Capítulo 2 — Lo de los pétalos de rosa, no te lo creas
Narrador:
Una vez que llegaron al hotel, se dirigieron al bar del mismo, Ginebra caminaba con dificultad, pues le costaba coordinar, inclusive, ya casi estaba arrastrando las palabras. Se sentaron en la barra y él pidió dos bebidas
—¿No vinimos a tomar café?
—Sí, pero para la resaca, primero hay que beber esto
—Ok —y se lo bebió de un solo trago
—¡Wow! Despacio o te vas a desmayar —le apoyó la mano en la barbilla y con el pulgar, le acarició el labio inferior —no me has dicho tu nombre por cierto
—Tampoco tú el tuyo
—Tienes razón me llamo Jordan
—Encantada señor Jordan. Yo me llamo Ginebra—y le estiró la mano
—Es un placer, señorita Ginebra —estrechó la mano que ella le ofrecía, pero de la nada, la joven se paró, se abalanzó sobre él y le dio un beso. Beso que fue correspondido, pero luego la separó —¿no era que tú tenías novio?
—El muy desgraciado me ha dejado, por irse de fiesta con sus amigos, y a ésta hora estará revolcándose con su amiguita Melanie
—¡Ah, ya entiendo!, igual deberías ir con calma con los extraños, pues nunca sabes las cosas que te pueden hacer
—¿Qué me podrías hacer que ya no me hayan hecho? —obviamente Ginebra, no tenía ni idea de lo que le estaba hablando Jordan y ella simplemente hablaba de partir el corazón, sin embargo él no precisamente el corazón quería partirle
—Yo puedo hacerte muchas cosas que no te han hecho —la jaló del pelo de la nuca, eso hizo que ella levantara la cabeza y le pasó la lengua por la mejilla —¿quieres saber de qué se trata? —Ella no le respondió y dejó escapar un suspiro —ven, el café, lo tomaremos en mi habitación.
Se dejó llevar sin poner resistencia, es más, en el fondo de su corazón, era lo que estaba buscando, alguien que le hiciera olvidar al cretino de Brian.
—Linda habitación —fue lo que se le ocurrió decirle al entrar
—No es mía, es del hotel, pero gracias igual —y sonrió —voy a hacerte dos preguntas y quiero que me seas sincera, porque luego no habrá marcha atrás
—Hazlas, no tengo nada que ocultar
—La primera es; ¿está segura de qué quieres hacer esto?
—¿Y la segunda?
—Supongo que eso es un sí para la primera, la segunda es; ¿has estado con un hombre antes?
—¡Sí, por supuesto!, ¿no te dije que tenía novio?
—¡Perfecto!
Jordan era un experto amante y lo sabía, le gustaba alardear con eso y que luego las mujeres hablaran entre ellas y dijeran lo locas que habían quedado por él, pero esta chica en particular le llamaba la atención, así que tenía que esmerarse. La tomó de un brazo y lo dobló hacia su espalda, con la otra mano aprisionó su nuca. De esa forma quedó totalmente inmovilizada. Clavó sus ojos en los de Ginebra y luego en sus labios, entonces la besó casi con ira. Esa demostración de testosterona encantó a la joven, que se resistió un poco, haciendo que él ejerciera más fuerza sobre ella. En ese momento abrió su boca todo lo que pudo y le metió la lengua, supo que le gustaba porque sintió de inmediato su erección contra la pierna. Entonces deslizó su mano y le tomó con firmeza la entrepierna. Jordan la miró maliciosamente con una chispa de lujuria. Pelearon por unos instantes sus lenguas mientras ambos jadeaban. En un momento le soltó la nuca y la giró, quedando de espaldas a él y de frente pegada a la pared. Le recostó a los glúteos su miem*bro y comenzó a besarle el cuello, la mano que le quedó libre la deslizó por debajo de la falda y la metió directamente dentro de sus bragas, la obligó a separar un poco las piernas y jugó con sus dedos en la húmeda intimidad
—Estás mojada… —le susurró al oído —eso me excita muchísimo
La dio vuelta, quedando frente a él, comenzó a besarle el cuello y pasó por sus pechos, por encima de la ropa. La observó y al ver que no se resistía, le quitó la ropa de arriba por completo, entonces jugó con su lengua en los senos de Ginebra, mientras le bajaba la falda junto con las bragas hasta los tobillos. Estaba totalmente desnuda ante él, se alejó un paso y la observó
—¡Por Dios, Ginebra, te ves deliciosa!, creo que voy a disfrutar mucho contigo
Por primera vez en todo el rato que hacía que estaban entre besos y caricias, ella se ruborizó y cubrió sus pechos. Jordan se acercó, le quitó las manos de ellos y volvió a besarlos. La tiró al suelo y recorrió todo su cuerpo con la boca. En un momento la tomó por los tobillos y separó sus piernas. Hizo una mueca de satisfacción. Se acercó muy lentamente, el corazón de la joven palpitaba a mil por hora y su respiración era agitada, y comenzó a jadear cuando Jordan, con su lengua, le separó los labios inferiores para jugar con lo que había en el medio de ellos. Le levantó las rodillas para que sus besos fueran más profundos aún, haciéndole el amor con la lengua. Ella no pudo evitar emitir un grito al llegar al clímax y su cuerpo sucumbió en un temblor general. Fue allí cuando él terminó de quitarse la ropa, su miem*bro estaba sumamente erguido, Ginebra lo tomó con sus manos y se lo llevó a la boca. Él se separó
—No voy a correrme en tu boca, quiero hacerlo entre tus piernas —De pronto se puso a toda prisa un preservativo y se subió encima de ella haciendo que sus piernas le rodearan la cintura y se metió dentro —Con solo gritar, mira como me pusiste, ahora voy a tener que entrar en ti y cabalgarte como te mereces —Al principio fue muy suave, pero una vez que sintió la excitación de la joven, comenzó a embestirla con un movimiento perfectamente acompasado —¡por Dios Ginebra! eres muy estrecha, me estás volviendo loco ¡Mie*rda, no voy a poder aguantar mucho —Pero ella no hablaba, solo gemía y jadeaba, el único sonido en la habitación, era la voz cada vez más ronca de Jordan y el choque de los cuerpos, empapados en transpiración y deseo. De pronto Jordan se puso rígido y se detuvo, a lo que Ginebra abrió los ojos y lo miró, logrando que él sonriera —quieres que me corra ¿verdad? —ella sintió con la cabeza —pues estás demasiado apretada como para poder evitarlo —Unos segundos después su vaivén se volvió más fuerte, y más fuerte, hasta que lo escuchó gritar y se desplomó sobre ella. Luego de unos segundos levantó la cabeza y la miró con una sonrisa
—¿Estas bien? — y giró para salir de encima de ella
—No lo sé, hace un rato casi lloraba por el engaño de mi novio y ahora estoy aquí, y la que lo engaña soy yo
—Si me dejas, yo te ayudo a olvidarlo. Solo tienes que entregarte a mí. Puedo ser tan tierno o tan fuerte como desees. Puedo ser el amante dulce que pone pétalos de rosas sobre la cama, o el que te arranca la ropa y te hace el amor a la fuerza contra cualquier mueble en cualquier lugar que se me antoje —le sonrió con esa sonrisa maliciosa, que más tarde ella descubriría le era característica —aunque lo de los pétalos no te lo creas —y se puso boca arriba cruzando las manos por debajo de su cabeza
A Ginebra eso le sonó adorablemente pervertido. No podía creer que el simple hecho de imaginarlo había hecho que se excitara nuevamente. Y él lo notó, así que la tomó del brazo y la puso de pie, se acercó muy lentamente hacia sus labios para besarlos de una manera atroz. Luego la puso de espaldas y la inclinó sobre la mesa, separó sus piernas y sin decir nada la penetró hasta lo más profundo, haciendo que ella gritara, pero no de dolor sino de placer, entonces le tapó la boca con una mano, mientras que con la otra le jalaba del pelo
—Shhhh…sé que te gusta —le susurró al oído —pero tranquila —le soltó la boca —siente mi mano entre tus piernas… sabroso… ¿verdad?
Besó su cuello mientras sus dedos jugaban con su punto de placer, para así obligarla a correrse junto con él. Ella nunca había sentido esa perversión con un sesgo de ternura y brutalidad, era algo totalmente nuevo en su vida. Al llegar al clímax sus piernas se aflojaron por completo.
Capítulo 3 — Te toques pensando en élNarrador: Caminando de manera apresurada, pero sin perder la elegancia, por el lobby de industrias LeBlanc, Ginebra se hallaba algo indispuesta por una resaca fenomenal que la azotaba esa mañana. La noche anterior, dejándose llevar por el desamor, se entregó al deseo, y disfrutando una intensa velada con un desconocido, se olvidó, por primera vez, del hombre que decía amar.—Buen día, señorita LeBlanc, su agenda del día de hoy.A su lado, su asistente pretendió entregarle el itinerario de ese día; y agitando su mano, restándole importancia, sintiendo su cabeza explotar, la chica ni siquiera volteo a verla—Sé que a primera hora tengo la junta con mi equipo de trabajo para planificar la nueva colección de verano, pero una vez finalice ese asunto, necesito que despejes mi agenda. Tengo un par de asuntos personales que solucionar.Llegando hasta el elevador y despojándose de sus gafas de sol, la heredera vio como las puertas del artefacto metálico s
Capítulo 4 —Las mediasNarrador:Jordan se encontraba sumido en un profundo sueño cuando, el sonido de su móvil con una llamada entrante, lo despertó. Al lograr por fin abrir los ojos y razonar de dónde venía el sonido, lo tomó de la mesa de noche y lo observó, encontrando tres llamadas perdidas de su padre y una de su hermana—¿Eli, que sucede? —preguntó al llamar a su hermana, pues de las llamadas perdidas, era la única que le importaba.—Papá ya me ha dicho que es un no definitivo —le respondió sollozando al otro lado de la línea—¡Por Dios, Eli! ¿Podrías ser más específica? Recién me estoy despertando, ¿de qué se trata?—No todos tenemos una vida tan fácil como la tuya, Jordan, como para darnos el lujo de despertarnos al mediodía —se escuchaba muy enojada—¿Me llamaste para rezongarme o para pedirme ayuda?—Papá no va a dejar que vaya a la universidad de Bellas Artes, está empecinado con que vaya la de comercio.—Hablaré con él—No creo que puedas hacer mucho, a menos que tengas d
Capítulo 5 — Café anti resacaNarrador:Los días pasaron, y Ginebra se dedicó a trabajar arduamente en la empresa, recordando esporádicamente su encuentro con aquel desconocido, pero regresando a la realidad que solo sabía su nombre, continuaba su vida como si nada; hasta que llegó el día de la boda de su madre, evento del cual no pudo huir; y debió asistir en contra de su voluntad.—Todo se ve magnífico, Ginebra. Tu madre se esforzó demasiado para tener la boda del año.Caminando a su lado, vistiendo un elegante esmoquin negro, tras insistir llegar con ella, ya que Frida no sabía que su relación había finalizado, Brian adulaba de todas las formas existentes a la madre de LeBlanc, quien aún no hacía acto de presencia; y recorriendo todo el lugar con su vista, ella asintió al ver que esto era cierto. La mujer no había escatimado en gasto para la elegante, pero sutil celebración; que constaba de una decoración compuesta por enormes lámparas de cristal que colgaban desde el techo del sal
Capítulo 6 — El reflejo en el espejoGinebra:Sintiendo el martillar de mi corazón resonar en mis oídos, me quedé rígida ante lo que estaba sucediendo ¿Jordan de ahora en adelante sería mi hermanastro? Tragando el nudo en mi garganta, estreché la mano que me tendía más por obligación que por gusto, y disculpándome una vez me liberó, caminé lo más rápido que mis pies me lo permitían, alejándome de ellos. ¿Cómo podría volver a mirarlo, después de lo que sucedió entre nosotros? Luego de pasar una intensa noche, que disfruté como nunca en mi vida; tras de disfrutar como me hizo suya más de una vez. Dirigiéndome al tocador, cerré la puerta a mis espaldas sintiendo que el corazón saltaría de mi pecho, y caminando hasta el lavado, me aferré a él, con la esperanza de despertar de mi pesadilla.—¡Jordan, es hijo de Oliver! —Tratando de asimilar que esta era la cruda verdad, bajé mi rostro mientras intentaba llenar mis pulmones de aire, y comprendiendo, que mientras más tardara en asimilar lo s
Capítulo 7 —El brindisJordan:Y así me dejó, parado en el baño de mujeres frente al lavabo, mirándome en el espejo. Ella me desconcertaba, pues generaba en mí cosas que no conocía. Siempre que estaba con una mujer buscaba mi placer personal, pero con ella tenía la necesidad de brindárselo. De que gozara conmigo más que yo con ella y eso no me gustaba porque iba en contra de mi naturaleza, tenía que lograr que se entregara a mí, más que voluntariamente, desesperadamente; así que tenía que pensar muy bien mi estrategia para lograr que esa mujer no pudiera sacarme de su cabeza como yo no podía sacarla de la mía. Abrí el agua del grifo con toda la intención de lavarme las manos, pero me miré los dedos y recordando dónde habían estado, me los llevé a la nariz para olerlos. Ese aroma era sencillamente delicioso y estaba haciendo estragos en mí, así que solo pude sonreír e incorporarme nuevamente a la fiesta tratando de comportarme como se esperaba que lo hiciera.—¿Se puede saber dónde car
Capítulo 8 — En mi propio autoGinebra:La fiesta continuaba y cada minuto que transcurría me sentía más asfixiada, no solo por la insistencia de Brian, quien pretendía seguir actuando como mi novio ante toda mi familia, algo que aclararía después de la boda de mi madre, sino también por Jordan, quien pretendía hacerme perder la paciencia con su juego cínico, y absurdo.Huyendo de la multitud, que bailaba, y disfrutaba eufórica de la música, llegué hasta uno de los balcones que tenía una hermosa vista del espléndido jardín del lugar, y sumergiéndome en mis pensamientos, me mantuve allí por unos minutos hasta que Kristen regresó a robarme la paz.—Ginebra, justo a ti te estaba buscandoAcercándose a mí con su reluciente sonrisa, solo rodé mis ojos al tener que lidiar con ella de nuevo; si al menos supiera lo mucho que me desagrada, ni siquiera se atrevería a acercarse a mí. Tragando mi molestia por su presencia, me limité a separarme un poco del barandal del balcón, y manteniendo aun u
Capítulo 9 —Su discípuloJordan: Me gustaba poner nerviosa a ginebra porque quedaba adorable sonrojada. Pero también sabía que si la quería rendida a mis pies no podía abusar de eso. Así que decidí alejarme y darle su espacio durante la fiesta. Frida era una mujer que me caía muy bien, debo reconocerlo; esta vez mi padre acertó. Estaba conversando con ella amenamente, cuánto Ginebra nos interrumpió para llevarme a presentar supuestamente unos empresarios. Me emocioné pensando que estaba buscando un poco de acción, pero resultó que quería presentarme a su prima Kristen, una mujer que solo era un envase vacío, pero no dejaba de ser hermosa. La joven estaba muy interesada en mí, al punto que no llegaron a pasar más de 10 minutos y ya la tenía colgada de mi cuello, devorándome la boca. No dejo de ser un ser humano, pero debo reconocer que se sintió desabrido después de probar a Ginebra. De todas maneras, la invité a que no fuéramos de la fiesta. Al pasar cerca del coche estacionado de Gi
Capítulo 10 —El tourGinebra:Me parecía una pésima broma, que el imbécil de Jordan, se quedará con lo que me pertenecía, una oficina que sería mía tras el retiro de mi madre; que colocándome de pie sin siquiera finalizar mi café, arrojé la servilleta sobre la mesa; no podía quedarme allí, y escuchar las sarta de estupideces de mi madre, y caminando a la salida tras tomar mi bolsa, me dirigí a mi auto. Ahora no solo tendría que lidiar con la presencia de ese ser en mi vida, sino también en mi empresa, una que heredé de mi padre, y he llevado a cuesta desde hace un par de años.Saliendo de la mansión, me detuve cuando escuché la voz de mi madre a mis espaldas, y tratando de mantener la calma, me quedé junto mi vehículo esperando hasta que ella llegara a mi ubicación.—Ginebra, no tienes por qué ponerte así, es una simple oficina.Agitando mi cabeza en negación, estreché el puente de mi nariz al sentirme ofendida por sus palabras.—¿Una simple oficina, madre? Era de mi padre, pero eso y