La primera en visitar a Morgan fue Kyrie, pues Ivar no tenía intenciones de verla, sentía que la odiaba por atentar contra su propia vida y contra la vida del bebé. ¿Cómo podía verla a los ojos sin irradiar rencor? Lo había decepcionado y no podía tolerarlo.
—¿Cómo estás? —preguntó Kyrie con media sonrisa. Ver a su amiga tan sumida en la miseria era triste.
—Mal… —contestó Morgan con lágrimas en los ojos, aunque su rostro carecía de expresión.
—¿Quieres que te acomode la almohada? Tal vez puedo abrir la ventana para que entre un poco de aire fresco. ¿Qué dices?
—¿No vas a preguntarme qu&eacu
—¿Por eso tardaste tanto en venir? ¿Por fin te surgió un verdadero motivo para visitarme? —De nuevo esa maldit@ sensación de decepción embargó el corazón de Morgan, dolía como echarle sal a una herida, pero solo apretó los dientes y contuvo su tristeza, ofreciendo una sonrisa que temblaba queriendo convertirse en una mueca de dolor—. En mi teléfono están las pruebas que necesita, abogado. Un día antes de ir a la clínica, hablé con ella, está en el registro, también tengo una conversación por mensajería donde ella me manda la dirección y las indicaciones para que me atiendan.Contestó herida, en un intento por solucionar la situación y dejar que Ivar pudiera retirarse de su habitación lo más pronto posible, no quería s
—Tantos problemas que ha dado y tú decides traerla de regreso… —dijo Cristina de brazos cruzados, dentro del despacho de Sigurd.—Es mi esposa… —agregó Ivar furioso.—Es la mujer que quiso matar a tu hijo. ¿Ya la perdonaste tan rápido? —Silencio… —pidió Sigurd con el ceño fruncido—. Ese niño sigue vivo, creciendo dentro de su vientre, y es un Haugen… Morgan será cuidada y atendida en esta casa y punto.—Hiciste lo mismo que con Esme… La embarazaste para que te diera un hijo y fingir tener una familia. En lo único que piensas es en no perder la empresa y esa avaricia destruirá una vida más —dijo Cristina saliendo del despacho, iracunda. ***Al entrar a la habitación, Ivar se encontró con Morgan aún despierta, sentada sobre la cama, con la mirada perdida y actitud deprimente. Pese a su melancolía, conservaba esa belleza.—No fue mi intención… —dijo Morgan en un susurro—. Tenía miedo de traer al mundo a un bebé que crecería con el odio que se tienen sus padres… pero todo salió horrible
De regreso de la fiesta, Ivar se desvió hacia la oficina. El edificio estaba completamente vacío, solo los guardias de seguridad permanecían alertas. Llevó a Morgan hasta su oficina, mientras esta se sentía confundida y un poco intimidada. ¿Por qué la llevaba a ese lugar de noche?Lo comprendió cuando Ivar dejó caer sobre su escritorio la caja con los bocetos de su padre. Morgan hurgó con las narices entre los papeles, recordando cada dibujo con amor. Era el trabajo de su padre y al poder tenerlos entre sus manos fue como volver a conectar con él. Algunos eran tan significativos que no pudo evitar estrecharlos contra su pecho.—Los conseguiste… —dijo en un susurro.—Como prometí… —respondió
—Lamento mi reacción, pero… creí que eras otra persona… —agregó Ivar en cuanto Jade regresó con la blusa nueva que le ofreció—. No quise asustarte. —No se preocupe… Está bien —contestó con ternura. Notaba que Ivar parecía torturado—. Entenderé si… no me quedo con el empleo. —El empleo es tuyo, si aún lo quieres… —añadió Ivar avergonzado por lo ocurrido. —¡Sí! ¡Por favor! —exclamó y se acercó hasta plantarse del otro lado del escritorio. Entre más cerca estaba de Ivar, más nervioso lo ponía—. Soy muy organizada y sé taquigrafía y mecanografía. Ya he trabajado antes como ayudante… Ivar, entre más la veía, con esa alegría y espontaneidad, más pensaba en Esme. Jade tenía la misma edad, la misma complexión, la misma mirada y hasta la misma voz. Dentro de su corazón, Ivar podía imaginarse que había vuelto, pero sin recordar todo lo malo que había pasado. —…¿Está bien? —preguntó Jade notando el desconcierto en su nuevo jefe—. Su teléfono está vibrando. La pantalla estaba prendida y el n
Jade agachó la mirada, llena de rencor. Jacob no era el hombre bueno que la gente de la ciudad, incluida Morgan, recordaban. Cuando Lenna descubrió estar embarazada de gemelas, su situación económica no era la mejor, así que Jacob Turner la condicionó a solo tener una, la otra la darían en adopción. Mientras Esme creció en un entorno dulce y modesto, amada por su querido padre y hermana, Jade permaneció en una familia muy diferente, su madre adoptiva era paciente de Lenna y no le fue difícil convencerla de adoptar a la niña y permitir que Lenna siguiera teniendo contacto con ella. —Lo sé… —respondió Jade entre dientes—. Solo dame tiempo. Todo se resolverá en la exposición de joyería de Artika… Ivar mismo te sacará de la cárcel y Morgan y yo estaremos muy lejos de la ciudad para cuando el CEO de hierro pierda todo. —No hables, demuéstralo con hechos —agregó Lenna molesta mientras una policía la tomaba por el brazo. La hora de las visitas había terminado. ***Ante las cámaras del ev
—Aquí no nos encontrará… —dijo Jade invitando a Morgan a entrar a su refugio. El sótano de un edificio de departamentos que estaba adaptado como un departamento más. La dueña era vieja y ciega, así como apática, mientras no se metieran con ella, ella no haría preguntas.—Tengo tantas dudas… —agregó Morgan viendo fijamente a su hermana, escéptica. Hace años, había visto el auto que conducía cuando se accidentó, era imposible que hubiera sobrevivido a algo así.—Por eso estamos aquí, porque te voy a explicar todo, Morgan… Todo lo que ocurrió desde el momento en que te fuiste a estudiar a esa universidad, y principalmente… como Ivar Haugen destruyó mi vida, me usó y me desechó, sin piedad, como si no estuviera consciente de que también soy humana… Justo como te iba a pasar a ti de seguir a su lado…Los ojos de Morgan se humedecieron y tragó saliva intentando humectar su garganta seca. Sus manos instintivamente se posaron en su vientre. —…Siéntate, pues es una muy larga historia —agregó
Ivar, después de saber que Jade le había entregado los bocetos a Cristina, terminó de comprender que todo había sido una maldita y rebuscada trampa, y no había tenido la pericia para descubrirlo antes. —¡Carajo! —gritó con fuerza al mismo tiempo que pateó su mesita de noche, haciendo que el cajón se abriera y le mostrara esa mascada que alguna vez le robó a Morgan. La tomó con delicadeza, acariciándola con la misma dulzura que acariciaría la piel de su esposa, y la pegó a sus labios.De pronto su celular comenzó a sonar, era el número de Morgan. No dudó al contestar.—Morgan, tenemos que hablar, tenemos que arreglar las cosas. Por favor… —¡Fantástico! ¡El CEO de hierro suplicando! —dijo Jade divertida—. ¿Por qué le suplicas a Morgan, pero a Esme la dejaste morir? ¿Qué tiene Morgan que Esme nunca pudo darte? Ivar apretó los dientes, evitando caer en provocaciones. —¿Dónde está Morgan? —preguntó con un gruñido.—Bien, lejos de ti… —La alegría de Jade se disolvió—. Te dije que comenz
Morgan siguió escapando, escondiéndose y metiéndose en pasillos rebuscados. Su abdomen abultado le restaba agilidad, pero no se rindió hasta que sus pasos la alejaron de sus perseguidores y la llevaron hasta esa tienda de ropa. Entró rápidamente y la encargada, preocupada, se acercó: —Señora, ¿está bien? —Quiero hablar con tu jefe, quiero hablar con Elliot —exclamó ansiosa, alejándose de las vitrinas y las puertas de cristal. —¿Cómo dijo? —La señorita no parecía comprender. —¡Por favor! ¡No tengo tiempo! —suplicó desesperada. En ese momento las puertas de la tienda se abrieron y ella retrocedió, temerosa de que se tratara de Ivar. Sus pasos la llevaro