Nader tomó la decisión de regresar a su hotel andando, pues tenía que despejar la cabeza de alguna manera para no pensar en su frustración. En el deseo de tener a Aisha, en sus sentimientos encontrados hacia a ella, y en el hecho de que si no podía estar con otra mujer, no sabía cómo iba a hacer para olvidarla.El amor para Nader era sinónimo de tristeza, engaños, amargura y destrucción. Para él no había nada de hermoso en esa droga que tantos soñaban probar. Pero Aisha, su Aisha…su niña soñaba con ser amada y Nader sabía que jamás sería capaz de darle una historia de ensueño, como esas románticas que tantas niñas tenían la ilusión de vivir.Por eso se sentía como un miserable por la propuesta que le hizo unas horas antes. En ese momento no podía pensar, solo quería tenerla bajo su cuerpo y escucharla gemir mientras la hacía suya. Su mente se vio nublada por el deseo y la lujuria. Se había comportado como un canalla que intentaba robar la inocencia de una chiquilla, que poco sabía de
—No comes, no hablas… así veo difícil que podamos disfrutar de esta velada juntos cariño. —dijo Aline agarrando la mano de Nader que estaba sobre la mesa para llamar su atención, ya que lo sentía distante.Nader trago en seco pensando que él no entendía el motivo por el que había decidido intentar estar con Aline otra vez. Pues sabía que la única con la que quería estar era justamente la mujer que necesitaba alejarla de él antes de que la hiciese daño.—Lo siento Aline, es solo que con tantos compromisos y reuniones tengo la cabeza a mil. Así me cuesta relajarme como me gustaría. —mintió Nader echando la culpa al trabajo.Era más fácil decirle eso a su ex novia antes que admitir que no pudo tener sexo con ella porque tenía a su secretaria metida en su cabeza. Todos sus pensamientos empezaban y terminaban en Aisha.—Bueno, digamos que el restaurante tampoco ayuda. —se quejó Aline mirando el lugar donde Nader la había llevado a cenar.—Tu secretaria nos hizo una reserva en el mejor resta
Una hora, tan sólo había pasado una hora desde que Aisha se había encerrado en la habitación para ponerse el vestido que la llevaría a romper todas las reglas que le impusieron a lo largo de su vida.El reflejo en el espejo estaba muy lejos de parecerse a la chica que solo había nacido para servir. La sirvienta que pasó la mayor parte de su invisible existencia con la cabeza gacha, pues esa era su obligación o de lo contrario terminaría encontrando la muerte. Ella tuvo que mantener la vista en el suelo durante años recordando cada segundo que aquel era su lugar. Siempre por debajo de los demás, de aquellos que nacieron en cunas de oro, literalmente.Leo sujetaba con una copa mirando la puerta de habitación de Aisha con expectación. Llevaba años sin sentirse tan atraído por una muchacha y Aisha era tan especial que fue capaz de despertar sentimientos en el ruso que él jamás había probado. Entonces esa maldita puerta se abrió de par en par para dar paso a ella, a la mujer más jodidament
—¡Por favor paren! —gritó Aisha desesperada viendo lo que su decisión había provocado. Nader y Leo se habían vuelto locos y estaban destruyendo todo el lugar en un duelo por ver quién tenía más derecho a estar con ella. —¡Por favor que alguien los detenga antes de que se maten!Un camarero sujetaba a Aisha para mantenerla apartada de la pelea mientras otros buscaban la manera de detener el caos que se había desatado, pero en el intento solo recibían golpes.Nader y Leo parecían dos bestias, y había que estar loco para intentar parar a cualquiera de los dos.Aline observaba todo desde su asiento percibiendo que allí no quedaba nada para ella. Estaba claro que, si Nader era capaz de atacar a la persona que más quería en el mundo por Aisha, eso significaba que ninguna otra mujer tendría posibilidades de conquistarlo. Ella agarró una botella de vino blanco, atravesó aquel campo de batalla y se marchó.Leo estaba sangrando y Nader no se veía mucho mejor. La pelea fue dura y todo en el ruso
Una foto, dos primos que se querían como hermanos y que crecieron sin saber que en realidad lo eran. Esa era la imagen que Leo miraba en la pantalla de su teléfono móvil. Una foto antigua que tenía con Nader en su décimo cumpleaños.Una llamada lo sacó de sus pensamientos. El gruñó por el dolor en su mentón, fruto de uno de los puñetazos que le había dado su primo y por los golpes que ya tenía de una pelea anterior.Leo giró los ojos y decidió contestar, pues la persona que estaba llamando no iba darse por vencida.—Mamá no es un buen momento…—En los últimos años ningún momento es bueno para ti, Leo. —respondió Olga Volkov.—Mamá, no estoy con humor para una de tus terapias telefónicas o para una charlita entre madre e hijo. —replicó Leo con cansancio caminando hasta el minibar para sacar algo de hielo para sus heridas.—Más que una charla, necesitamos vernos. Tienes que volver a casa es urgente. —Leo la escuchó suspirar y frunció el ceño, pero Olga no tardó en agregar. —Creo que es
Los rayos del Sol atravesaron las pupilas de Nader Khalil aquella mañana como cuchillos.Para un hombre que había pasado toda la noche en vela, dándole vueltas a sus pensamientos y sobre todo a sus sentimientos, encarar el amanecer era una tarea casi titánica y más cuando tenía que ver a su niña alejarse de él para siempre, antes de que el Sol terminase de salir.Apoyado en su auto, Nader vio a Aisha subirse al jet privado con un agujero desgarrando su pecho, al ver cómo ella lo dejaba atrás con la cabeza erguida sin siquiera despedirse de él o mirarlo por última vez.Aisha había pasado toda la noche llorando, cansada de ver cómo decidían sobre su vida sin que pudiera hacer nada al respecto. Lo que más le dolía era saber que aún con todos sus celos, con esa horrible obsesión por reclamarla como suya, ese mismo hombre se había adueñado de una parte de su ser y conquistado un pedazo de su corazón, que ella jamás volvería a recuperar.Nader le había dado la opción de permanecer a su lado
Nada más llegar a su edificio rodeado de sus guardaespaldas, Nader percibió que algo iba mal cuando encontró al hombre que había enviado con Aisha tirado en un rincón del portal.—¡¡Noman!! —lo llamó Nader angustiado.—Señor… —respondió Noman con la voz débil y un poco mareado. —Señor… la señorita Assiri…—¿Dónde está Aisha, Noman… dónde está mi niña? —preguntó Nader desesperado.Aunque el avión en que iba Nader salió detrás del jet en el que había viajado Aisha, él no llegó a tiempo de impedir lo peor…—La señorita, ella… se la han llevado… unos… unos hombres…—¿¡Qué!? —exclamó Nader sintiendo que el corazón se le subía a la garganta.El ingeniero salió corriendo, subiendo directo a su departamento donde encontró a Zeyneb golpeada e histérica por lo que había acabado de ocurrir.—Podemos llamar a la policía, señor Khalil. —opinó uno de los hombres de Nader, pero lo vio resoplar exasperado.—Eso no serviría de nada, ellos tienen un contrato donde confirma que Hasad Ali tiene derechos
Nader estaba dentro de su auto, aparcado en una esquina desde donde podía observar la casa de la familia Ali. Allí se encontraba su niña, que esperaba por su inminente boda con el viejo Hasad.Por miedo a que Nader encontrase la manera de evitar la boda, Hasad obligó a la chica a quedarse en su casa hasta el día de la ceremonia. Mientras tanto Nader vigilaba el lugar, desesperado, loco por sacar a su niña de aquel horrible lugar.—Solo faltan menos de treinta horas Yousef, entonces Aisha será la esposa de ese cabrón. —dijo Nader con rabia, hablando por teléfono con su abogado.—Estoy buscando cualquier cosa que pueda impedir que eso pase, pero ya conoces las leyes de nuestro país, sobre todo cuando se tratan de las mujeres. —respondió Yousef con frustración. —No le van a hacer más daño Nader, más que nada porque tú debes entregarla el día de la boda y dudo mucho que Hasad quiera volver a despertar tu ira. Vete a casa Nader, mañana será otro día. —aconsejó el abogado sabiendo que perdí