Alberth
Reproducía en mi cabeza una y otra vez el video que me dejó mi amigo. Era algo sorprendente; su hermano era peligroso y sus cuñados harían todo por meter a su hija en un hospital de jóvenes con problemas de drogadicción. Su única salida era casarse conmigo. Es decir, yo tenía que ser el héroe. Qué cosas, ¿no? Una joven con problemas depresivos, unos tíos locos y un tío que casi abusa de ella. Cuando él quiso demandar, no sirvió de nada porque no había pruebas. Yo estoy a punto de volverme loco con algo que no tengo idea de cómo resolver. Tengo que casarme porque le debo un favor: cuando estuve a punto de morir en ese río, él me salvó. En aquel entonces solo tenía 12 años y le prometí que le pagaría como fuera. Era un suicidio que yo mismo provoqué. Qué locura. Necesito saber qué haré. Aunque podría casarme con un contrato que dure cinco años y luego nos divorciamos. Le explico a mi novia y Valeria, cuando cumpla los veinticinco años, puede hacer lo que quiera. Esa idea no está mal.
No, no y no. Tengo que pensar en una solución y ahora mismo no tengo mi cerebro bien.
Ahora mismo me encuentro en una reunión en la que no puedo concentrarme. Definitivamente voy a quedar loco. La voz de Edward resuena en mi cabeza, como una alarma recordándome que debo casarme con su única hija, por el bien de ella. ¿Y qué hay con el mío?
─Señor Alberth, ¿todo bien? ─cuestiona Juan Carlos, uno de los socios mayoritarios de mi empresa. Los demás carraspean al verme con la mano en la cabeza. Bajo la mano y me acomodo en la silla.
─Bien, sigamos. Dejemos los chismes por ahora. Solo me estaba acomodando y estirando.
Todos soltaron una risa, pero los fulminé con la mirada y siguieron mirando el documento.
Cuando transcurre el día, salgo de la empresa, agotado. Estoy a punto de irme a ver una serie o bien la ópera. Estoy harto. Subí a mi camioneta y arranqué. Mi celular suena con una llamada entrante. Es la nana de Valeria, la señora Martha.
─Hola, señora Martha, ¿sucedió algo? ─quise saber.
─¿Puede venir? El tío de la señorita Valeria está discutiendo con ella y yo no puedo hacer nada. Se encerró con ella en la habitación y ella le tiene miedo. Por favor, ¿puede venir? Está gritando y los guardias no están.
─Voy enseguida.
Cuelgo la llamada y manejo a toda velocidad. ¿Qué le pasa a ese hombre? ¿Con qué derecho fue a la casa de Valeria y con qué intención? Ahora que no tiene a su padre cerca quiere aprovecharse de ella. Se equivocó, yo la sacaré de ahí como sea.
Llego a la casa y aparco mi auto. No veo a los guardias, solo a uno que está coqueteando con una de las criadas. Vaya, para eso se les paga. Cuando ven que bajo de la camioneta, se separan.
Sin decirles nada entro a la casa. Martha está esperando.
─¿Por qué no llamó a la policía?─Cuestione mirando fijamente a la señora.
─Tenía miedo de que le hicieran algo peor. No tenía otra opción, por eso lo llamé a usted. El señor Jovanny no responde la llamada.
─Está bien, guíeme a la habitación de Valeria.
Entro a la gran casa. Todo está silencioso, como si estuviera planeado que este hombre estuviera aquí. Subo a la planta alta y, mientras camino por el pasillo, escucho los sollozos de Valeria y la gruesa voz de su tío. Supongo que un tío no debería comportarse así.
─¡Suéltame! Jamás haré lo que me pides, ni siquiera por mi abuela. Además, esta casa es de mi padre, no de ustedes... ¡Suéltame, maldito degenerado!
─Cállate, m*****a drogadicta.
Rápidamente entro a la habitación tirando la puerta con fuerza. Todo está tirado y el imbécil me mira sin entender. Valeria tiene el labio partido y los ojos lastimados. Me abalanzo sobre el supuesto tío y lo golpeo tan fuerte que ni siquiera puedo controlarme.
─¡Alberth, déjalo! Te puedes meter en problemas. – Lo suelto y me alejo. Ella luce consternada.
─¿Quién demonios eres para que vengas a meterte en asuntos familiares?
Lo miro fulminante y le replico.
─Valeria Smith es mi prometida y no permitiré que quiera abusar de ella. Lo voy a refundir en la cárcel. Lo mejor que puede hacer es irse inmediatamente, buscar su abogado y prepararse.
El hombre me mira enojado, se levanta del suelo y apunta a Valeria.
─Esto no se quedará así. Y este tu supuesto prometido está loco, ni siquiera sé de qué habla. – Vaya, qué idiota. Ahora se dirige a mí. –Mi sobrina tiene problemas de droga y necesita rehabilitarse. ¿Cómo se va a casar con una jovencita con problemas mentales?
─No estés mintiendo. Esa droga la metiste tú mismo en mi bolso para hacerme pasar por adicta. Cuidado y yo misma te demando. Quizás a tu madre le dé un infarto cuando sepa la clase de hijo que tiene.
─Estás loca. Pronto este tipo se aburrirá de ti cuando sepa lo que eres.
─Tenga cuidado. Ese será mi problema, y que sea la última vez que lo veo merodeando estos rumbos.
El tipo me miró con maldad y luego salió de la habitación de Valeria. La miré sin saber qué pensar. Me acerqué a ella, saqué mi pañuelo y limpié su labio inferior.
─Gracias, Alberth.
─No es nada. Trata de no permitir esto de nuevo. Por ahora mandaré a uno de mis guardias porque el que tienes ahí debe ser comprado por tu tío.
─Está bien. En cuanto a lo otro, no es necesario que nos casemos.
La miré y solté un suspiro. Sinceramente, necesito pensar con la cabeza fría sobre lo que realmente haré.
─Mañana hablaremos bien sobre lo que haremos. Trata de descansar y no dejes que nadie entre en tu casa. No dudes en llamarme. Por cierto, debes buscar buenos empleados. Ese que está ahí no te sirve, ni una de las empleadas, es delgada y de piel morena, si no me equivoco.
─Gracias. Tomaré tu consejo, y gracias por lo de hoy. Por otro lado, no soy adicta.
─Tranquila, y lo de la boda lo veremos mañana. Necesito irme.
Ella asintió mirándome fijamente. Su nana se acercó a ella y la abrazó. Salí de la casa de Valeria, llamé a uno de mis guardias y le pedí que viniera a la casa del difunto Edward Smith, le compartí mi ubicación. Miré de reojo al guardia que se estaba besando con la empleada. No quise decir nada ya que no me trabaja, pero espero que Valeria lo saque de aquí y contrate nuevos hombres.
Subí a mi camioneta y salí disparado de la mansión. Nuevamente mi móvil sonó y vi que era mi novia. Solté un bufido y respondí.
─Cariño, ¿cómo estás? Estuve trabajando todo el día en la agencia. Y tú, ¿qué tal estás?
─Estoy cansado. Me dirijo a la casa. Cuando estés desocupada, llámame.
─Bueno, está bien. Pensé que ya habías salido. Bueno, te tengo una sorpresa, pero será luego. Te amo.
─Sí...si yo también.
Llegué a mi casa, le entregué la llave al guardia y entré directamente a mi habitación. No tengo ganas de nada, estoy agotado. Entré a tomar una ducha, me senté en mi escritorio, leí un poco y con ganas de dormir me eché en mi cama. Miré mi móvil y no había llamada de mi novia. Me encogí de hombros. Seguramente sigue trabajando. Cerré los ojos y quedé dormido.
Abro los ojos al escuchar mi móvil sonar desesperadamente. Veo el reloj en la pared de mi habitación y son más de las tres de la mañana. Miro el remitente y es Jovanny. Son más de tres llamadas. Nuevamente me llama y respondo, molesto.
─Dime que no estás borracho y que es algo importante a esta hora.
─Alberth, Valeria está siendo llevada al hospital. La casa de Edward está en llamas. Es urgente que vengas al hospital.
Cuelgo la llamada y quedo consternado. ¿Quién demonios habrá echó eso?
Estacioné mi camioneta en la entrada del hospital, bajé rápidamente y entré apresurado. Vi a la señora Martha con la cabeza baja y a Jovanny dando vueltas, visiblemente nervioso.—Señora Martha, ¿qué sucedió? —pregunté con urgencia.—Mi niña estaba en la sala cuando empezó el fuego... la casa explotó —respondió ella con la voz quebrada.Jovanny añadió, con el rostro pálido de preocupación:—Alberth, Valeria casi muere en ese incendio. Siento que fue provocado, aunque los empleados no vieron nada raro. Hablan de una mala conexión, pero no creo nada de eso.Apreté los puños, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia. ¿Quién podría ser tan cruel con esta familia?—Necesitamos alejarla cuanto antes. ¿Cómo está? —pregunté, cada vez más angustiado.—Su estado es reservado. Inhaló mucho humo, no tiene quemaduras graves, solo algunas en la espalda —respondió Martha—La están practicando una cirugía.Pobre chica.Comencé a caminar de un lado a otro en el pasillo. La incertidumbre me estaba mat
Carajos, ahora sí estoy en problemas. ¿Cómo es posible que Joselyn ya esté de regreso? Pienso sin poder articular palabra alguna.—Amor, ¿estás ahí? —preguntó Joselyn al teléfono.—Sí, estoy aquí. Bueno, iré a verte al Penthouse —respondí.—No, te aviso, eh... me vine donde unas amigas. Cuando esté en mi casa te escribo.Fruncí el ceño, dudoso.—¿Viniste a quedarte o regresarás a Miami?—Vamos a hablar cuando nos veamos, ¿te parece?—Sí, de hecho, necesito conversar contigo sobre un asunto...—Amor, te hablo luego, bye.No me dio tiempo a terminar de hablar y ella ya había colgado. Suspiré, resignado; era normal en Joselyn ser así de impaciente.Marqué el número de Jovanny mientras salía del hospital.—Dime, hermano —respondió Jovanny.—Jovanny, Joselyn regresó y no tengo idea de cómo hablar con ella sobre mi matrimonio sin amor.Jovanny soltó una risa.—¿Por qué mierda te ríes de mi situación?—Calma, caramba. Es que tu situación es complicada. Sé que te casarás con Valeria para prot
"La verdadera fuerza no se mide por lo que puedes cargar, sino por la capacidad de cuidar y proteger a quienes amas."******ALBERTH —¡Qué mierda! —exclamó Joselyn, levantándose de la cama, visiblemente furiosa y a punto de explotar.— Alberth, me estás cargando una broma de mal gusto.—Cálmate. Y no, le hice una promesa a mi amigo Edwards y debo cumplirla. Me casaré con su hija, pero será por un contrato de cinco a seis años.Joselyn estaba claramente molesta. Se puso su ropa interior apresuradamente y se sirvió una copa de coñac. Negué con la cabeza al ver eso; no me agradaba ver a una mujer bebiendo en estas circunstancias.—¡Qué locura! O sea, ni siquiera me has pedido que sea tu esposa y tienes que casarte por una maldita promesa que le hiciste a un estúpido muerto.—Joselyn, ese vocabulario no te lo conocía —dije mirándola severamente.—Pues lo siento. Explícame bien, necesito aclarar la cabeza.Le expliqué todo sobre la supuesta boda y los motivos detrás de ella, pero ella inte
"Entre el tumulto de mis pensamientos, anhelo encontrar el sosiego que mi alma tanto necesita."ALBERTH Estacioné mi coche en la entrada de la mansión. Al vernos llegar, los guardias se acercaron para ayudar. Bajé a Valeria en mis brazos y la llevé dentro de la casa. Martha y los demás empleados se apresuraron a bajar para ocuparse del equipaje.Mi tía Gloria, al vernos entrar, no pudo ocultar su sorpresa. Con Valeria en brazos, subí las escaleras hasta su nueva habitación y la deposité suavemente sobre la alcoba.—Espero que te sientas cómoda, cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme—expresé mientras Valeria miraba hacia el jardín. —Debo irme.—Gracias, espero no darte tantos dolores de cabeza—dijo ella, y yo esperaba lo mismo.—Trata de no darme dolores de cabeza. Cuando te sientas recuperada, debemos ver lo de la boda.—¿Crees que una boda resolverá todo? Mi padre no estaba en sus cinco sentidos cuando grabó esos videos.—Puede que resuelva algunos problemas, no todos. Y
Valeria.No dejaba de pensar en todo lo que había sucedido en las últimas semanas. Mi padre había muerto, casi muero calcinada en mi propia mansión, y ahora vivo en la casa de un hombre a quien apenas conozco, pero en quien mi padre confiaba plenamente. Pronto seré su esposa, no una boda por amor, sino un pacto. El aire se vuelve espeso cuando está cerca de mí. Actúa como si nada, pero se nota que no quiere esto, y la verdad, yo tampoco lo deseo. Mi padre no estaba en su sano juicio cuando dejó ese estúpido video, y resulta que hay más videos que podremos ver después de un año de casados.Pobre Alberth, casarse conmigo será como entrar en el infierno. Espero no causarle problemas; trataré de no perderme en mis arranques de desesperación y seré una buena chica hasta que expire el contrato.Miro hacia el jardín, la mañana se ve melancolía, recuerdo mi vida de hace unos meses. Papá siempre estaba preocupado, decía que tenía que estar preparado para lo que viniera. Últimamente no comía bie
Alberth Salí corriendo de mi mansión, todavía sorprendido por lo que había visto. "¿Qué era eso?", me preguntaba una y otra vez. La vi desnuda y me puse nervioso. Es una jovencita de apenas dieciocho años, aunque pronto cumplirá diecinueve. Pero para mí, sigue siendo una pequeña. Mientras manejo hacia la empresa, sigo pensando en mi boda, que se llevará a cabo la primera semana del mes siguiente, y aún no puedo creerlo. Por otro lado, Joselyn sigue molesta porque ni siquiera respondo a sus llamadas. Le dejé un mensaje en la mañana, pero aún no está en línea. Debería ir a su penthouse, pero no me atrevo; no soy de esos. Mejor dejo todo tal y como está hasta que las aguas se calmen.Llego a la empresa y empiezo la reunión junto a los accionistas y congresista de las diferentes empresas en las que estamos fusionados. Dentro de poco me tomaré unas vacaciones, lo cual será lo mejor; estoy estresado. Ser dueño de una empresa y una clínica privada no es nada bonito. Es cansado y aburrido, a
Valeria.Eran más de las diez de la mañana y él no había regresado. Al parecer, no durmió aquí; era de esperarse, quizás no toleraba verme, ya que se siente con obligaciones. Bajé al salón con pasos lentos; el encierro me estaba volviendo loca.─Buenos días, mi señorita, ¿se siente mejor? ─ preguntó Martha, a lo que asentí, dirigiéndome al jardín. Quería apreciar el aroma de las flores que decoraban el inmenso propiedad. Había inmensa alberca y varios columpios; parecía una parque de niños.─ Martha, quisiera desayunar aquí. Adentro me agobio. ─ Martha asintió y se dirigió dentro de la mansión. Absorbí el olor de las rosas; varias aves estaban sobre un hermoso árbol de corteza. El color de las plantas era de un hermoso tono amarillento junto con una mezcla de colores celeste y blanco.─ Buenos días, ¿vas a desayunar aquí, querida?─ Buenos días, tía Gloria. Sí, espero no molestar. ─ La tía de Alberth negó y luego se sentó, mirando su móvil una y otra vez.─ ¿Sucedió algo? ─ quise sabe
Alberth Había pasado un mes; era el día de mi boda y también el cumpleaños diecinueve de Valeria. Me preparaba para dirigirme a la iglesia. Mi tía Gloria se encargó de todo con gran entusiasmo; parecía dispuesta a hacer una gran celebración, aunque personalmente me sentía más amargado de lo normal. Sin embargo, debía cumplir esta promesa y proteger a Valeria por al menos cinco largos años. Joselyn había aceptado la situación, no obstante me rogó que no tocara a Valeria. ¡Qué locura! Para mí, sigue siendo una pequeña joven, a pesar de aquel incidente en que la vi desnuda. La imagen no se borraba de mi mente, realmente tenía un cuerpo espectacular.—Es muy hermosa, te gustó verla de esa manera — susurró mi subconsciente. Rápidamente aparté ese pensamiento.En ese momento, mi tía entró a mi habitación sin siquiera tocar la puerta.—Alberth, te estás retrasando. La novia está por irse. El señor Jovanny ha venido por ella.—Tía, cálmate. Parece que eres tú quien se va a casar —le dije, y e