Capítulo 318
Leandro se tambaleó hasta quedar frente a Diego, intentando agarrarlo, pero sus brazos ya no tenían fuerza.

Las luces brillantes del vestíbulo iluminaban su hermoso rostro, pero sus cejas se fruncían en una expresión de dolor. Sus ojos ahora estaban más oscuros que la noche, y su rostro era muy pálido.

—Te lo pregunto de nuevo, ¿eres tú? ¿Eres tú quien la ha escondido? No finjas sorpresa, ¿acaso no sabías ya toda esta supuesta verdad? ¿De verdad crees que, al regresar a casa, te enamoraste de ella a primera vista? ¿Querías que renunciara y la llevaras lejos de mí? ¿Dijiste que la llevarías a Valerica? En el campo de golf, dijiste en voz alta que te gustaba. Jeje, Diego, ¿sabías todo esto desde el principio? ¿Por eso querías escapar con ella?

—Te lo repito, no tengo intención de escapar con ella. Puedes insultarme, pero no la insultes a ella. Me gusta, pero ella no siente lo mismo por mí —Diego, aunque no quería admitirlo, tuvo que hacerlo. Sabía muy bien que Luna no tenía sentimientos
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