—¿Y no se supone que deberías estar en tu habitación? – cuestiono Darlene.La niña asintió — Sí, pero como estoy un poco mejor, me dejan venir a visitar a otros pacientes — explicó sin darle mucha importancia.—Y te quedaste con Emireth, ¿por qué…? — preguntó extrañada sabiendo de antemano que a su amiga no le resultaban muy agradables los niños.Astrid se encogió de hombros.Justo cuando Darlene veía a la niña acercarse y ver a Emireth, ésta abrió los ojos.—Mire, despertó –Darlene se acercó y también la vio a la cara.Los ojos de Emireth se abrieron y cerraron un par de veces acostumbrándose a la luz tras los rostros de Darlene y la ni&n
Los días siguientes en la universidad fueron cansados, pero nada fuera de lo normal, el clima frío solía mantener más tranquilos los ánimos y, por ende, era más sencillo poner atención; regularizarse con sus materias había exigido mucha de la concentración y empeño de Leia, por lo que había dejado de prestar atención a las miradas que seguía teniendo encima luego del pequeño escándalo en el que ella y su familia se vieron involucrados, se había encontrado a James un par de veces por los pasillos, pero ya no hacía falta más que intercambiar un par de miradas incomodas, casi siempre, ligeramente forzadas, a decir verdad, apenas podía creer qué tanto había cambiado desde que entró a la universidad, hasta ese día, no se reconocía mas como esa chiquilla tonta y enamorada de James que fue toda su vida hasta que llego hasta
Los ojos rojizos de Stefano se fijaron sobre el rubio de ojos zafiro mientras éste se paseaba por la enorme oficina que le pertenecía, mientras leía el contenido de esas hojas que recién le había entregado. —Debe ser una broma— soltó Caleb al alzar sus azulinos ojos al hombre que era su mano derecha — ¿esto es todo en una semana? — agregó alzando el folder azul marino que le había sido entregado. Stefano frunció los labios en una ligera decepción y asintió despacio mientras se levantaba del escritorio, lugar donde había permanecido apoyado. El rubio mantuvo su mirada extrañada en la rojiza del alto castaño. —Algo no está bien – dijo convencido de que así era. —¿Y si dice la verdad? – le cuestiono Stefano. Caleb negó —No, todo está demasiado calmado como para que sea verdad— dijo y a pesar de todo, sus ojos mostraron un frío asombro. —¿Qué planeas hacer? — preguntó el otro. —Comunícate con tu investigador y qué te diga exactamente dónde está Emireth — ordenó al caminar a su esc
Horas más tarde, Leia alzó su vista al cielo negro de esa noche, la luz de la sala alcanzaba a iluminar el exterior gracias a las paredes de cristal, sus ojos azulinos bajaron de las nubes relampagueantes al agua de la alberca que era rota en su tranquilidad por las miles de gotas que caían suaves pero constantemente sobre ella.«Ha anochecido completamente» pensó preocupada al apoyar su mano en el frío cristal; suspiró pesadamente al girarse y acercarse a tocar el pequeño botón que cerraría las cortinas de ese lugar, ya era noche y Caleb no había llegado aún.Sintiéndose extrañamente preocupada se dirigió escaleras arriba y llegó a su habitación, buscando distraerse un poco encendió el televisor y dejó que las noticias que corrían en ese canal informativo sonaran, mientras ella daba un últim
—¡Hey, Leia, abre ya, nos estamos congelando! — exigió Hillary al hablarle al intercomunicador. —No grites, tonta, nos avergüenzas— regañó Kristel al golpearla con el codo. Leia sonrió y luego de avisarles que bajaba, colgó el teléfono. —¿Llegaron? — preguntó el rubio que bajó de la habitación al escuchar el timbre. —Ajá— ella le asintió mientras dejaba una bandeja con diversos aperitivos en la mesa. —Yo bajo— se ofreció él y ella agradeció y le sonrió, después volvió a la cocina sólo a verificar que tuviese todo listo, era la primera vez que recibía visitas formales en su casa y hasta cierto punto, deseaba ser una buena anfitriona. Vio a Caleb perderse por las escaleras y suspiró al morderse un labio, la noche anterior había estado más cercano de lo normal, hicieron el amor varias veces durante la noche, algo que no ocurría desde las primeras noches enteras que compartían; en la mañana apenas tuvo valor de abrir los ojos y ducharse para asistir a la universidad, él también habí
Dos sonoros golpes en el cristal llamaron la atención de Leia, Kristel y Elric. —El partido continúa, ¿no vienen? — Hillary hizo un movimiento de cabeza invitándolos a entrar. —Oh, por supuesto— dijo Elric y se adelantó llevándose de la mano a Kristel. —Bien, el partido no es lo que más deseo ver— se quejó la castaña y aun así lo siguió. —Llamaré a Caleb— informó Leia al caminar con ellos, dándose cuenta que muy buena anfitriona no estaba siendo al haber dejado a aquellos dos solos. —Bien, te esperamos adentro – Kristel y Elric entraron y Leia cambió de dirección directo a las escaleras. —No me importa— escuchó la voz seca de Caleb y detuvo sus pasos. —No puedes arreglar un problema con otro— la voz de Elton la hizo fruncir el ceño. El pequeño alboroto del interior no disminuyó la intriga que esa conversación le generaba. —Joder, Caleb, tú ni siquiera deseas hijos, ¿por qué lo haces? — esa pregunta en la voz alta e incrédula de Elton le hizo latir el corazón de una forma ext
Esa pregunta y el tono amargo y resentido de la lacia cobriza le generaron un mal sabor de boca a Leia. Su respiración suave y calmada escapaba despacio por sus labios al esperar que Emireth hablara, a decir verdad, no tenía idea de lo que hacía ahí, los ojos de ella y los de Darlene no dejaban de ver a la convaleciente cobriza, aunque los de esta última, con algo más que preocupación. Emireth sonrió con burla y autosuficiencia al acercarse un par de pasos a Leia, la misma que la vio con recelo pero que no se apartó un milímetro de ella. —Y dime, ¿Tú a qué has venido? – cuestionó sin disminuir un poco el grado de su autosuficiencia e incluso, elegante altanería. Leia la vio de medio lado cuando Emireth se colocó a su lado, terminando de analizarla, como siempre, subestimándola, mientras se negaba a aceptar su derrota por culpa de esa chica un par de años menor que ella – Mph— sonrió con ironía y un tinte de molestia – ¿me dirás que también estás embarazada? – preguntó tensando a L
—Pero ella es tan cruel y una mentirosa — soltó al apoyar sus codos en el volante mientras se apretaba las cienes, pretendiendo centrar sus pensamientos.Recordar la noche anterior cuando Caleb y ella estaban juntos hizo incrementar su llanto y el dolor, esa noche, cuando sus amigos dejaron su casa, él había vuelto a besarla, acariciarla y desnudarla despacio antes de tumbarla en la cama y subirse sobre ella; Caleb le había hecho el amor de forma larga y tranquila, viéndola a los ojos, para luego incrementar la fuerza de sus embistes y no perder detalle de cada uno de sus gestos, eso la había hecho sentir tan vulnerable ante él.Porque lo era, demonios.«Esto no puede estarme pasando» Se lamentó y apretó sus manos en sus ojos, Necesito dejar de llorar, ahogar su llanto y tragarse su dolor, al menos por las horas siguientes, no ser est&