—¿A dónde vas? – cuestionó molesta Emireth, pero sin alzar la voz.
—Tú y yo hablaremos después – dijo del mismo modo el pelinegro y corrió tras Leia.
Emireth comenzó a odiar a esa tipa… pero si James pensaba que podría humillarla al dejarla parada en medio de la cancha, estaba muy equivocado, molesta, pero lentamente lo siguió.
—Soy una tonta…en verdad, soy una tonta – se dijo Leia amargamente mientras se recargaba en una fría pared, había corrido, pero ya no quiso parecer tan estúpida y dejó de hacerlo, estaba a punto de llorar y si alguien la veía de tal modo solo iba a quedar en ridículo, tal como hace unos momentos.
– ¿Pero qué demonios esperabas Leia? … era obvio… él es tan guapo – se repetía, tenía que tomarlo con calma, tampoco era como si lo hubiese perdido para siempre…ellos…estaban comprometidos…se forzó a respirar profundamente… entendió que actuó de esa forma por la desilusión, debía afrontarlo… solo que en ese momento dolía.
—¡LEIA! – escuchó su voz llamarla en un grito, James se acercaba, entró en pánico… seguro lloraría delante de él y no quería hacerlo, no quería su lástima.
—¡Demonios! – dijo frustrada, la salida se veía varios metros adelante, pero si iba hacia allá, James alcanzaría a verla… giró su rostro en todas direcciones… su atención se fijó en una gran puerta de madera cercana a ella…entró sin vacilar.
—¡James! – escuchó débilmente la voz de la que, ahora sabía, era la novia del pelinegro que ella amaba…cerró los ojos y se recargó en la pared, rogó porque ambos se fueran pronto.
—¿Qué quieres Emireth? – sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar la molesta voz de James prácticamente frente a la puerta… se tensó e instintivamente retrocedió… temía que James entrara, pero se convenció que eso no tenía lógica… aun así, estaba asustada.
—¿Qué quiero? – la molestia en la voz era notoria.
—¿Qué demonios quieres tú James? – escuchó y dedujo que ella también estaba cerca, pues su voz sonaba perfectamente clara.
Leia tembló… ella jamás le hablaría a él de esa forma, Emireth podría asustarla fácilmente.
—¿De qué estás hablando? – volvió a cuestionar James y su molestia no parecía disminuir.
—¿Qué haces siguiendo a esa niña? ¿Qué no ibas a decirle de nuestra relación? – ella fue fríamente directa.
—Tenía que encontrar el momento… sabes que iba a hacerlo…diablos, ella seguramente ahora piensa que soy de lo peor – oferto James con cierto fastidio.
Leia tapó su boca y sus ojos temblaron… seguro ellos hablaron de ella, para él era obvio que ella sintió algo por él… y en ese momento le quedaba claro, que él por ella no.
—¿Nadie te dijo que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? – susurró una voz masculina desde su espalda, al parecer, él también había escuchado esa disputa, Leia respingó del susto… volteó a verlo y se sorprendió al reconocerlo.
—¿Tú? … ¿qué haces aquí? – dijo claramente sorprendida, retrocedió instintivamente.
—Mph… ¿qué haces TÚ aquí? … Este es el vestidor de hombres — dijo con fastidio Caleb.
—¡Shh! – Leia se llevó la mano débilmente a la boca y volteó atrás—… te escucharán – termino de decir ya demasiado nerviosa, sorprendida y asustada.
—¿Y a mí qué me importa? – dijo cínicamente el rubio —…no soy yo el que está espiando – dijo Caleb con burla.
Ella negó rápidamente con la cabeza
— Y-yo… tampoco — dijo Leia preocupada de que la juzgara mal.
—¿A no? …— dijo y se acercó a ella -… eso parece — termino de decir Caleb agachándose para verla a los ojos.
—Ahora quítate que tengo que irme — dijo haciéndola a un lado.
—¡Espera! Por favor – Leia habló despacio y lo sujetó con ambas manos del brazo—… si sales… me verán — dijo preocupada, el dolor de la desilusión se fue con el nerviosismo.
Él frunció el ceño al verla, los ojos de la chica lucían realmente atormentados.
—Ya hablamos de esto Emireth… voy a buscarla – escucharon de nueva cuenta la molesta voz del pelinegro, ambos se seguían viendo a los ojos, pero prestando atención a la conversación.
—¡Deja ya de buscarla! – exigió molesta la frívola joven.
— ¿por qué demonios te interesa tanto? – cuestiono Emireth ya con evidente enojo.
—¿Quieres cerrar la boca? – dijo fastidiado, Leia se sorprendió de que James tuviese ese mal carácter, en cambio Caleb entendió que esa niña frente a él, era la debilidad de su nuevo capitán, sonrió por eso.
—¡Todo esto es culpa tuya! – volvió a decir el pelinegro sorprendiendo a su joven novia.
—¿Sabes qué James? … ¡Vete al diablo! – dijo indignada y escucharon sus pasos, al parecer, se marchaba.
—¡Demonios! – gruñó por lo bajo James —¡Espera Emireth! – grito el para que no se fuera.
—¿Amas a esa niña, James? – cuestionó fríamente Emireth y esperó su respuesta.
Leia se tensó y bajó su mirada al suelo. ¿Qué diría James? … contra la razón, esperaba un sí. James por su parte no contestó
—¿Crees que ella pueda darte lo mismo que yo? ¿La deseas más a ella que a mí? – preguntó soberbia la frívola joven.
—¡Por supuesto que no! – dijo molesto… molesto con Emireth y con él mismo -… es solo que… - dijo y dudó… reconsideró las cosas… Leia ya sabía, por más mala que era la forma, de su relación con Emireth… ahora debía preocuparse por tener contenta a su novia, ya después arreglaría las cosas con Leia…, con suerte, ella lo esperaría.
—¿Qué? – presionó —¿entonces por qué te preocupa tanto? – cuestiono Emireth.
James resopló frustrado, Emireth no era tonta y no era fácil de engañar.
— Porque quiero a Leia… - y la nombrada escuchó lo dicho, el rubio a su lado la observo llevarse una mano al pecho, no supo qué pasó por su mente -… pero… como a una hermana… - volvió a hablar, esta vez amargamente, Leia cerró los ojos decepcionada… y Caleb entrecerró los ojos… eso no fue lo que James le había dicho a Erick momentos antes en ese mismo lugar… ¿así que James sí pretendía tener a las dos?
Un sollozo femenino lo sacó de sus pensamientos, la chica ahora se encontraba recargada en la pared de enfrente y con sus manos ocultaba su rostro, sonrió de medio lado… él aprovecharía esa situación esperó, y la dejó seguir escuchando…
—¿Seguro que como a una hermana? – preguntó ya calmada – Me estaba poniendo celosa… - dijo en un empalagoso tono Emireth.
—Crecimos juntos… no podría verla de otra forma… ella es tan tierna, tan ingenua, tan inocente… pero no despierta en mí, nada que no sea cariño… no podría verla como mujer — dijo, pero arrastrando un tono amargo que no notó la destrozada Leia.
—Deja ya de llorar – dijo molesto Caleb quien tomó a Leia de una de sus muñecas.
— Ellos no tienen mucho tiempo juntos… tampoco creo que la ame — le dijo a la llorosa jovencita, mirándola con atención esa niña no era para nada fea, por el contrario, sus facciones eran delicadas, hermosas y demasiado femeninas, le recordaba a las Loughtysas de los patéticos cuentos de hadas para niños…no sería un tormento molestar a James.
—¿De qué hablas? … e-es … obvio que si – mencionó Leia luchando por detener su llanto.
—No lo hace…no aun, pero Emireth lo tiene en sus manos – le aseguró Caleb con una sonrisa torcida.
Si todo salía como quería, destruiría a James y haría rabiar a Emireth al tiempo, se acercó despacio a ella…
Ella lo vio con miedo por la cercanía que estaba imponiendo, sus lágrimas cesaron.
—¿Y sabes por qué? – cuestiono el rubio con voz ronca y sensual.
Leia negó despacio, pero mínimamente interesada.
—Porque se está acostando con él — dijo Caleb fríamente, y sonrió de medio lado al ver el rostro de incredulidad y desconcierto que la chica le mostró.
—M-Mientes — dijo en susurro… eso no podía ser cierto… se negaba a creerlo… algo dolió en el pecho de Leia… si eso era cierto, ella no tenía oportunidad alguna… esa chica era tan bonita, y ella y James tenían ya… quiso volver a llorar… ella era una tonta por esperar que ellos dos lo hicieran juntos por primera vez… alzó su vista al chico.
Él sonrió de medio lado con clara diversión.
—¿Cómo… lo sabes? – cuestionó la joven e intentó apartarse, haciéndose a un lado … nerviosa limpió sus lágrimas.
Él se agachó y la atrapó poniendo ambas manos en la pared, una a cada lado de su cabeza, Leia se sintió demasiado nerviosa, ese tipo molesto era alto, demasiado alto…y demasiado apuesto, sus cabellos eran rubios, su piel demasiado blanca y sus agresivos ojos azules lograban intimidarla.
— Eso se nota – dijo muy pegado a su rostro, Leia sintió su fresco aliento… su corazón latió con fuerza… el dolor de James quedó en un segundo término, ladeó ligeramente su rostro… él la ponía nerviosa…demasiado nerviosa.
– Hay miradas cómplices… caricias disimuladas… – habló y él también ladeó su rostro, para seguir cerca de sus labios.
Ella lo vio con miedo y nerviosismo… sus palabras dolieron.
—Y él jamás la dejará...aun cuando tu lo hayas creado un príncipe de armadura blanca, la verdad es, que es un hombre, y los hombres nos quedamos donde nos dan exactamente lo que queremos…sexo – dijo Caleb con tono meloso y malicioso. Leia tragó duro… ¿cómo sabía que eso que le decía era verdad? — Él jamás te mirará como tú quieres…– volvió a asegurar, esta vez, le susurró al oído. Leia apretó sus manos en el firme pecho masculino, no lo quería tan cerca… pero no podía gritar o hablar fuerte, pues todavía podía escuchar a James cerca. – No mientras te siga viendo como una dulce hermana — Leia tembló al sentir la calidez de su aliento en su cuello, él sonrió al notarlo. Ella se sumergió en las palabras dichas por el chico y no quería aceptarlo aun cuando todo lo dicho era verdad…necesitaba retirarse, quería escapar de allí a como diera lugar. – Debes dejar de ser… su dulce Leia… – susurró Caleb y ella y reco
—Te aconsejaría que reconsideraras…— habló con voz ronca un alto y fuerte pelinegro, sentado detrás de su escritorio.— No hay nada que reconsiderar… últimamente he perdido varios socios en el extranjero, y los que quedan son muy pocos…— mencionó un hombre maduro y castaño, frente a él —…además el ramo automotriz es sumamente lucrativo — aseguró acomodándose en su asiento.— Concuerdo contigo Enzo… pero también es muy inestable… ese tipo de sociedades de responsiva ilimitada, están casi extintas por el riesgo que conllevan, no creo que estés en posición de riesgos – dijo Jacob Miller a su colega y amigo de demasiados años.—Tranquilo Jacob… —mencionó relajado el castaño —…confió en el señor Stefano Blackburn, tengo años de conocerlo y la asociación q
Kristel resopló frustrada. – Tarde o temprano tendrás que afrontarlo, Leia…se que es duro para ti todo esto, pero si no lo enfrentas, no lograras dejar atrás lo que ocurrió – dijo Kristel tocando el hombro de su mejor amiga. —Pero ahora deben estar entrenando…— debatió la nombrada. —Precisamente por eso… les mostraré a mi top cinco de los chicos más guapos…— animó Hilary. —¿Acaso has estado viendo a todos los chicos? — cuestionó sorprendida la castaña, mientras caminaba y forzaba a Leia a hacer lo mismo. —Por supuesto que sí… ¿qué creen que hice todo el día de ayer? — cuestionó indignada. —Creí que mudarte, pero ya veo que no…— mencionó la castaña ya sin sorpresa. —¡Por supuesto que no!… la tal Melissa ya tenía todo listo y arreglado, yo solo llegué a acomodar mi ropa…— dijo Hilary fastidiada. —Bueno y
—Tal vez tienen algo oculto, algo que ni Kristel sabe… conoces a Caleb, no sería raro…— dijo Erick, que de cierta forma le gustaba ver frustrado a su estúpido amigo.El rubio le sonrió a la joven y ella lo vio con miedo, definitivamente era un mujeriego.—También conozco a Leia, ella jamás tendría algo que ver con ese imbécil— aseguró James molesto.—Ah, cómo sea… me tengo que ir… supongo que ahora que ya sabe lo de Emireth, tú y ella…— quiso dejar claro.—Quiero a Leia, pero lo de Emireth se está volviendo algo más serio – dijo James con sinceridad.—¿Qué quieres decir? — cuestionó Erick con interés, mismo que compartían los otros dos oyentes.&mda
—¡Qué día! – se quejó la cobriza al finalizar su primer bloque de clases, estaba entrando a su habitación.—¿Leia? ¿Eres tú? – escuchó la voz de Kristel desde su pequeño cuarto.—¿Quién más si no? – preguntó irónicamente al entrar al lugar.—Hola Leia… - saludó desinteresada Hilary, mientras seguía con su vista fija en el portátil en el escritorio de la cobriza que recién llegaba.—Hola… ¿y qué hacen? – preguntó mientras dejaba de lado sus libros y se sentaba en la cama, veía con poco interés a las dos chicas entretenidas en el aparato.—Solo revisamos unos perfiles en la red social – contestó Kristel sin voltear a verla.&
—¿Lo es? – se preguntó mientras agrandaba una de esas fotografías, en ella se podía ver al joven de ojos celestes rotando el balón en uno de sus dedos, permanecía de perfil, al parecer, no se había percatado de estar siendo fotografiado… “¿quién será Darlene? “, se preguntó al ver el nombre de la dueña de la foto, en el que se encontró la etiqueta del joven.—A mí qué me importa…es un imbécil pervertido y engreído – se dijo Leia molesta al prestarle atención de más y cerró de golpe el aparato.Se levantó de la silla y se dirigió al pequeño closet que había en su cuarto… pensaba en buscar algo para la fiesta y se encontró con la camisa que el rubio le había prestado para que saliera completamente empapada de los vestidore
—¡Date prisa Leia! – apresuró Kristel con medio tono de molestia.—Solo un momento…ya voy – dijo ella mientras se terminaba de colocar los delgados y finos aretes de plata.—Tardaste demasiado – se quejó Kristel cuando llegó a su lado.—No sabía que ponerme – se defendió Leia.—Debiste usar algo de mi ropa… o pedirle a Hilary…en fin – mencionó Kristel mientras cerraba su habitación.—Ese no es mi estilo…y lo sabes – respondió Leia con molestia.—Bueno, entonces, pronto nos iremos de compras y encontraremos tú estilo… - advirtió la castaña divertida.Leia solo sonrió… dudaba todavía de verse bien, se había atrevido a us
—Hay demasiada gente…no creí que serían tantos los invitados – habló Leia al entrar, todo el living y parte de la gran sala estaban llenas de personas, chicos y chicas, cada uno bailando o conversando en diversos grupos, todos parecían conocerse muy bien entre ellos y se sintieron fuera de lugar…Leia de nuevo giró su vista a las grandes escaleras que también eran ocupadas por los jóvenes y lo vio…—Sígueme – dijo Kristel al tomarla de la mano.—¿Qué hace él aquí? – preguntó Leia para nadie en concreto con molestia y se quedó parada en ese saturado lugar, su vista fija en el cuerpo del joven.—¿A quién te refieres? – preguntó la castaña, su voz fue elevada, pues la música sonaba alta.Observó en la direcci&oac