Alberth Esto es una maldita pesadilla. La preocupación me consumía mientras marcaba una y otra vez el número de Valeria sin obtener respuesta. Algo estaba pasando y no podía entender qué. Salí de la clínica de inmediato, decidido llamar a mi tía para preguntar por ella.—¿Tía esta Valeria en casa?—Pregunto preocupado.—No querido, se fue en busca de unos cuantos dulces. Hace más de una hora. ¿Pero que pasa hijo?—Pregunto Nerviosa.—Tía, recibí un mensaje de ella que necesita hablar urgente conmigo, sin embargo no contesta la llamada ahora estoy preocupado. Donde estará metida, ya hubiera estado en casa.—Dios mío, la vi nerviosa cuando salió de aquí, pero ella no me dijo nada más.—Bueno cualquier cosa me llamas.Me sentía sofocado, he inquieto, mi tía no sabia nada de mí esposa. Me pregunto, que esta pasando. El mensaje de mi esposa me dejó consternado, que tenia que decirme. Por otro lado yo descubrí algo terrible. Jared, ese maldito amigo de Valeria, era el que estaba detrás de l
Alberth Cuando desperté, estaba en el hospital. El dolor en mi cuerpo era intenso, pero lo primero que vi fue a Valeria a mi lado.—Amor, ya todo pasó—me dijo con una voz dulce, aunque preocupada.—Me asusté... pensé que te iba a perder— murmuré, tratando de incorporarme. —Tranquilo, cariño. Estoy bien, aquí el herido eres tu. Al parecer la bala solo te rozó—me respondió, intentando calmarme—Tú herida se volvió abrir y por ahí mismo la bala rozó. Pero ya estas bien.—Pensé lo peor... cuando el me mando esa imagen, incluso pensé en nuestro bebé— expresó sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.—Tranquilo, amor. Todavía no es el momento. Ya todo terminó. A pesar de que perdí a mi padre y a mi padrino, los malos recibieron su merecido. Me duele lo de mi nana, a pesar de todo la apreciaba, pero solo estaba cubriendo a su esposo. Y Jared también fue encarcelado por cómplice.—Quién lo diría— Susurre soltando un suspiro pero luego — Y Joselyn —pregunté curioso.—Lamentablemente, Joselyn
Alberth Estoy en mi oficina, en una reunión con los accionistas de la empresa. La venta de las pequeñas casas construidas en las residencias ha sido un éxito y, sobre todo, se nos han unido más accionistas para crear nuevas residencias en las afueras de la ciudad. Este proyecto será de grandes beneficios para las familias de bajos recursos.—Señor Sandoval, tiene una llamada urgente—, me informa mi asistente, interrumpiendo la reunión. Acepto la llamada de un número desconocido.—Hola, ¿con quién hablo?—¿Usted es el señor Alberth Sandoval? Necesito que venga inmediatamente al hospital Central. El señor Edwards Smith Estrada ha solicitado su presencia. Tuvo un accidente y su estado es reservado. Sin embargo, solo pide por usted.No, ¿qué pudo haber pasado? Ajusto mi corbata con nerviosismo.—Voy enseguida—. Cuelgo la llamada y salgo a toda prisa de mi empresa, dejando a los accionistas desconcertados.***El trayecto al hospital se siente eterno. Cada semáforo en rojo y cada minuto q
"La soledad es el silencio del alma, donde se escuchan los ecos más profundos de nuestro ser."Alberth Veo el cielo oscuro por la prominente lluvia. Estamos en el cementerio, el sepulcro de Edwards se está llevando a cabo y los únicos presentes son sus empleados, la nana de Valeria, ella, Jovanny y yo. Me siento mal por ella; verla llorar es tremendamente triste. Jovanny se le acerca y la abraza, reconfortando su dolor.Pienso en lo último que Edwards me dijo antes de morir. ¿Quiénes serán sus enemigos? ¿Por qué razón lo querían muerto? Dejo de lado esos pensamientos al ver a una señora de pie cerca de un árbol. Ella llora a mares, me pregunto de quién se tratará.—Alberth, creo que lo mejor será llevar a la chica a la mansión. Se nota débil. Acompáñala con su nana, mientras yo me quedo hasta el final —me dice Jovanny.—Está bien, hermano —respondo.Me acerco a la nana de Valeria y le digo que la ayude a llevarla al coche. La amable señora se acerca a la joven, quien reniega al princi
Aparqué mi camioneta en la entrada de la mansión de mi buen amigo Edwards Smith. Un nudo de tristeza se formó en mi pecho al pensar en él. El guardia abrió el portón de acero y entré con pasos rápidos, notando varios coches estacionados.Al entrar, me recibió una de las criadas, seguida de la señora Martha, que lucía demacrada. Ella me guió hasta el despacho donde aparentemente estaban los demás.—Buenos días —saludé al entrar. Los únicos en responder fueron mi amigo Jovanny y el abogado. Valeria estaba absorta mirando el gran cuadro que colgaba en la pared.—Alberth, toma asiento —me indicó Jovanny.—Señor Sandoval, se requería su presencia —declaró el abogado. Los presentes estaban molestos.—No entiendo por qué se requiere aquí a un desconocido en un momento familiar —protestó uno de los presentes, mirándome con desdén.Lo miré seriamente. ¿Quién se creía que era?—¿Y ustedes quiénes eran para mi padre? Nada. Así que no deberían ni siquiera estar sentados en su silla —mencionó Valer
AlberthReproducía en mi cabeza una y otra vez el video que me dejó mi amigo. Era algo sorprendente; su hermano era peligroso y sus cuñados harían todo por meter a su hija en un hospital de jóvenes con problemas de drogadicción. Su única salida era casarse conmigo. Es decir, yo tenía que ser el héroe. Qué cosas, ¿no? Una joven con problemas depresivos, unos tíos locos y un tío que casi abusa de ella. Cuando él quiso demandar, no sirvió de nada porque no había pruebas. Yo estoy a punto de volverme loco con algo que no tengo idea de cómo resolver. Tengo que casarme porque le debo un favor: cuando estuve a punto de morir en ese río, él me salvó. En aquel entonces solo tenía 12 años y le prometí que le pagaría como fuera. Era un suicidio que yo mismo provoqué. Qué locura. Necesito saber qué haré. Aunque podría casarme con un contrato que dure cinco años y luego nos divorciamos. Le explico a mi novia y Valeria, cuando cumpla los veinticinco años, puede hacer lo que quiera. Esa idea no está
Estacioné mi camioneta en la entrada del hospital, bajé rápidamente y entré apresurado. Vi a la señora Martha con la cabeza baja y a Jovanny dando vueltas, visiblemente nervioso.—Señora Martha, ¿qué sucedió? —pregunté con urgencia.—Mi niña estaba en la sala cuando empezó el fuego... la casa explotó —respondió ella con la voz quebrada.Jovanny añadió, con el rostro pálido de preocupación:—Alberth, Valeria casi muere en ese incendio. Siento que fue provocado, aunque los empleados no vieron nada raro. Hablan de una mala conexión, pero no creo nada de eso.Apreté los puños, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia. ¿Quién podría ser tan cruel con esta familia?—Necesitamos alejarla cuanto antes. ¿Cómo está? —pregunté, cada vez más angustiado.—Su estado es reservado. Inhaló mucho humo, no tiene quemaduras graves, solo algunas en la espalda —respondió Martha—La están practicando una cirugía.Pobre chica.Comencé a caminar de un lado a otro en el pasillo. La incertidumbre me estaba mat
Carajos, ahora sí estoy en problemas. ¿Cómo es posible que Joselyn ya esté de regreso? Pienso sin poder articular palabra alguna.—Amor, ¿estás ahí? —preguntó Joselyn al teléfono.—Sí, estoy aquí. Bueno, iré a verte al Penthouse —respondí.—No, te aviso, eh... me vine donde unas amigas. Cuando esté en mi casa te escribo.Fruncí el ceño, dudoso.—¿Viniste a quedarte o regresarás a Miami?—Vamos a hablar cuando nos veamos, ¿te parece?—Sí, de hecho, necesito conversar contigo sobre un asunto...—Amor, te hablo luego, bye.No me dio tiempo a terminar de hablar y ella ya había colgado. Suspiré, resignado; era normal en Joselyn ser así de impaciente.Marqué el número de Jovanny mientras salía del hospital.—Dime, hermano —respondió Jovanny.—Jovanny, Joselyn regresó y no tengo idea de cómo hablar con ella sobre mi matrimonio sin amor.Jovanny soltó una risa.—¿Por qué mierda te ríes de mi situación?—Calma, caramba. Es que tu situación es complicada. Sé que te casarás con Valeria para prot