmediato, alboroto mi pelo con mis manos, cierro mis ojos y luego los vuelvo a abrir.

     —Perdóname, esto no volverá a pasar.

     Me bajo del auto, le abro la puerta, ella sale y me da un beso en la mejilla.

     —Hasta pronto Samuel.

     Arranco mi auto, lo acelero como si estuviese huyendo de un fantasma, en realidad de quién estoy huyendo es de mi mismo, tengo miedo de caer de nuevo en las redes del amor, además Solange es muy joven.

     Llego al hotel y me tiro en la cama con las intenciones de dormir, pero no puedo.

     Hoy es lunes, hoy comienza el nuevo semestre, llego a la universidad, los alumnos en los pasillos se detienen a saludarse, llego al salón, cinco minutos antes, me gusta ser puntual, eso lo saben los alumnos que han pasado por mis manos, también mis colegas saben que la puntualidad y la disciplinas son reglas inviolables en mi clase.

     Después de tomar asiento le pido a uno de los estudiantes que cierren la puerta del salón.

     El joven se levanta a cerrar la puerta, cuando la está cerrando se escucha una voz.

     —No cierres, por favor no cierres, ya voy a entrar.

     La alumna que está llegando retardada, de manera apresurada, casi corriendo, levanta su cara y me dice.

     —Buenos días profesor.

     Allí está la joven con los ojos grises y los labios más dulce que jamás había probado, allí está frente a mí, mirándome con los ojos muy abiertos queriendo entender al igual que yo, esta jugada del destino.

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