Leia apretó sus ojos y soltó un suspiro cansado, luego de revisar su bolso, había olvidado sus llaves en rectoría.—Demonios— soltó secamente y de inmediato se giró para volver.La joven con un traje sastre de dos piezas, color gris y ligeramente ceñido al cuerpo, hizo una mueca de desaprobación por tan ingenuo descuido, el viento le ondeó su cabello que, a pesar de estar recogido en una apretada coleta, todavía contaba con el largo suficiente para pasarle frente al rostro al ser suavemente mecido.Soltó un suspiro cuando dejó las no tan grandes áreas verdes de ese campus, e ingresó de vuelta al edificio de rectoría, subió los largos escalones y sonrió, esta vez se permitió sentir la nostalgia de ser la última vez que pisaba ese lugar.Cinco años. Había pasado cinco años en esa universidad.«Parece mentira» pensó y sonrió con un tinte de ironía en sus labios rosas.Su móvil vibró justo cuando se apoyaba en el escritorio de la secretaria que momentos antes la había atendido, entregándo
Leia observó por el espejo retrovisor como la universidad que le había dado la bienvenida cinco años atrás, se hacía pequeña.Inhaló profundamente y retuvo el aire un segundo antes de dejarlo salir despacio, había sido realmente difícil llegar ahí, justo a ese momento de su vida; estaba graduada.Una vez que se despidió de Kristel en las puertas de la que había sido la casa de su madre y abuelo, e incluso de ella durante meses, se había ido sin voltear atrás, habían sido casi veinticuatro horas de viaje, con sus descansos, claro, algo que le dolió vender, casi igual que su casa, había sido su viejo Volkswagen, pues ese pequeño trasto tenía recuerdos que no quería… además, no sabía si aguantaría el viaje, ahora tenía un discreto sedán, blanco, nada ostentoso.Llegó al edificio donde Connor alquilaba un piso, en el que el bufete se extendía, bajó con seguridad al estacionar el coche en el subterráneo.Estar en California había sido todo un reto, recordó.Llegó con su pequeño sedán y var
El día siguiente, martes, Leia se encontraba sola en su oficina, Carla hacía más de cinco horas que había salido a su cita, luego de medio ordenar el archivo, la cobriza suspiró con pesadez.Dos golpes en su puerta la interrumpieron.—Adelante – soltó con indiferencia.—Vi luz bajo la puerta y supuse que estabas aquí— comentó un alto y atlético barón de más treinta y cinco años.Vicenzo era uno de los asociados principales de Connor en esa prefectura, incluso, se atrevía a pensar, que de los principales a nivel nacional; prácticamente Vicenzo estaba a cargo de ese bufete, aun así, Connor había dejado claro que no era su jefe.—¿Te marchas? — preguntó Leia al verlo cargar su portafolios.Él se apretó el puente de la nariz.—Sí, tengo una reunión con la demandante, al parecer ha conseguido videos que pueden llegar a ser incriminatorios para el sospechoso – afirmo el apuesto hombre con premura.—Ya veo – respondió ella sin darle mucha importancia.—¿Seguirás aquí? — preguntó él girándose
Google lanzó una serie de resultados de noticias internacionales, un par locales, y también, mostró varias imágenes de rostros que coincidían con la búsqueda, todos eran él, el estómago se le contrajo a Leia al maldecirse por estar buscándolo otra vez indebidamente.Sonrió con amargura al abrir la pestaña de imágenes, en todas salía con Adelaide, aquella tipa que tan descaradamente le coqueteó el día de la celebración de su matrimonio, en un par de imágenes los vio tomados de la mano, siempre en eventos públicos…Caleb estaba haciendo muy bien su trabajo en el otro extremo del Asia Oriental, el cretino había abierto varias ensambladoras en China, aquello había sido muy remarcado en las noticias de ese País, pues China era la primera potencia económica del mundo y, lo que menos necesitaban eran fabricantes de autos haciéndoles competencia… y él lo había logrado.Verlo ahora en otra fotografía con Adelaide, demasiado cercanos para su gusto, le recordó por qué no debía flaquear…Caleb le t
—¿Sobre qué? Luces extraño – respondió mirándolo un poco alterado, y eso, si que no era para nada normal.Él se recargó en el escritorio de gruesa madera, y se sentó ligeramente en él. Guardó sus manos en los bolsillos de su elegante pantalón gris.Leia no entendió, se formaron varios segundos en silencio en el que él no dejó de verla a los ojos, bien, Leia estaba nerviosa.Connor deslizó dos de sus dedos por el rostro de la joven, echando atrás un par de cabellos que habían escapado de su coleta, Leia se estremeció ante el contacto que se había vuelto común entre ellos.—Caleb volverá— soltó fríamente.Ella se paralizó olvidando la tibia sensación de su caricia.—¿Qué? – dijo casi sintiendo su alma desprenderse de su cuerpo.Él asintió.—Justamente aquí – termino de decir Connor.Ella sonrió nerviosa —Debes estar bromeando, yo no puedo verlo… no, él no debe verme –Connor asintió y al todavía mantener sus dedos cerca de su oreja, la tomó de la nuca y la acercó para besarle los labios
Cerca de dos horas después, la junta había finalizado, la noche había caído y al salir de la sala, la gran mayoría se disponía a partir a sus hogares, Carla, a pesar de haber terminado su horario de trabajo una hora y media atrás, todavía esperaba a Leia, por si la necesitaba.La cobriza salió apretándose el puente de la nariz y se dirigió con ella.—¿Qué haces todavía aquí? – regaño Leia.—Creí que…Leia le sonrió sin mucho ánimo.—Será mejor que te vayas y descanses, mañana vuelve temprano, por hoy hemos tenido un día agotador – dijo la cobriza aun sintiendo aquella ansiedad ante la llegada de Caleb.La chica iba a decir que con gusto se quedaba, después del permiso que le dio de salir temprano el día anterior, pero al ver a cierto rubio, terminó por declinar.—Está bien, que pases buenas noches— dijo y se giró de inmediato para irse.Leia se extrañó, pero enseguida notó la presencia de Connor tras ella.—Será mejor que también te vayas –—¿Y qué pasará con el análisis del caso de J
La puerta de esa oficina se abrió, haciendo que el pequeño rechinar que siempre hacía, alertase a la persona que se mantenía tras el escritorio, pulcramente ordenado.Los ojos fríamente azules que habían dejado de ver la pantalla de su portátil, vieron a la madura mujer castaña que lo veía casi con súplica, Caleb volvió sin interés su vista al ordenador.—Diablos— soltó Adelaide cuando perdió su atención, entró a la oficina y cerró la puerta tras ella — Sigues decidido a ello –Caleb se recargó mejor en el asiento de piel donde había estado sentado, su atención seguía cayendo a la imagen que la pantalla le mostraba.—Vamos, Caleb, no tenemos por qué regresar, lo hemos hecho muy bien aquí— dijo ella que comenzó a vagar por la elegante oficina tapizada en madera, viendo como en las paredes se exhibían varias fotos, donde aparecían ella y él, junto a las personas que les habían abierto las puertas en ese mercado, volteó a ver a Caleb, pero éste mantenía su completa atención, ya no en lo
Los cuerpos de dos chicas se apretaron uno contra otro, en medio de ese gran abrazo que compartían.—Dios, cuánto te extrañé, Leia— susurró Kristel al deshacer el abrazo.Sus maletas estaban tiradas un par de metros más atrás, donde las soltó al ver a Leia entrando a esa zona del aeropuerto.La cobriza sonrió.—Y yo a ti, ha pasado tiempo, ¿no? — comentó Leia que todavía tenía rastros en su rostro pálido de las pocas horas de sueño.—¡Claro que sí! A pesar de que parece que vienes en pijama, luces espectacular — se burló la castaña al verla en un conjunto deportivo gris y holgado.—Ah, no te burles –—Sabes que nunca lo haría— aseguró Kristel.—¡Tía Kristel! — una pequeña voz infantil hizo que Kristel girara buscando de dónde venía.Kristel soltó un pequeño grito de alegría cuando el niño de cinco años saltó sobre ella y se abrazó de brazos y piernas a su cuerpo —¡Te extrañé mucho! –Leia sonrió viendo a Nicoleta llegar tras Edrick, luego de acompañarlo al baño.—Pues no parece que me