Impulsos frustrados

—Lo único que me faltaba — se quejó el pelinegro al recibir un texto por parte de Erick, informándole que el entrenador del equipo había citado a un entrenamiento nocturno — Maldita sea — dijo y continuó conduciendo por esas angostas calles que lo llevarían a la casa de Leia.

El día era nublado y pequeñas y casi invisibles gotas de agua se pegaban al parabrisas de su auto y éste no les prestó atención, no cuando al llegar a su destino, se encontró con el auto deportivo y de colección de cierto ojiazul que lo hacía rabiar, y no con el coche mal gastado de Leia.

—¿Qué mierdas hace este imbécil aquí? — se preguntó molesto al salir de su coche y cerrar el mismo de un portazo.

Sus pasos fueron firmes y de prisa, Se adentró a falta de puerta principal y

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