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Mi Hermanastro Mi Tentación
Mi Hermanastro Mi Tentación
Por: Francis Wil
Capítulo 1 —Una chica con novio

Capítulo 1 —Una chica con novio

Narrador: 

Y allí se encontraba, Ginebra LeBlanc, recorriendo el borde de la copa con su dedo, se mantenía sumergida en sus pensamientos, mientras que a su alrededor una multitud de personas disfrutaban su noche.

—¡Ginebra, por favor! Cambia esa cara, en lugar de estar en una fiesta, parece que estuvieses en un funeral —Golpeando el costado de su cuerpo, Fiorella, su mejor amiga, intentaba animarla, mientras que los males del corazón no la dejaban disfrutar del magnífico ambiente.

—¿Cómo quieres que esté, Fio? Brian lo hizo de nuevo, y esta vez no solo fue una conversación, fue una reservación de hotel, a la que asistió con Melanie —Dejando que la tristeza se reflejara en su rostro, la heredera confesó su mal, despertando la empatía de su amiga, que la abrazó.

—Te lo he dicho, Ginebra, deja a ese idiota, él no te ama, él solo ama tu herencia —Apretando sus labios la chica dijo una gran verdad que en el fondo Ginebra sabia, pero que no quería aceptar —Es tiempo que quites esa cara, y por esta noche celebres, no todos los días cierras un contrato millonario, además, si miras a tus espaldas, tienes a un montón de hombres observándote desde que llegamos

Mirando a sus espaldas, un par de caballeros agitaron sus manos en forma de saludo, y rodando sus ojos, esta soltó una bocanada de aire, cansada de la insistencia de su amiga en ceder ante la tentación. 

—Yo no soy como tú, Fio, sin ofender, tú estás acostumbrada a saltar de bragueta, yo soy mujer de un solo hombre, y tú, mejor que nadie, sabes que ese es Brian —La chica bufa al escuchar enseguida a Ginebra, quien era tan tonta que no veía la verdad de su relación.

—Y eso está bien, Ginebra, si él fuera hombre de una sola mujer —tomando las manos de la castaña, la rubia intentaba hacerla entrar en razón —Entiendo que él es el único hombre en tu vida, el primero, a quien amas, pero no es bueno estar atada a alguien que no te respeta, que no te valora… Date la oportunidad de mirar a tu alrededor, tal vez conozcas a alguien, que sea más interesante que él.

Adorando por completo a su confidente, LeBlanc agradeció su apoyo incondicional, y retomando la ronda de tragos, dejaron por esa noche a Brian de lado, y se dispusieron a disfrutar.

—¿Qué estás mirando, Jordan?—Preguntándole a su amigo, uno de los hombres de la barra, quien parecía muy interesado en un par de féminas a escasos metros de ellos, Patricio llevó el vaso de licor a sus labios.

—Nuevas presas, esas carnes, nunca las había visto frecuentar el lugar —Sin dejar de mirar a sus próximas víctimas, Jordan respondió.

—Seguramente son unas ni*ñas malcriadas y ricas, que lo único que están buscando es un poco de emoción —Haciendo un gesto con su mano restándole importancia, Patricio continuó como si nada.

—Y yo pienso dárselas, por lo menos a una —Relamiendo sus labios con su lengua, Jordan se imaginó las mil y una forma de complacer a una de ellas, quien cubría su cuerpo esbelto y delicado con un una falda negra y una blusa blanca, casi transparente, que dejaban ver su brasier de encaje ne*gro, y que moría por deslizar por su sedosa piel.

—Te apuesto a que no te da ni la hora —Pensando que este no lograría nada, Patricio lo retó. 

—Yo te apuesto a que, no solamente me da la hora, sino que me la llevó de aquí —y seguro de sí mismo, Jordan accedió.

—¡Hecho! —estrecharon sus manos, y el par de amigos confirmaron el pacto.

Jordan había puesto sus ojos en Ginebra y para Fiorella, eso no había pasado desapercibido, ella era una hábil cazadora, entonces reconocía a los suyos de lejos 

—Ginebra, aquel hombre no deja de mirarte —Refiriéndose a otro hombre, que se hallaba en la barra, Fiorella le susurro a su amiga, la cual tomó un sorbo de su bebida antes de mirarlo

—Y reconozco que es lindo —dijo regresando la vista a su amiga —pero yo no estoy buscando nada, Fiorella, y tú lo sabes 

Recalcando su posición de seguir fiel a Brian, la mujer se negó a ceder, algo que respeto su amiga.

—Tienes razón, perdona, vayamos a bailar. 

Y Arrastrando a Ginebra de la mano, Fiorella la llevó a la pista a bailar, empezó a hacer dar vueltas y vueltas y vueltas, así se fue acercando hasta el joven de la barra, que se hallaba en medio de la pista disfrutando con su compañero. LeBlanc había comenzado a marearse y cada vez lo estaba más. Hasta que casi cae, pero unos fuertes abrazos la sostuvieron 

—¿Estás bien? —le preguntó el muchacho, que parecía interesado en su salud 

—Sí, solo un poco mareada, pero estoy bien —y se soltó del agarre de Jordan, pero casi vuelve a caerse, así que volvió a tomarla, pero con más fuerza. 

—Yo creo que no, deja que te lleve afuera, para que tomes un poco de aire 

—Yo no te conozco, como para salir contigo 

—No vas a salir conmigo, yo te voy a acompañar afuera a tomar un poco de aire, para que se te vaya el mareo o puedo soltarte, dejar que te caigas aquí, en la pista, y que todo te pisoteen 

Muy a su pesar, sabía que él tenía razón, ahí estaban todos muy bebidos, muy drog*ados, como para que reparar en que ella se había caído. Así que asintió con la cabeza y se dejó guiar hasta fuera del edificio. Una vez fuera, aspiró un par de bocanadas de aire, como si se tratara de un buzo al que se le pinchó el tanque de oxígeno. Él solo la miraba y sonreía, pero sus ojos tenían un brillo malicioso. 

—¿A qué se está mejor aquí fuera? 

—Sí, gracias, perdona, no tenía que haber sido tan grosera contigo, solo querías ayudarme 

—Por supuesto, solo estaba preocupado por tu bienestar, nada más, ahora que ya estás mejor, vuelvo con mis amigos 

Se dio media vuelta y la dejó parada, prácticamente en la calle, y volvió a entrar a la discoteca. Ella quedó desconcertada, porque pensó que él estaba coqueteando con ella, pero se dio cuenta de que no y que, aparentemente, sí, su único interés, era que estuviera bien, así que una vez que se despejó, volvió a entrar a la discoteca. Trató de bailar con sus amigas, pero otra vez, comenzó a sentirse un poco mareada, así que se sentó en un rincón oscuro. Estaba por quedarse dormida, cuando sintió una mano sobre su pierna. 

—¿Te sientes mejor, desconocida? 

Al abrir sus ojos, se encontró con los penetrantes ojos del joven, que le había llevado a la calle, para despejarse 

—Sí, muchas gracias, pero aún estoy mareada 

—Lo que tú necesitas es un café 

—Sí, creo que sí, muy cargado —y sonrío, era la primera vez que le sonreía a un chico que no fuera su novio 

—Conozco un lugar donde sirven los mejores cafés, para quitar la resaca de la ciudad.

—Tengo novio —le soltó de golpe

—¡Wow! ¿Y qué?, ¿no se le puede invitar, a una chica con novio, a tomar un café? ¿O estás pensando otra cosa? —le dijo, acercándose peligrosamente hacia ella y apretando la mano que tenía en su pierna 

—No, claro que no, solo te lo aclaraba. 

—Bien, ya está aclarado, ¡vayamos por el café!

Y, sin que ella pudiera negarse, la tomó de la muñeca y la arrastró fuera de la discoteca, paró un taxi y prácticamente la tiró de cabeza dentro. Le indicó al taxista lugar donde llevarlos. 

—Al hotel Hilton, por favor. 

—¿A un hotel? —preguntó ella sorprendida 

—Sí, allí es donde sirven los mejores cafés para la resaca, pero si no quieres, puedo llevarte a tu casa 

—no, no, sí, sí quiero 

—Perfecto —y sonrío mientras se mordía su labio inferior

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