~5~ Desesperación

Estacioné mi camioneta en la entrada del hospital, bajé rápidamente y entré apresurado. Vi a la señora Martha con la cabeza baja y a Jovanny dando vueltas, visiblemente nervioso.

—Señora Martha, ¿qué sucedió? —pregunté con urgencia.

—Mi niña estaba en la sala cuando empezó el fuego... la casa explotó —respondió ella con la voz quebrada.

Jovanny añadió, con el rostro pálido de preocupación:

—Alberth, Valeria casi muere en ese incendio. Siento que fue provocado, aunque los empleados no vieron nada raro. Hablan de una mala conexión, pero no creo nada de eso.

Apreté los puños, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia. ¿Quién podría ser tan cruel con esta familia?

—Necesitamos alejarla cuanto antes. ¿Cómo está? —pregunté, cada vez más angustiado.

—Su estado es reservado. Inhaló mucho humo, no tiene quemaduras graves, solo algunas en la espalda —respondió Martha—La están practicando una cirugía.

Pobre chica.

Comencé a caminar de un lado a otro en el pasillo. La incertidumbre me estaba matando. No puedo permitir que Valeria siga en peligro.

—Jovanny, tendré que casarme con ella. Así no permitiré que le hagan daño. Es demasiado joven para sufrir de esta manera.

—Te entiendo y me duele mucho, pero debes tomar las cosas con calma —me dijo, tratando de ser razonable.

Negué con la cabeza. Esto es inaudito. Debo pagar el favor que me hizo Edwards, si no, me sentiré culpable toda mi vida si algo le pasa a Valeria.

Las horas pasaban y los médicos aún no salían a informarnos. Decidí contratar detectives para investigar el caso. Llamé al guardia que dejé anoche en la mansión, pero su móvil estaba apagado.

—¿A quién llamas? —preguntó Jovanny.

—Al guardia que dejé anoche en la mansión de Valeria.

—Creo que está en la sala de curación. Él salvó a mi ahijada.

—¿Cómo? ¿En serio?

—Sí, vamos, te llevo con él.

Fuimos a la sala de curación y vi a Jeams recostado.

—Señor Alberth —dijo con esfuerzo.

—¿Por qué no me notificaste que la casa de la señorita Smith estaba en llamas? —le regañé preocupado.

—Intenté hacerlo, señor, pero estábamos ayudando a los que estaban dentro. Incluso saqué a la señorita, y mi móvil cayó en las llamas.

—Sabes que es mi prioridad que estés bien —dije, tratando de calmarme.

—Por suerte, la quemadura es leve. No se preocupe.

—¿No viste nada raro? —quise saber.

—No, eso es lo más extraño. Nadie entró en la casa, solo estaban los empleados. 

Me quedé pensando. ¿Habrá sido un accidente provocado por un empleado o fue intencional?

—Descansa hasta que te recuperes. Luego regresas al trabajo.

—Sí, señor Alberth.

Regresamos al pasillo de cuidados intensivos. El médico aún no salía y ya eran más de las cinco de la mañana. Finalmente, apareció un médico.

—Familiares de la señorita Smith —llamó el médico.

—Soy su padrino —respondió Jovanny. El médico suspiró, visiblemente cansado.

—Ella está fuera de peligro, pero inhaló mucho humo, el cual afectó sus pulmones. Tuvimos que hacerle una cirugía de emergencia, de alto riesgo. La señora Martha tuvo que firmar.

Giré mi rostro hacia Martha, quien estaba en shock.

—Gracias, doctor.

—Necesita mucho reposo. Tiene una pequeña quemadura en la espalda, pero sanará. Necesitará mucho tratamiento.

Asentimos, abatidos. Pobre chica, perdió a su padre y ahora estuvo a punto de morir.

********

Había pasado el día en el hospital, no logré ir a la empresa y tampoco tenía ganas de hacerlo. La duda me estaba carcomiendo. El detective me llamó para notificarme que la explosión evidentemente fue intencional. Al parecer, uno de los empleados dejó unos comaleros cerca del horno caliente, el fuego se propagó por las cortinas y lo más raro fue que nadie se percató a tiempo.

Dejé de lado mis cavilaciones al ver que el médico nos llamaba.

—Una persona puede entrar a ver a la señorita.

Quería ir a verla, pero vi a Martha, su nana, muy angustiada, así que ella entró primero a ver a Valeria.

—Alberth, debo ir a la oficina, no te alejes de ella. Debemos estar pendientes; quizás hasta pueden venir vestidos de médicos y querer hacerle daño —dijo Jovanny con seriedad.

—No te preocupes, te llamaré cualquier cosa.

Jovanny asintió, palmando mi hombro. Salió de la sala de emergencia y se fue.

Miré mi móvil al ver una llamada entrante de Joselyn. Contesté desganado, ni siquiera deseaba hablar.

—Hola, cariño, disculpa no pude llamarte anoche.

—No te preocupes, es normal, siempre estás ocupada y te entiendo —respondí sin deseos de seguir en el teléfono.

—¿Estás molesto por algo, Alberth?

Negué con la cabeza, a punto de apagar el maldito celular. Andaba con una jaqueca que ni yo me soportaba.

—Es solo que estoy ocupado, te llamo en la noche —dije, colgando la llamada y dejándome caer contra la pared del hospital. Cerré los ojos y quedé dormido.

—Señor Alberth —me llamó la voz de una mujer—. Señor, ya he salido de la habitación de la señorita Valeria.

Abrí los ojos, aún cansado, tapé mi boca y bostecé. Estaba muerto de sueño.

—Señora Martha, el sueño me ganó. ¿Cómo está Valeria?

—Lo entiendo. La niña Valeria está muy triste y casi no quiso hablar —soltó un suspiro, para luego sentarse.

—La iré a ver.

—Está bien.

Me levanté de la cómoda banca para ir al cuarto donde se hace la esterilización antes de entrar a ver a un paciente en estado crítico. Lavé mis manos como es debido, luego me coloqué gel antes de ponerme la bata y la mascarilla. Ya listo, entré a la habitación. Al parecer, Valeria estaba dormida.

Me acerqué tomando su mano fría. Ella, al sentirlo, abrió los ojos asustada.

—Pequeña, tranquila, soy yo, Alberth. Conmigo estás segura.

—Alberth, ayúdame —susurró con la voz entrecortada. No entendía por qué, pero me dolía verla así.

—Lo haré, no te preocupes, nadie más te hará daño. Pronto serás mi esposa y te voy a proteger.

—¿Tu esposa? —asentí acariciando su mejilla.

—Sí, he tomado la decisión de que seas mi esposa. Lo haré para protegerte de los que buscan hacerte daño.

—Quieren verme muerta, como lo hicieron con mi padre —susurró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Vamos a investigar quiénes están detrás de esto. Mientras tanto, tú quédate tranquila, necesitas mucho reposo y cuando te mejores, nos casaremos y te llevaré conmigo.

Valeria apretó mi mano y luego asintió.

Todo esto lo haré para protegerla de aquellos que buscan hacerla desaparecer.

Cuando Valeria se quedó dormida, salgo de la habitación, pero me detengo al escuchar  mi móvil sonar con una llamada, al instante  conteste la llamada, pero era un número desconocido.

—Hola, buenas tardes.

—Hola cariño, soy Joselyn, este es mi número nicaragüense. Ya estoy de vuelta y muero por verte.

Me quedé sorprendido, sin saber qué responder, Joselyn regreso y estoy jodido ya que pronto me casare.

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