—¿Lo es? – se preguntó mientras agrandaba una de esas fotografías, en ella se podía ver al joven de ojos celestes rotando el balón en uno de sus dedos, permanecía de perfil, al parecer, no se había percatado de estar siendo fotografiado… “¿quién será Darlene? “, se preguntó al ver el nombre de la dueña de la foto, en el que se encontró la etiqueta del joven.
—A mí qué me importa…es un imbécil pervertido y engreído – se dijo Leia molesta al prestarle atención de más y cerró de golpe el aparato.
Se levantó de la silla y se dirigió al pequeño closet que había en su cuarto… pensaba en buscar algo para la fiesta y se encontró con la camisa que el rubio le había prestado para que saliera completamente empapada de los vestidore
—¡Date prisa Leia! – apresuró Kristel con medio tono de molestia.—Solo un momento…ya voy – dijo ella mientras se terminaba de colocar los delgados y finos aretes de plata.—Tardaste demasiado – se quejó Kristel cuando llegó a su lado.—No sabía que ponerme – se defendió Leia.—Debiste usar algo de mi ropa… o pedirle a Hilary…en fin – mencionó Kristel mientras cerraba su habitación.—Ese no es mi estilo…y lo sabes – respondió Leia con molestia.—Bueno, entonces, pronto nos iremos de compras y encontraremos tú estilo… - advirtió la castaña divertida.Leia solo sonrió… dudaba todavía de verse bien, se había atrevido a us
—Hay demasiada gente…no creí que serían tantos los invitados – habló Leia al entrar, todo el living y parte de la gran sala estaban llenas de personas, chicos y chicas, cada uno bailando o conversando en diversos grupos, todos parecían conocerse muy bien entre ellos y se sintieron fuera de lugar…Leia de nuevo giró su vista a las grandes escaleras que también eran ocupadas por los jóvenes y lo vio…—Sígueme – dijo Kristel al tomarla de la mano.—¿Qué hace él aquí? – preguntó Leia para nadie en concreto con molestia y se quedó parada en ese saturado lugar, su vista fija en el cuerpo del joven.—¿A quién te refieres? – preguntó la castaña, su voz fue elevada, pues la música sonaba alta.Observó en la direcci&oac
El sol de las ocho de la mañana iluminaba los jardines del campus, el vaivén de estudiantes comenzaba su trajín diario y el desfile daba comienzo en filas interminables que buscaban llegar a tiempo para sus clases, Leia se sentía disgustada con ella misma, se había desvelado en aquella fiesta y ahora mismo sufría las consecuencias de ello…era mejor pensar solo en eso que seguir meditando las palabras dichas por Caleb Blackburn y lo que había visto que ocurría entre James y esa chica Emireth…definitivamente era mejor.—Solo a mí se me ocurre desvelarme cuando tengo clases temprano…— se lamentó en voz baja la joven Leia, mientras descansaba su rostro apoyado en su mano, veía sin mucho interés lo que su profesor estaba escribiendo en la enorme pizarra, sin embargo, e inevitablemente, por más que deseara no pensar en ello, de pronto dejó de prestar at
Caminando apresurada por los pasillos, Leia sentía sus mejillas arder, no tenia mucha experiencia en nada, en realidad, toda su vida había sido dentro de su circulo familiar y los Miller, James y su apuesto hermano mayor, eran los únicos chicos con los que ella había cruzado palabra en su vida, luego, claro, estaba Erick que era el novio de su mejor amiga Kristel, pero fuera de ellos, jamás había hablado con ningún otro, su padre siempre había sido muy estricto y ella toda su vida escolar la había pasado en colegios religiosos y de señoritas, incluso su padre pretendía que siguiera siendo así en la universidad, pero ella se negó rotundamente y por primera vez en su vida estudiaba en un centro de estudios mixto…por supuesto, nunca pudo imaginar que habrían muchachos como Caleb Blackburn tan…atrevidos…—¡Leia! — gritó la p
Ella negó en silencio ¿qué les decía?—N-no… no salgo con él…solo nos estamos conociendo – dijo Leia ya nerviosa.—Ah… deberías hacerlo… es guapísimo…— interrumpió Hilary emocionada.—Creo que en esta ocasión estoy de acuerdo con ella…— apoyó Kristel, Caleb no le caía bien, pero al menos podía distraerla de su arraigado amor por el imbécil de James.—No salimos… solo hemos hablado… un par de veces…— se avergonzó al recordar de qué habían sido sus charlas.—Ah, mira… ahí viene…— dijo Hilary al percatarse de la presencia del joven en el lugar, todos voltearon su vista a él.—¡Ey, Caleb, Erick! — los
Las hojas de los árboles lucían relucientes bajo la luz ambar del sol, aunque Leia, no podía apreciarlo, caminaba apresurada intentando escapar de ese incomodo momento, las palabras de James habían sido demasiado dolorosas, con ello, sus últimas esperanzas se habían esfumado…así como sus tontas ilusiones de cuento de Hadas.—¡Leia! — la detuvo James antes de que se alejara demasiado de la cafetería.Leia cerró los ojos mientras se animaba a enfrentar su mirada.—Siento si te incomodó la plática…— se disculpó tomándola del brazo para verla —… pero no tienes que irte – dijo James sintiéndose miserable, la había lastimado.—No me voy por eso…en verdad tengo que hacerlo — se justificó Leia, no solo fue la pl&aacut
El viento golpeaba con gentileza su rostro en aquel auto que iba a cierta velocidad, los nervios no se hacían esperar, había aceptado aquella demasiado indecorosa propuesta sintiéndola como la única opción para dejar de ser la niña aburrida y sosa y convertirse en una ardiente mujer…como Emireth Young era.Leia apretó suavemente su falda entre sus manos, volteó a verlo de reojo y sin terminar de desaparecer su nerviosismo, mientras avanzaban por las grandes avenidas de la ciudad.—¿Exactamente a… dónde vamos? — le cuestionó y mordió su labio mientras lo veía conducir, dio un respingo cuando él de reojo volteó a verla.—Ya te lo dije… a mi departamento — mencionó fríamente Caleb mientras la flecha verde del semáforo le autorizaba avanzar.
—¿Nunca te has tocado? ¿Nunca te has masturbado? — cuestionó Caleb y su voz sonó más ronca de lo que le hubiese gustado, sabía que era virgen, pero eso podría haber sido una opción.—N-no… jamás…— respondió ella y su rostro ardió en vergüenza.—Es algo muy natural… que… reconozcas tu cuerpo…— aseguró y contuvo las ganas de besarla, ese juego era de él, y no pensaba caer con ella.—D-detente…— suplicó cuando él de forma atrevida, llegó a la parte en medio de sus piernas y acariciaba esa zona tan prohibida de su cuerpo, apretó sus piernas para frenarlo.—¿Por qué? — volvió a cuestionar y besó una vez más su cuello —¿no te gusta?&mdas