Capítulo 3 — Te toques pensando en él
Narrador:
Caminando de manera apresurada, pero sin perder la elegancia, por el lobby de industrias LeBlanc, Ginebra se hallaba algo indispuesta por una resaca fenomenal que la azotaba esa mañana. La noche anterior, dejándose llevar por el desamor, se entregó al deseo, y disfrutando una intensa velada con un desconocido, se olvidó, por primera vez, del hombre que decía amar.
—Buen día, señorita LeBlanc, su agenda del día de hoy.
A su lado, su asistente pretendió entregarle el itinerario de ese día; y agitando su mano, restándole importancia, sintiendo su cabeza explotar, la chica ni siquiera volteo a verla
—Sé que a primera hora tengo la junta con mi equipo de trabajo para planificar la nueva colección de verano, pero una vez finalice ese asunto, necesito que despejes mi agenda. Tengo un par de asuntos personales que solucionar.
Llegando hasta el elevador y despojándose de sus gafas de sol, la heredera vio como las puertas del artefacto metálico se cerraban, y contemplando los números en la pantalla de este pasar, esperó hasta llegar a su destino.
—Se me olvidó decirle, señorita Ginebra… Hay alguien esperando por usted.
Una vez el pitido del elevador se extendió por el cubículo, Ginebra vio las compuertas abrirse, y divisando la figura alta y fornida desde lejos de Brian, su exnovio, quien traía en sus manos un enorme ramo de rosas rojas, ella hizo de su mano un puño, molesta al verlo de nuevo
—Pide a los chicos posponer la junta una hora, tengo un asunto que resolver.
Emprendiendo la caminata hasta su oficina, LeBlanc se topó en su camino con Brian, y pidiéndole seguirla al interior del lugar, ella se despojó de sus pertenencias antes de tomar su puesto en el escritorio
—Pensé que no te vería en un par de días, que mi posición había quedado clara en nuestra última discusión.
Juntando sus manos sobre el frío escritorio, Ginebra se mostró indiferente, y luciendo verdaderamente arrepentido, Brian colocó el ramo de sus manos sobre el escritorio en un intento de pedir perdón.
—Tesoro, yo… Te juro que eso no significó nada para mí, Ginebra, yo te amo.
Ella elevó su mano pidiendo detenerse, una vez notó que él pretendía caminar hasta su ubicación, y colocándose de pie, preparada para dar fin a su relación de una buena vez, dijo.
—Y yo repetiré lo mismo que ya te he dicho, no puedo estar con alguien que no me respete, que no me valore; pero sobre todo, que no me ame de verdad ¿Acaso cuando uno ama es infiel? —Manteniéndose en silencio, Ginebra espero una respuesta que no llegó, todo lo opuesto, Brian solo selló sus labios, y bajó su rostro sabiendo que ella tenía razón —No, uno valora, uno respeta, y Brian, en el tiempo que tenemos juntos, tú no lo has hecho.
El joven introdujo las manos en sus bolsillos, sabiendo que no había forma de convencer a Ginebra de permanecer a su lado, y recurriendo a la única oportunidad que le quedaba para recuperarla, preguntó.
—Al menos, ¿podré asistir a la boda de tu madre? Pregunto, porque recuerda que soy uno de sus invitados especiales.
Ginebra sabía que en ese asunto no podía intervenir, menos cuando su madre tenía todo perfectamente planificado, por lo que sabiendo que negarse complicaría más el asunto, ella accedió en contra de su voluntad.
—Por mí no hay problema, siempre y cuando mantengas clara tu posición, está bien que sigamos con los planes originales
Brian, acercándose a ella negándose a darse por vencido, le dio un pequeño abrazo, y depositando un casto beso en su mejilla, se retiró con la promesa de verla dos semanas después para la celebración. El resto de la mañana, LeBlanc se dispuso a trabajar a pesar de hallarse un poco agotada, y recibiendo la llamada de Frida, una vez la reunión con su equipo finalizó, ella rodó los ojos al notar en la pantalla de su teléfono, el nombre de su madre.
—¡Madre! Qué gusto recibir tu llamada tan temprano
Con un toque de ironía, Ginebra respondió. No porque tuviese algo en contra de su madre, porque en realidad la quería muchísimo, era solo que la mujer se hallaba algo hastiada del asunto de su boda, la cual según su parecer era algo acelerada.
—Ginebra, por favor. Sé que no estás ni un poco feliz de escucharme; aun así, te llamo para recordarte la cena de ensayo, a la cual debes asistir.
Negando con su cabeza, ella salió de la sala de juntas, y caminando de regreso a su lugar de trabajo, esta agito su mano, una vez vio a Fiorella salir del elevador.
—Ya lo sé mamá, en los últimos días no haces más que hablar del asunto, pero como sabes estoy trabajando. Al parecer tengo una propuesta de expansión de la franquicia, y debo enfocarme en eso. Si termino a tiempo, allí estaré, te lo prometo.
Despidiéndose de su madre tras hablar un par de cosas más, Ginebra cortó la llamada con ella, y recibió a su amiga, que llegaba en ese momento
—¿Al menos se acostaron? —preguntó Fiorella, que solo venía a averiguar lo sucedido con el hombre desconocido de la noche anterior
Sintiendo sus mejillas sonrojarse, la joven asintió; y liberando un pequeño gritillo de alegría al ver que su amiga al fin se atrevió a meterse en la cama con alguien más que no fuera Brian y la ronda de preguntas inició
—¿Es bueno en la cama? ¿Cuántos años tiene? ¿Te hizo venir? No sé Ginebra ¡Cuéntame algo!
Dejándose ver eufórica por el gran paso a la superación de su ex, Fiorella no permitía que esta continuara su relato, y colocándose de pie, mordiendo su labio inferior, al recordar la habilidosa lengua de Jordan, ella respondió
—Súper bueno, Fio, ese hombre es fenomenal, no pregunte su edad, en ese momento, digamos que no pensaba con claridad; y lo otro… —Exhalando un poco de aire al sentirse un poco sofocada por tener que recordar la intensa noche, Ginebra agregó —Más de una vez, Fio. Jordan fue… Ni siquiera sé cómo describirlo —Aplaudiendo con sus delicadas manos, Fiorella insistió en saber más de él, y revelando la cruda realidad, ella se sintió un poco mal por Ginebra —Lo peor es que tal vez no lo vuelva a ver en mi vida, lo cual en cierta parte es favorable, así no tendré que recordar cada vez que lo vea que me acosté con un desconocido —la chica sonrió sabiendo que esto era cierto, la consciencia de Ginebra no la dejaría de perturbar si lo volvía a ver; por lo que desaparecer para siempre era lo mejor.
—Al menos sabes su nombre, así que cuando te toques pensando en él, podrás suspirar diciendo, Jordan…Jordan…Jordan —se burló de ella mientras reía a carcajadas.
—Eres una idiota, Fio, no tienes cura —le dijo riendo mientras le propinaba un golpe en el hombro, pero sintiendo su rostro arder, pues sabía que su amiga tenía la razón.
Permaneciendo el resto de la tarde con su amiga, estas hablaron un par de cosas, completamente inocentes, a lo que le deparaba el destino, sin saber que unos días más, este hombre desconocido, regresaría a poner su mundo de cabeza.
Capítulo 4 —Las mediasNarrador:Jordan se encontraba sumido en un profundo sueño cuando, el sonido de su móvil con una llamada entrante, lo despertó. Al lograr por fin abrir los ojos y razonar de dónde venía el sonido, lo tomó de la mesa de noche y lo observó, encontrando tres llamadas perdidas de su padre y una de su hermana—¿Eli, que sucede? —preguntó al llamar a su hermana, pues de las llamadas perdidas, era la única que le importaba.—Papá ya me ha dicho que es un no definitivo —le respondió sollozando al otro lado de la línea—¡Por Dios, Eli! ¿Podrías ser más específica? Recién me estoy despertando, ¿de qué se trata?—No todos tenemos una vida tan fácil como la tuya, Jordan, como para darnos el lujo de despertarnos al mediodía —se escuchaba muy enojada—¿Me llamaste para rezongarme o para pedirme ayuda?—Papá no va a dejar que vaya a la universidad de Bellas Artes, está empecinado con que vaya la de comercio.—Hablaré con él—No creo que puedas hacer mucho, a menos que tengas d
Capítulo 5 — Café anti resacaNarrador:Los días pasaron, y Ginebra se dedicó a trabajar arduamente en la empresa, recordando esporádicamente su encuentro con aquel desconocido, pero regresando a la realidad que solo sabía su nombre, continuaba su vida como si nada; hasta que llegó el día de la boda de su madre, evento del cual no pudo huir; y debió asistir en contra de su voluntad.—Todo se ve magnífico, Ginebra. Tu madre se esforzó demasiado para tener la boda del año.Caminando a su lado, vistiendo un elegante esmoquin negro, tras insistir llegar con ella, ya que Frida no sabía que su relación había finalizado, Brian adulaba de todas las formas existentes a la madre de LeBlanc, quien aún no hacía acto de presencia; y recorriendo todo el lugar con su vista, ella asintió al ver que esto era cierto. La mujer no había escatimado en gasto para la elegante, pero sutil celebración; que constaba de una decoración compuesta por enormes lámparas de cristal que colgaban desde el techo del sal
Capítulo 6 — El reflejo en el espejoGinebra:Sintiendo el martillar de mi corazón resonar en mis oídos, me quedé rígida ante lo que estaba sucediendo ¿Jordan de ahora en adelante sería mi hermanastro? Tragando el nudo en mi garganta, estreché la mano que me tendía más por obligación que por gusto, y disculpándome una vez me liberó, caminé lo más rápido que mis pies me lo permitían, alejándome de ellos. ¿Cómo podría volver a mirarlo, después de lo que sucedió entre nosotros? Luego de pasar una intensa noche, que disfruté como nunca en mi vida; tras de disfrutar como me hizo suya más de una vez. Dirigiéndome al tocador, cerré la puerta a mis espaldas sintiendo que el corazón saltaría de mi pecho, y caminando hasta el lavado, me aferré a él, con la esperanza de despertar de mi pesadilla.—¡Jordan, es hijo de Oliver! —Tratando de asimilar que esta era la cruda verdad, bajé mi rostro mientras intentaba llenar mis pulmones de aire, y comprendiendo, que mientras más tardara en asimilar lo s
Capítulo 7 —El brindisJordan:Y así me dejó, parado en el baño de mujeres frente al lavabo, mirándome en el espejo. Ella me desconcertaba, pues generaba en mí cosas que no conocía. Siempre que estaba con una mujer buscaba mi placer personal, pero con ella tenía la necesidad de brindárselo. De que gozara conmigo más que yo con ella y eso no me gustaba porque iba en contra de mi naturaleza, tenía que lograr que se entregara a mí, más que voluntariamente, desesperadamente; así que tenía que pensar muy bien mi estrategia para lograr que esa mujer no pudiera sacarme de su cabeza como yo no podía sacarla de la mía. Abrí el agua del grifo con toda la intención de lavarme las manos, pero me miré los dedos y recordando dónde habían estado, me los llevé a la nariz para olerlos. Ese aroma era sencillamente delicioso y estaba haciendo estragos en mí, así que solo pude sonreír e incorporarme nuevamente a la fiesta tratando de comportarme como se esperaba que lo hiciera.—¿Se puede saber dónde car
Capítulo 8 — En mi propio autoGinebra:La fiesta continuaba y cada minuto que transcurría me sentía más asfixiada, no solo por la insistencia de Brian, quien pretendía seguir actuando como mi novio ante toda mi familia, algo que aclararía después de la boda de mi madre, sino también por Jordan, quien pretendía hacerme perder la paciencia con su juego cínico, y absurdo.Huyendo de la multitud, que bailaba, y disfrutaba eufórica de la música, llegué hasta uno de los balcones que tenía una hermosa vista del espléndido jardín del lugar, y sumergiéndome en mis pensamientos, me mantuve allí por unos minutos hasta que Kristen regresó a robarme la paz.—Ginebra, justo a ti te estaba buscandoAcercándose a mí con su reluciente sonrisa, solo rodé mis ojos al tener que lidiar con ella de nuevo; si al menos supiera lo mucho que me desagrada, ni siquiera se atrevería a acercarse a mí. Tragando mi molestia por su presencia, me limité a separarme un poco del barandal del balcón, y manteniendo aun u
Capítulo 9 —Su discípuloJordan: Me gustaba poner nerviosa a ginebra porque quedaba adorable sonrojada. Pero también sabía que si la quería rendida a mis pies no podía abusar de eso. Así que decidí alejarme y darle su espacio durante la fiesta. Frida era una mujer que me caía muy bien, debo reconocerlo; esta vez mi padre acertó. Estaba conversando con ella amenamente, cuánto Ginebra nos interrumpió para llevarme a presentar supuestamente unos empresarios. Me emocioné pensando que estaba buscando un poco de acción, pero resultó que quería presentarme a su prima Kristen, una mujer que solo era un envase vacío, pero no dejaba de ser hermosa. La joven estaba muy interesada en mí, al punto que no llegaron a pasar más de 10 minutos y ya la tenía colgada de mi cuello, devorándome la boca. No dejo de ser un ser humano, pero debo reconocer que se sintió desabrido después de probar a Ginebra. De todas maneras, la invité a que no fuéramos de la fiesta. Al pasar cerca del coche estacionado de Gi
Capítulo 10 —El tourGinebra:Me parecía una pésima broma, que el imbécil de Jordan, se quedará con lo que me pertenecía, una oficina que sería mía tras el retiro de mi madre; que colocándome de pie sin siquiera finalizar mi café, arrojé la servilleta sobre la mesa; no podía quedarme allí, y escuchar las sarta de estupideces de mi madre, y caminando a la salida tras tomar mi bolsa, me dirigí a mi auto. Ahora no solo tendría que lidiar con la presencia de ese ser en mi vida, sino también en mi empresa, una que heredé de mi padre, y he llevado a cuesta desde hace un par de años.Saliendo de la mansión, me detuve cuando escuché la voz de mi madre a mis espaldas, y tratando de mantener la calma, me quedé junto mi vehículo esperando hasta que ella llegara a mi ubicación.—Ginebra, no tienes por qué ponerte así, es una simple oficina.Agitando mi cabeza en negación, estreché el puente de mi nariz al sentirme ofendida por sus palabras.—¿Una simple oficina, madre? Era de mi padre, pero eso y
Capítulo 11 —Los escombros Jordan: Confirmado, esas mujeres tenían más dinero que nosotros, pues al llegar a su edificio pude notar que era por lo menos tres veces más grande que el nuestro, pero no era ese el motivo por el cual mi padre había unido nuestras familias, sino que realmente estaba enamorado de Frida. Yo lo conocía y podía dar fe de ello. Antes de entrar me miré en el reflejo de la puerta, para asegurarme no tener ni un cabello fuera de lugar, ni la corbata torcida, era mi entrada triunfal en las industrias LeBlanc y tenía que dar una buena impresión. Me presenté con el portero y obviamente ya tenía mi información ingresada en su base de datos, por lo que me dio mi pase personalizado para que pudiera moverme libremente por todo el edificio y me indicó cuál era la oficina de la presidenta, o sea Ginebra. Cuando llegué al piso, me acerqué a su secretaria con una amplia sonrisa—Buenas tardes, hermosa criatura—Buenas tardes, Señor Sinclair —Obviamente en ese edificio ya me