Tiene que ser mía

Caleb con dos de sus dedos movió la ya húmeda ropa interior de la chica bajo su cuerpo, logrando con ello obtener la entera atención de la misma, arrancándola de sus pensamientos.

Ella lo vio con reproche.

—Dije que no diría nada … pero no que me quedaría quieto— volvió a susurrarle haciendo indignar a la pelinegra que juraba que podía colapsar por la tensión.

¿Leia? … Leia ¿qué te pasa? ¿Por qué no me contestas?

—E-es que… hay mucha gente… - volvió a mentir -… todo está muy… apretado — dijo para justificarse.

Sabes lo peligroso que es viajar en el metro a estas horas… - se escuchó molesto y preocupado, ella se sintió una mala persona -&hellip

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