Capítulo III

Sennet agradeció a la mesera por la cena que dejó mientras Iván le sonreía con amabilidad.

Después de la imposición de Nathaniel, lo único que pensó el heredero de los Cavet fue buscar la ayuda de quien siempre consideró más que su amigo, su hermano. Dos días habían pasado, y al fin podían reunirse para conversar sobre la situación con calma para poner en marcha el encuentro con la supuesta futura prometida.

Por eso eligieron el afamado Club La Avellana, como socios gozaban de privacidad en los reservados, además de que la atención era buena y la comida deliciosa. En la medida que comían, el castaño explicó a Garrido la situación en que la desaparición de Olano dejó a la familia Cavet. Los malos comentarios provocados por la imbécil de Coral que colocó una denuncia en su contra acusándolo del atentado contra su hijo y Rosario, habían sembrado dudas en muchos de los clientes de las empresas de Nathaniel, y aunque sabía que el jefe de policía no le dio curso, la mala fama crecía con la desconfianza.

Iván escuchó con atención en la medida que analizaba el trasfondo de la versión que Sennet le narraba, por más nervioso que se encontrara, la sonrisa de conquistador, y que a más de una mujer llevó a la cama, persistía como una máscara en el rostro de su amigo.

Se conocían desde el primer año de preparatoria, y aunque se separaron por las carreras que ambos siguieron, nunca habían dejado de hablar, para Calvet, él era como la voz de su conciencia, la persona con quien podía descargar su preocupación y obtener una palabra que lo hacía pensar. Por tal motivo, accedió a colaborarle.

Sennet recibió la información para proceder a abrir la primera de las carpetas que contenía los datos de las posibles personas que podrían servirle en el falso compromiso que su padre quería anunciar a los medios para desviar la atención sobre lo ocurrido a Rosario.

La primera fotografía mostró a Carolina Carreño, la hermana melliza de un trabajador de la compañía de Nathaniel y Coral, la mujer era bonita, pero si le preguntaban, preferiría tener al chico a su lado, Eliah era una persona buena, sin segundas intenciones y sincera, algo de lo que carecía Carolina que le fascinaba estar en las pantallas y ser el centro de atención de los medios de comunicación, no quiso ni imaginar el show mediático cuando dieran por terminada la relación.

La descartó para pasar a la siguiente, no pudo evitar la carcajada, ¿era en serio?

—Salma fue nuestra compañera de estudios —explicó Iván sin dejar de comer—, ya la conoces, podrías darle la oportunidad, al ser divorciada quizás sea más fácil de manipular.

—Sabes a la perfección que le puso los cuernos a Merizalde, inventó en el juicio de separación cualquier cantidad de mentiras del pobre con el único objetivo de dejarlo en la ruina —expresó Sennet cerrando la carpeta para devolvérsela de inmediato a su amigo—. Dos mujeres a las que no me acercaría ni dentro de un cajón en el cementerio.

Iván llamó a la camarera para que retirara el servicio, pidió dos tazas de café y que se los llevarán al área de fumadores.

Una vez allí, encendió un cigarrillo solicitando que abriese la última seleccionada, le dolía engañar a Sennet, sin embargo, cuando escuchó la versión de Rosario sobre la manera como la trató antes del accidente, no dudo en unirse al plan que Taiana y Olano formaron para confirmar si de verdad Cavet trató de asesinarla por voluntad propia o por orden de Misael y Coral.

—¿Una scort? —cuestionó Sennet por el trabajo que realizaba la tercera candidata. Nunca había contratado los servicios de una prostituta y ahora Iván le proponía comprometerse con una—. ¿Por qué no tiene una fotografía? ¿Tan ordinaria es?

—No es una prostituta y tampoco es ordinaria, es una persona que trabaja como acompañante, pero no que termina en la cama con todos los que se reúne —expuso Garrido con indiferencia—. Lee su perfil antes de negarte.

—Mi padre no lo permitirá, Coral comenzará a investigarla, ya me puedo imaginar vendiendo la historia a los periódicos.

—Confía en mí, Nathaniel quedará más que complacido con Alana Ytai —Garrido deslizó una tarjeta con una dirección y una hora, se despidió dejando solo a Calvet que decidió terminar de estudiar la información de la muchacha, era raro ver a su amigo defender a alguien de esa manera, lo cual despertó su curiosidad.

La dama en cuestión tenía veintiocho años, cabellos negros azulados, ojos azul claro, medía un metro ochenta, no completó los estudios superiores, pero tenía cursos técnicos en contabilidad, y otras áreas del conocimiento. Según su hoja de vida, desde la preparatoria se desempeñó en varios trabajos que iban desde camarera hasta cuidadora de perros, y en ese momento era una acompañante.

Observó la hora, era curioso por naturaleza y no pudo frenar la necesidad de conocerla, por eso se dirigió al lugar que le indicó Iván.

Al llegar notó que era la parte trasera de un reconocido bar, a un lado alejado de los faroles de la calle, un auto se encontraba parqueado con las luces apagadas, Sennet parqueó repitiendo la acción. Esperaba que la joven no se demorara tanto en salir, si la descripción era correcta, sería fácil identificarla.

Los minutos comenzaron a sofocarlo, odiaba estar sin hacer nada, de repente las puertas traseras del vehículo se abrieron y dieron paso a un hombre subiéndose los pantalones y a una mujer escupiendo.

—¡Te dije que no te vinieras en mi boca!

—Amor la chupas tan bien, que eso es imposible.

—¡Maldito bastardo!, espero no tener que volver a verte jamás.

—Me buscarás cuando necesites el dinero para las medicinas de tu madre —gritó el tipo haciendo que Sennet apretara el timón por la humillación ajena, se sintió impotente al ver cómo le tiraba unos billetes a la chica que secó con brusquedad lo que asumió eran lágrimas en el rostro que apenas alcanzaba a detallar—. Muñeca ya sabes que tienes que hacer para ganar mucho más que eso.

El desgraciado se metió en el auto y arrancó, la mujer recogió el dinero contándolo, Cavet la vio llorar con rabia, recordó lo que leyó de la familia de la joven. Su padre murió cuando era niña y su madre sufría una enfermedad desde hacía varios años, estaba en un centro médico especializado bastante costoso que con dificultad podía cubrir Ytai con su salario de mesera en un restaurante familiar donde trabajaba por las mañanas, y lo que hacía en el Club.

El castaño llamó a Garrido, tenían dos días para montar el perfecto espectáculo, lo citó temprano para ultimar detalles y ofrecerle a Alana una propuesta que no rechazaría. Estaba seguro que el día de la cena con Nathaniel y Coral, la misma en que la presentaría oficialmente como su prometida, nadie se opondría a su elección.

Ybarra desde el callejón observó el carro de Cavet marcharse, cuando se cercioró que no regresaría marcó a Ignacio Díaz, el joven que le colaboró con la escenita que acababan de representar. Una vez colgó, se comunicó con Shaio, con alegría le comunicó a la ojiverde lo que provocó un gritito de felicidad al otro lado del auricular.

—Cavet mordió el anzuelo.

Al finalizar la llamada, Aaron vio a Rosario sonreír complacida por lo que Tai le hubiese dicho.

Después de la noche del accidente, Urraza viajó a Inglaterra para determinar las condiciones del contrato con los Calvet, Fernando era desconfiado por naturaleza y no le complacía del todo lo que Nathaniel le brindaba. En un mundo como al que ellos pertenecían, los comerciantes y empresarios tenían una regla de oro en cuanto a la lealtad y a la honestidad de sus contratos, pero cada encuentro con su próximo socio lo llenaba de dudas.

Transcurridos los días señalados, y tal cual como les informó a Tadeo y a Ybarra la noche del accidente, regresó con la intención de presentarse oficialmente ante la chica que supo era Rosario Olano prácticamente el mismo día que viajó. Debían aclarar su situación ya que para la opinión pública ella estaba muerta o la habían secuestrado. Lo que no esperó fue que tan pronto como cruzó el umbral, la ojiverde saltara a sus brazos restregándose como un cachorro mientras le contaba que lo mucho que le agradecía haberla salvado porque se reencontró con una “vieja amiga”.

Ese día en la sala le esperaban Iván y Taiana, que parecían poco sorprendidos por la escena, fue cuando Aaron notó la camisa que llevaba Rosario, una de las tantas que tenía en su armario, por un momento quiso saber que más de su ropa había utilizado, la sonrisa logró que la castaña murmurará a su oído de manera pícara que esa y otras prendas las tuvo que adecuar para no estar desnuda por toda la casa.

Por la respuesta se dio cuenta que la ojiverde era demasiado manipuladora y de tonta no tenía un pelo, ya que por más que Aaron quiso controlarse, no pudo evitar apretarla contra sí depositando un suave beso en su oído obteniendo un temblor que le halagó.

Desde ese momento, se dedicó a escuchar el descabellado plan que concibieron esos tres para poder dar con quien trató de liquidar a Olano. Las razones se limitaban al periódico y al dinero, pero el abanico de posibles asesinos se diversificaba entre las amantes de Tauzín, las parejas de estos y aquellos con los que había tenido inconvenientes por los artículos publicados en el diario Voces, del que era dueña.

La discusión concluyó cuando Urraza se negó a que Taiana se aproximara a Coral, como bien le recordó, esa mujer le había hecho demasiado daño, sin dar espacio a más intervenciones, se encerró en el estudio para revisar los detalles de un contrato que Fernando le envió por mail.

Aún sentía vergüenza por la manera descarada en que Olano lo convenció de participar. Cerca de medianoche subió encontrando en su alcoba a la castaña que le abrió espacio en su propia cama para que se acostara.

Según le contó mientras se cambiaba, no se sentía segura en ninguna otra de las habitaciones, así que si no le incomodaba se quedaría allí. Aaron no se opuso, se acomodó en el espacio que le correspondía cerrando los ojos para poder descansar de lo ocurrido. Fue cuando escuchó la historia de la mujer que encontró en el bosque de la propiedad Urraza tres semanas atrás.

Aaron se mantuvo en silencio durante el relato de Rosario sobre su relación con Misael Tauzín, los motivos del viaje a Estados Unidos, como su padre Hideo Olano le ayudó a salir de la depresión cuando Denise le comenzó a enviar las fotografías de su “prometido” siéndole infiel.

Pasaron diez años antes de su regreso, en los que se graduó de periodismo y administración, recibiendo como regalo la dirección del diario familiar, Voces. Al reencontrarse con Misael, este le propuso matrimonio después de pedirle perdón por su comportamiento que justificó con la necesidad de olvidarla por su supuesto abandono, a los seis meses unieron sus vidas definitivamente, el sueño de casarse con su primer amor se hacía realidad, lástima que con el paso de los días se convirtió en una pesadilla.

Aaron terminó cediendo, ahora, a casi mes y medio del accidente, al ver a la chica Olano tan feliz por haber conseguido que Sennet se interesara en Taiana, sus sentimientos eran confusos.

Urraza sabía que Coral averiguaría hasta el último detalle de la existencia del alter ego de su hermana, por eso Iván le creó una imagen y una vida falsa, pero el riesgo de que la reconociera siempre estaría presente. En cuanto a Rosario, ella aparecería una vez hicieran pública la decisión de comprometerse Calvet y quien se llamaría Alana Ytai, lo que estaba por decidir es si se mostraría en coma o sin memoria, un detalle menor que resolverían tan pronto Taiana fuese presentada en sociedad.

Aaron observó por unos minutos más a Shaio, ya repuesta de los traumatismos del accidente podía verse lo hermosa que era. La mujer tenia veinticinco años, cabello castaño claro y un largo flequillo que enmarcaba los lados de su cara, sus ojos eran verde olivo y su piel blanca, aunque nunca como la de Taiana que parecía porcelana. Medía unos 170 centímetros, era delgada con curvas definidas sin ser voluptuosa, delicada, con movimientos definidos y elegantes propios de la etiqueta que probablemente aprendió desde niña al pertenecer a una de las familias más adineradas del país.

En cuanto a su personalidad, en esas semanas Aaron Urraza observó como cambiaba de una actitud alegre, un poco inocente, y dulce en el momento que se encontraba segura con quienes le rodeaban, a otra independiente, desconfiada, un poco irritable, y hasta mandona, cuando se comunicaba con un tal Víctor Jiménez, su segundo en el periódico y que apareció en la mansión unos días atrás demostrando a todos los presentes, que era alguien de fiar.

Urraza abandonó la sala para dirigirse a su propia habitación, tomó un largo baño procurando despejar la mente y buscar las palabras apropiadas para contarle a Fernando sobre lo que iban a hacer. Una de las excusas sería proteger la empresa de un posible fraude, pero cuando supiese lo que iba a hacer Taiana, ese motivo se iría al traste.

Salió con el pantalón del pijama y secando su cabello, al entrar a la alcoba, sentada en la cama se encontraba Rosario.

—¿Me perdonas? —cuestionó la castaña extendiéndole una mano para que se aproximara, acción a la que Aaron cedió de inmediato, aún no comprendía lo que sentía por Olano.

—No tengo nada que perdonar, Tai decidió solita meterse en la boca del lobo —repuso Aaron acomodándolo en la cama para poder apagar la luz y no pensar en la locura que secundaba.

—A partir de hoy Taiana no volverá a la mansión, sé que podrá controlar a Sennet, pero —dijo Rosario recargando su cabeza en el fuerte pecho del pelinegro para acariciar con suavidad la piel expuesta—, aún queda reemplazar la enfermera de Tauzín ¿alguna idea de cómo hacerlo?

Sin soportarlo más, Urraza tomó las manos de Olano para darle media vuelta en la cama y dejarla contra el colchón mientras él le miraba desde arriba.

—Jonas Sierra —fue la respuesta antes de besar a la castaña que correspondió con gran beneplácito.

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