Capítulo 2

—No se le pueden perdonar todas las cosas a las personas solo porque sean guapos.—y el joven tenía un buen punto.

—Lo se James, lo se. —dice mientras le soba la frente con el pañuelo a su hermano

—Deberías renunciar. Ese trabajo es horrible. Nunca podrás ser tu misma allí.

Tessa niega —explotan todo mi potencial, créeme.

Él pone una mueca escéptica

—Julian, a pesar de todo, es un buen líder

—¿Lo justificas?

—No. Solo digo que he aprendido mucho. Tiene una mente de tiburón en los negocios.

—Pero no es un excelente ser humano

Ella se encoge de hombros —le faltan ciertos valores —admite —aun asi, no tienes de que preocuparte, poco a poco voy siendo yo misma con el

—Sí, — le detiene el brazo a medio camino mientras la mira con cariño —pero nunca realmente tu— sabia a que se refería. Después de todo, estaba en este hospital vestido como un hombre. Y no solo eso. Ella había robado la identidad de su hermano para poder aplicar al trabajo. Si en algún momento su verdad saliera a la luz, claramente iría a la cárcel por fraude, o suplantación de identidad.

—Deberías renunciar— insiste su hermano y sus rubios cabellos brillaban. Aun estando enfermo, parecía despedir vida. —ahora que estas a tiempo y nadie lo sabe

—Nadie nunca lo sabrá

—No puedes estar segura de eso Tessa. Cada dia que pasas allá te arriesgas a más, y solo por mi...

—Tu eres todo lo que tengo— lo corta ella —si renunciara... si renunciara a eso... —miro a su alrededor —no podria cubrir los gastos de este hospital ni de chiste. Y lo sabes.

—Pero Tessa...

—Pero nada. He dicho. Mi decisión no te compete a ti.

James suspira —se supone que sería yo quien cuidase de ti. Soy el mayor. No sé en qué momento me convenciste a acceder a esto.

Ella niega —ya me has cuidado bastante, hermano. Mas de lo que debías. Ahora es mi turno.

En ese momento James empieza a toser y Tessa se pone pálida. Siempre le ha dado miedo cualquier síntoma de debilidad en él, casi como si cada reacción lo alejara más de ella. Una enfermedad que te quitaba lentamente la vida.

Las manos de Tessa se vuelven en puños, una reacción causada por la impotencia. Era como ver la fuga en un globo, donde veías como el aire se escapa, la única diferencia es que en esta situación ella no era capaz de cerrarlo.

Sus ojos bajaron al suelo.

—Estoy bien— la tranquilizo su hermano dándole una suave sonrisa. Pues el chico se veía delicado, y bastante pálido. Claramente aún no había tomado el color rosado de las mejillas. Y muchos medicamentos lo ponían a dormir bastante rápido. Había visitas donde Tessa venia, pero lo encontraba sumido en un sueño profundo, ocasiones donde nunca lo despertaba, solo se quedaba a su lado, sostenía su mano y se dormía a lado de el en una silla.

Su hermano siempre le había dicho que no había necesidad de hacerlo. Que no debía pasar mala noche por él. Que ella trabajaba mucho, que debía ahorrar energías. Pero Tessa no lo hacía. No hacía caso. Después de todo, ¿Cómo se perdonaría si esa noche fuera la última? La última vez para verlo... la última vez de tener aquel brillo de sus ojos en su vida

—¿Ya no deberías irte? — pregunto James mirando el reloj

—Oh. Si. —admitió ella —nadie quiere que al señor Julian le explote la cabeza por que su asistente llego tarde

—Si, pero ¿estamos seguros de que nadie lo quiere? —inquirió su hermano

Ella le lanzo una sonrisa divertida —tienes suerte de que él no te escuche. Sino, ya te hubiera despedido.

—No trabajo para el

—Técnicamente sí. James lo hace

—Quien no es capaz de aguantar una broma, es alguien con un ego muy débil.

—No creo que su carácter sea débil. Es solo... malhumorado

—Ya no lo defiendas más hermanita —dice mientras alza su mano haciendo un gesto de despedida

Ella se despide también. Y corre rápidamente a tomar el taxi que ya tiene citado fuera del hospital.

Solo le toma media hora llegar hasta la empresa. Y justo con 15 minutos antes de lo acordado.

Y como siempre los ojos azules de su jefe la reciben rápidamente

—¡Gracias al cielo! — exclama el mientras le tiende un montón de carpetas- asegúrate de revisarlas y mandarlas a los departamentos respectivos.

—¿T-tantos...?—murmuro ella

—Si. —y luego señalo hacia su escritorio —tengo otra pila mía por allá, y tranquilo te pagare extra por todo esto— entonces se marchó.

Si Tessa tenía que reconocerle algo a Julian, era que él no explotaba a sus trabajadores. Era justo, y cualquier sobrecarga u hora extra de trabajo siempre era recompensada con una suma bastante generosa de dinero.

Las horas pasaron rápido y Tessa estuvo trabajando hasta que el reloj llego a las 6:30 de la tarde.

Ella bostezo cansada por tanto papeleo. Incluso tuvo que digitar ciertas cosas, e imprimirlas nuevamente. Ni siquiera noto que alguien había entrado en su sitio de trabajo hasta que oyó la voz a sus espaldas

—Gran trabajo, James— y su jefe se encontraba colocándose su chaleco. —está nevando afuera

Ella miro hacia la ventana. Julian tenía razón

—Claro. Ya terminé

—Me lo imaginaba. Por cierto, ¿puedo preguntarte algo?

—Son las seis de la tarde, ¿aún estoy trabajando?

—No es una pregunta de trabajo

Ella asiente —claro, dígame, señor Anderson.

—Uno de mis trabajadores te vio hoy por casualidad.

—¿Ver? — murmuro sin comprenderlo

—Estabas en el hospital. Ese fue tu asunto urgente, ¿estas enfermo? ¿o tienes a alguien enfermo allí?

Ella se quedó sin palabras. ¿Qué debía contestar? ¿decir la verdad? ¿decir una mentira?

Analizo sus opciones. Acercarse al tema del hospital, era acercarse al verdadero James. Y eso no estaba entre sus planees.

—Solo un amigo.

—¿Algo grave? — volvió a repetir su pregunta

—No. No... —desvió la vista, no era tan descarada para mirarlo en plenas narices mientras le mentía —nada grave

—Ya veo. No dejes que eso te distraiga del trabajo

Ella regreso a mirarlo molesta ¿Quién ser humano era tan insensible?

Ella se paró de un golpe, incluso el mismo Julian vacilo cuando noto la profundidad de sus ojos castaños mirándolo de forma escrutadora. No. No solo era eso. Lo estaba juzgando.

—¿Puedo pedirle algo? —murmuro ella en su lugar manteniendo la calma

Julian espero. Una señal directa de que esperaba que continuara.

—Fuera del ambiente laboral. —dijo Tessa —Usted y yo no tenemos nada que ver. No se meta en mis asuntos. Aguantarlo a usted siendo insensible con temas de enfermedades a mis amigos que me competen no está entre mis labores y no se me paga por ello.

Los ojos fríos de Julian lo miraron sin inmutarse. —Bien. —entonces camino pasando por el supuesto James hacia la puerta de salida.

Tessa pensó que él se iría por completo, pero... —discúlpame

Ella parpadeo.

—No debí decir eso. Y como gustes. No me meteré en tu vida fuera de la empresa— entonces siguió caminando con las manos en los bolsillos de su abrigo.

Y sus palabras siguieron rodando en su mente.

Discúlpame...

Discúlpame...

Discúlpame...

Y lo raro aquí, es que ella nunca lo había escuchado decir aquello. Ni una sola vez. Como una nueva palabra descubierta en el vocabulario de vida que conllevaba ser Julian Anderson.

Y sin embargo, ¿Quién diría que ese hecho tan descuidado lo llevaría a Julian a descubrir la verdad?

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