[CAPÍTULO VEINTINUEVE]

Nicolás nos condujo hacia una cafetería en el centro de la ciudad donde supuestamente se encontraba la mujer que tanto quería. Insistí de todas las maneras posibles que no era necesario que nos presentara, pero resultó inútil, no había quien consiguiera hacerle cambiar de opinión. ¿Por qué era tan importante para él que la conociera?

—¿Me estás haciendo entender que tu relación con esa mujer no puede funcionar si no me conoce en persona?

—Exacto.

—¿Es que no hay otra manera de convencerla?

—No— y así con respuestas cortas que me sacaban de quicio.

—¿Tampoco podemos reunirnos en otro momento?

—¿Me explicas cuál es tu verdadero problema? —detuvo el auto en seco y se giró a verme, me quedé enseguida sin habla—dime
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