Ivar tomó a la niña con ternura y una vez dentro del auto, no paró de jugar y platicar con ella, fascinado por cada movimiento y cada expresión.
—¿Cómo está Harold? —preguntó Morgan pensativa.
—Extrañándote… —contestó Ivar melancólico—. Tu partida no solo me rompió el corazón a mí…
Después de ver el puchero que Morgan hizo al imaginarse a Harold triste, Ivar prosiguió:
—…¿Quieres visitarlo? Creo que le gustará conocer a su hermana. ¿Qué dices Eyra? ¿Quieres conocer a tu hermano mayor?
—¡Ti! —exclamó la niña emocionada.
—Eyra… Tú a todo le dices que sí —dijo Morgan acariciando la mejilla regordeta de su hija, enternecida. Ella no sabía de rencores ni venganzas.
Aunque todos los presentes en esa junta eran conocidos para Morgan, se sentía tan nerviosa como cuando tenía que exponer en la escuela. Sabía que tenía unos zapatos muy grandes que llenar, pues su abuela había sido muy sabia al dirigir la empresa.—Todos creen que estar en un puesto elevado es fácil, pero no es así… —dijo Ivar alcanzando a Morgan en el balcón.Morgan había salido presurosa, sentía que la cabeza le daba vueltas. El peso de la responsabilidad la abrumaba. Apoyada con ambas manos en el barandal, inhalaba profundamente, controlando su miedo por echar todo a perder.—Yo no quería tomar el lugar de Esther…—No es tan malo como crees. —Ivar se plantó detrás de ella, poniendo sus manos al lado de las suyas, volviéndose su refugio de la fuerte corriente de aire—. Además, no estás sola. Morgan volteó hacia él, con anhelo, no podía ignorar esa sensación de protección que le brindaba.—¿Te quedarás? ¿Me ayudarás?— Siempre que así lo quieras.Morgan se abrazó a él y escondió su
—¿Familiares del señor Ivar Haugen? —preguntó el médico y de inmediato se encontró con esa mujer devastada—. ¿Es su esposa?Morgan solo asintió. Se sentía incapaz de abrir la boca sin liberar un sollozo.—El señor Haugen recibió tres impactos de bala, uno en el tórax, rompiendo la aorta y provocando una hemorragia intratorácica, y los otros dos disparos en el abdomen, por suerte estos no generaron ningún daño orgánico.—¿Estará bien? —preguntó Morgan en un susurro.—Haremos lo que esté en nuestras manos…—¡Eso no me sirve de nada! —exclamó iracunda y con el corazón roto—. Solo… sea sincero.—Perdió mucha sangre… y me preocupa que tenga alguna complicación en tórax. Las siguientes veinticuatro horas son vitales. Cuando lo hayan llevado a su habitación, podrá visitarlo.Apenado, pero sabiendo que su trabajo había terminado, el médico se alejó de Morgan, dejando que esta se quedara ahí de pie, llorando desconsolada.—¡Morgan!… —exclamó Kyrie al entrar al hospital casi corriendo.Morgan a
—Grita tan fuerte como quieras, pero toma en cuenta que me llevaré al idiota de Ivar conmigo y no solo eso, jamás les diré dónde está el niño encerrado. ¿Dejarás que muera de hambre, o que las ratas se lo coman? —dijo Jade segura de su victoria.Morgan abrió los ojos con horror, su cuerpo se congeló de solo imaginarse el trágico final que podría tener Harold y su mirada se clavó en la puerta de Ivar. Sabía que podía arriesgar su vida, pero no la de ellos, y su silencio contestó la pregunta de su hermana.—…Eso pensé… —dijo Jade soberbia—. Te llamaré mañana a esta misma hora para decirte donde nos veremos. Más te vale que no digas nada, esto es entre tú y yo.En completo silencio y sin compartir ni siquiera una mirada, Morgan solo fue capaz de escuchar los pasos de Jade alejándose por el pasillo, mientras sus manos sudaban y las ganas de llorar se apoderaban de ella.***Después de su arranque de psicosis, Ivar permanecía sedado por órdenes del doctor, y era lo mejor. ¿Cómo evitaría Mo
—¡Por favor! ¿En verdad me aplicarás la ley del hielo? —preguntó Jade molesta.Todo el camino Morgan no había abierto la boca. Estaba desanimada y prediciendo su final en manos de Jade, pero, por otro lado, se sentía más tranquila. La gente a la que amaba estaba segura. Aunque Pavel fracasara al seguirles el rastro, Morgan estaba dispuesta a terminar con Jade para que no volviera a causar daño.—¿Qué te hace creer que estoy feliz de venir contigo?—Deberías… Yo no soy la mala en tu historia. Yo no te he hecho daño como lo ha hecho Ivar y la familia Haugen. Ellos son a los que deberías de odiar, no a mí. ¡Lo sabes! ¡En el fondo lo sabes! Cuando lleguemos con mamá, haré que te saque esas estúpidas ideas de la cabeza, ya verás…Frente a la señorita de la aerolínea, Jade sacó su cartera y se mostró dulce.—…Me puede dar dos boletos hacia…—¿Me permite su carnet? —preguntó la señorita con cortesía.—Ah… claro…La mujer revisó y tecleó un par de veces.—Lo siento, no tenemos vuelos disponib
—¿Viniste a ver como tus hombres me destrozan como perros rabiosos? —preguntó Jade, atada de pies y manos, en esa bodega abandonada.—Morgan tiene razón, no mereces portar ese rostro —dijo Ivar, pensando con tristeza en Esme, mientras caminaba por el lugar apoyado en su bastón. Sacó el anillo de compromiso que había mandado a hacer y lo vio con ternura—. ¿Crees que le guste? Por tu culpa no pude entregárselo ese día.—Eres un hombre obsesivo, manipulador, cruel, egoísta… ¡Tú mataste a Esme! —gritó Jade rabiosa—. Yo solo quería salvar a Morgan de ti. No se merece un hombre tan vil como tú.—Tienes razón, pero ella lo sabe y aun así a decidido quedarse a mi lado —contestó Ivar pensativo—. No solo la amo, sería estúpido de mi parte dejar a una mujer como ella, y aún más estúpido dejar a alguien como tu atentando contra nuestra felicidad.—No, no sabe la clase de alimaña asquerosa que eres en verdad… pero algún día, Ivar, Morgan se dará cuenta y ese día se irá de tu lado sin necesidad de
La cabaña cerca del lago que había alquilado Erik, su novio, era perfecta y romántica. Morgan no podía parar de sonreír, ansiosa por escucharlo llegar. No había aceptado tener intimidad con él hasta ahora que estaban cerca de terminar sus estudios en la universidad. Las luces eran tenues y lo único que iluminaba el interior era la pálida luz de la luna. Terminó de beberse esa copa de vino que la esperaba con una nota donde Erik le pedía que se pusiera cómoda. De pronto unas manos envolvieron su cintura, se sentían calientes y erizaron su piel. Cerró los ojos en cuanto sintió un beso en su cuello. Esperaba que Erik le propusiera matrimonio antes de querer llevarla a la cama, pero después de sentir sus caricias ansiosas, no le importó saltarse ese paso. Esos fuertes brazos la cargaron y la llevaron escaleras arriba, hacia la habitación principal, mientras llenaba de besos ansiosos el rostro de su novio, que permanecía escondido por la oscuridad de la noche.Entre las sábanas, Erik no
Tocó tres veces la puerta de Erik, de manera pausada. La escuela ya había terminado y Morgan no planeaba quedarse a la graduación. Había comprado ya su boleto de avión, y estaba lista para largarse del país y comenzar desde cero, pero aún tenía algo que hacer, un último intento por salvar la vida que tenía y no abandonar todo. La puerta se abrió lentamente y cuando estaba dispuesta a comenzar a suplicar, el estómago se le retorció. Era Mía quien había abierto, usando solo la camisa de Erik y ofreciéndole una sonrisa amplia. —¿Qué haces aquí, Turner? —preguntó divertida y se recargó en el marco de la puerta—. ¿No ves que estamos festejando? ¡Oh! ¡Déjame adivinar! ¡Vienes a suplicar su perdón! ¡Mírame y dime si crees que aún tienes posibilidad!—¿Quién es? —preguntó Erik con el torso desnudo y sosteniendo la sábana a la altura de su cintura, confirmando que había tenido intimidad con Mía—. Vuelve a la cama, no me hagas ir por… ti.Se detuvo sorprendido al ver a Morgan en la puerta, co
Durante todo el camino, Debbie quiso justificar su comportamiento, incluso inculpando al millonario con el que se había revolcado, pero solo lograba aumentar el odio de Ivar hacia ella. —Por favor, no se enoje conmigo. Claramente era una trampa, le echó algo a mi bebida —decía Debbie entre sollozos cuando Ivar detuvo el auto justo frente a la entrada de su casa.—Bájate… —pidió iracundo.—Por favor, señor Haugen, déjeme explicarle…—¡Qué te bajes! ¡¿No entiendes?! —exclamó perdiendo la paciencia y abrió la puerta del lado de Debbie para después arrojarla sin importarle que se lastimara—. ¡Estás despedida! ¡Ni se te ocurra regresar a la oficina! ¡¿Entendiste?!De inmediato pisó el acelerador a fondo, dejando a esa mujer conflictiva llorando desconsolada en el asfalto. ***Sin prestar atención a su entorno, Morgan atravesó las puertas del aeropuerto, chocando con algo más duro que su cabeza y cayendo al suelo. Cuando pudo enfocar al hombre con el que chocó, la mandíbula se le desencaj