Una foto, dos primos que se querían como hermanos y que crecieron sin saber que en realidad lo eran. Esa era la imagen que Leo miraba en la pantalla de su teléfono móvil. Una foto antigua que tenía con Nader en su décimo cumpleaños.Una llamada lo sacó de sus pensamientos. El gruñó por el dolor en su mentón, fruto de uno de los puñetazos que le había dado su primo y por los golpes que ya tenía de una pelea anterior.Leo giró los ojos y decidió contestar, pues la persona que estaba llamando no iba darse por vencida.—Mamá no es un buen momento…—En los últimos años ningún momento es bueno para ti, Leo. —respondió Olga Volkov.—Mamá, no estoy con humor para una de tus terapias telefónicas o para una charlita entre madre e hijo. —replicó Leo con cansancio caminando hasta el minibar para sacar algo de hielo para sus heridas.—Más que una charla, necesitamos vernos. Tienes que volver a casa es urgente. —Leo la escuchó suspirar y frunció el ceño, pero Olga no tardó en agregar. —Creo que es
Los rayos del Sol atravesaron las pupilas de Nader Khalil aquella mañana como cuchillos.Para un hombre que había pasado toda la noche en vela, dándole vueltas a sus pensamientos y sobre todo a sus sentimientos, encarar el amanecer era una tarea casi titánica y más cuando tenía que ver a su niña alejarse de él para siempre, antes de que el Sol terminase de salir.Apoyado en su auto, Nader vio a Aisha subirse al jet privado con un agujero desgarrando su pecho, al ver cómo ella lo dejaba atrás con la cabeza erguida sin siquiera despedirse de él o mirarlo por última vez.Aisha había pasado toda la noche llorando, cansada de ver cómo decidían sobre su vida sin que pudiera hacer nada al respecto. Lo que más le dolía era saber que aún con todos sus celos, con esa horrible obsesión por reclamarla como suya, ese mismo hombre se había adueñado de una parte de su ser y conquistado un pedazo de su corazón, que ella jamás volvería a recuperar.Nader le había dado la opción de permanecer a su lado
Nada más llegar a su edificio rodeado de sus guardaespaldas, Nader percibió que algo iba mal cuando encontró al hombre que había enviado con Aisha tirado en un rincón del portal.—¡¡Noman!! —lo llamó Nader angustiado.—Señor… —respondió Noman con la voz débil y un poco mareado. —Señor… la señorita Assiri…—¿Dónde está Aisha, Noman… dónde está mi niña? —preguntó Nader desesperado.Aunque el avión en que iba Nader salió detrás del jet en el que había viajado Aisha, él no llegó a tiempo de impedir lo peor…—La señorita, ella… se la han llevado… unos… unos hombres…—¿¡Qué!? —exclamó Nader sintiendo que el corazón se le subía a la garganta.El ingeniero salió corriendo, subiendo directo a su departamento donde encontró a Zeyneb golpeada e histérica por lo que había acabado de ocurrir.—Podemos llamar a la policía, señor Khalil. —opinó uno de los hombres de Nader, pero lo vio resoplar exasperado.—Eso no serviría de nada, ellos tienen un contrato donde confirma que Hasad Ali tiene derechos
Nader estaba dentro de su auto, aparcado en una esquina desde donde podía observar la casa de la familia Ali. Allí se encontraba su niña, que esperaba por su inminente boda con el viejo Hasad.Por miedo a que Nader encontrase la manera de evitar la boda, Hasad obligó a la chica a quedarse en su casa hasta el día de la ceremonia. Mientras tanto Nader vigilaba el lugar, desesperado, loco por sacar a su niña de aquel horrible lugar.—Solo faltan menos de treinta horas Yousef, entonces Aisha será la esposa de ese cabrón. —dijo Nader con rabia, hablando por teléfono con su abogado.—Estoy buscando cualquier cosa que pueda impedir que eso pase, pero ya conoces las leyes de nuestro país, sobre todo cuando se tratan de las mujeres. —respondió Yousef con frustración. —No le van a hacer más daño Nader, más que nada porque tú debes entregarla el día de la boda y dudo mucho que Hasad quiera volver a despertar tu ira. Vete a casa Nader, mañana será otro día. —aconsejó el abogado sabiendo que perdí
Habría que estar loco para interponerse entre un ruso armado y su determinación a robarse a la novia el día de su boda.Ninguno de los hijos de Hasad estaban listos para enfrentar a Leo, que sacó a Aisha de la casa de la familia Ali lo más rápido que pudo.—Estás loco Leo, ¿cómo es qué has aparecido aquí solo y armado? —cuestionó Aisha levantando su vestido para no caer mientras seguía a Leo lo más rápido que podía.—Nena, con lo poco que has visto de mi persona, ¿crees de verdad que esa pregunta tiene sentido? —cuestionó Leo y la vio sonreír emocionada. —¡Ahora vamos, tenemos que irnos de aquí cuanto antes!—Pero Leo, aunque me marche ahora ese acuerdo seguirá vigente, no hay nada que puedas hacer para cambiar eso. Estoy prometida a ese hombre, y dudo mucho que desista de tenerme como su esposa. —dijo Aisha afectada, ella no encontraba la manera de despertar de aquella pesadilla.—Si hay una manera de hacerlo, nena. Cuando tu afirma aparezca en un acta de matrimonio al lado de la fir
Aisha entró en el palacio después haber dejado a Nader sin una respuesta a su pregunta. Con un nudo en la garganta y su corazón latiendo a mil por hora, ella caminó hasta el altar donde se celebraría su boda con el heredero de un jeque, el sueño de muchas mujeres.Él la esperaba nervioso, ansioso y aterrado, pero decidido a unir su vida a la de su protegida, a la mujer que era su perdición y, a la vez, su única salvación.En el salón del palacio real solo encontraban el príncipe heredero, que fulminaba al novio con la mirada,y la pequeña familia de Aisha. Los ojitos de Melisa brillaban por ver a su hermana vestida como una verdadera princesa.Los padres de Nader no asistirían a la boda. El ingeniero no se molestó en invitarlos. Era un día difícil y al mismo tiempo especial para él y para Aisha, no necesitaban más tensión en el ambiente de la que ya había.Aisha tomó la mano de Karim, quien se encargaría de entregarla a su esposo, pero el corazón de la muchacha se congeló al escuchar l
Aisha entró en la suite, donde su esposo esperaba por ella. Al principio se sintió algo decepcionada al ver que estaba vacía, hasta que lo vio.Nader estaba de pie delante de un sillón preparado para Aisha. Delante había una tina de oro con pétalos de rosas y deliciosas fragancias. La muchacha sabía perfectamente para lo que servía. Nader tenía que lavar los pies de su esposa antes de consumar su matrimonio.-Nuestra noche de nupcias. -susurró Aisha sacando a Nader de su ensimismamiento.Ella tragó en seco al ver que él solo llevaba puesto un pantalón blanco. Su torso estaba desnudo, sus cabellos mojados y sus pies descalzo. Como complemento Nader solo llevaba unas pulseras de oro en las muñecas.Era un hombre bellísimo, casi imposible de describir lo atractivo que podía llegar a verse. Sin proponérselo Nader Khalil podía seducir a cualquier mujer en el mundo, pero él…él solo tenía ojos para la belleza que tenía en frente.Nader seguía asemejando la perfección de Aisha a la de una sir
Una mañana días después, Aisha amaneció en una vida que jamás se había imaginado para ella. Princesa, casada con un hombre poderoso que estaba decidido a ponerla por encima de cualquier ser en la tierra. Para una chica humilde, una simple sirvienta eso podría considerarse un sueño hecho realidad. Pero Aisha Assiri…bueno, Aisha Khalil no estaba del todo segura de si el hombre que la hizo su esposa, sería realmente capaz de abandonar su viejo yo para ser feliz a su lado. Mucho menos cuando en tantas ocasiones Nader la hizo sentirse inferior a él.Era duro amar sin confianza, sin la seguridad de saber si era el verdadero amor de su marido o únicamente un capricho más en la vida de un hombre libertino.Pero desde que dio el “SÍ QUIERO” a su protector, este no hacía más que luchar por ella cada día. Segura de eso, Aisha se sentó en la cama con los ojos cerrados sabiendo que, como todos los días, había una pequeña cajita roja esperando a que despertase. Apretando sus párpados con fuerza,