Alba, sale de la oficina de su jefe, al igual que Leandro está devastada, para ella no sólo fue difícil aceptar que él dudara de ella, sino también tener que responderle de aquel modo. ¿Remordimiento? Era más que eso, era sentirse lastimada en su ego y haber reaccionado impulsada por las palabras de él. Ella no era una mujer capaz de herir a otro, pero tampoco podía permitir que el hombre que amaba la juzgara de aquel modo.A pesar del poco tiempo que habían pasado juntos, sus sentimientos hacia su jefe eran intensos y verdaderos.Suena su móvil con un notificación, toma el celular y abre el mensaje. Es él, Enrique su nuevo prometido y su realidad. “¿Almorzamos juntos?”Ella piensa si debe ir o no. Observa a su alrededor su escritorio, toma sus pertenencias, lo poco que posee y lo coloca dentro de su bolsa, una agenda, un pequeño portarretrato de sus abuelos, responde parcamente.“Sí, dime donde nos vemos”“¿Estás bien?”“¡Sí!”Enrique le envía la dirección por GPS y ella se levanta
—Siéntate hija, necesito que escuches mi verdad. Sé que has vivido todo este tiempo creyendo que te abandoné, pero no es cierto. Déjame contarte todo lo que pasó —toma de la mano a Alba, quien sigue aturdida. La pelicastaña se sienta y Macarena aproxima su silla a la de ella. —Es necesario que me oigas atenta. Luego puedes preguntarme lo que sea —Alba la mira y sus ojos se vuelven cristalinos, siente un nudo en la garganta y el corazón a punto de salírsele por la boca. —Cuando tenía dieciocho años, logré encontrar un empleo de medio tiempo en una empresa en Madrid. A pesar de que tus abuelos no estaban de acuerdo con que trabajara, yo necesitaba ganar dinero para poder estudiar y eso hice. Luego me enamoré de un hombre que al principio fue un príncipe…Flash back—Raquel, dígale a Macarena que por favor, venga a mi oficina, necesito que limpie mi escritorio.—¡Sí, señor! Tocan a la puerta, el hombre contesta desde adentro, la chica abre sosteniendo en su mano un balde con sus inst
Al llegar a su apartamento, Alba reposa su espalda contra su puerta después de entrar, su día fue muy atareado, la presión de Leandro, su renuncia, la llegada de su madre, era demasiado para ella. Justo en ese momento, su teléfono empieza a sonar, lo saca de su bolsa y lo chequea, es Enrique, ¿Debía contestarle? La verdad estaba muy cansada y quería estar sola, pero tal vez sea importante, así que decidió responder.—Hola —trata de actuar, pero no engañaría a nadie con su tono.—¡Hola, cariño! ¡¿Aún sigues con tu madre?! —No, ya estoy en el apartamento.—Vale, ¿Y como te fue con tu madre?—Bien, creo…—¿Está todo bien? Te oigo desanimada.Alba suelta un suspiro y no puede más.—Quisiera hablar contigo, ¿podrías venir?—Claro.Minutos más tarde, Enrique avisa que ya se encuentra fuera del edificio, Alba baja a buscarlo y luego ambos suben al apartamento.—¿Qué sucede? —pregunta él, preocupado.Alba se voltea a verlo y lo abraza, no sé contiene y comienza a llorar. Enrique queda sorpre
Ester palidece ante el llamado de Leandro, su amante del otro lado también había escuchado, por lo que hizo silencio, aunque muy dentro de él tenía ganas de confesarle a Leandro que estaba con su chica, haciendo crecer su rivalidad. La rubia reacciona y su amante le hace señas, ella corta la llamada y le deja un mensaje que le escribirá cuando pueda.—¡Si cariño! —recoge la bata y se la coloca, luego abre la puerta.Desde hace rato le estaba pidiendo dormir juntos y cuando Ester se rinde cosa que le da por irse con su amante, es cuando Leandro le provoca estar con ella. Al abrir la puerta, Leandro ve hacia adentro del baño.—¿Estabas hablando con alguien? —comienza a sospechar.—¿Eh? No —responde nerviosa y sale del baño.—Escuché voces. Ester camina hacia la cama y acomoda la sábanas para meterse en ellas. Leandro la sigue y se posa al lado de la cama para seguir viéndola.—Estaba viendo algo —sigue excusándose.—Te escuché gemir.Las mejillas de Ester se enrojecen, esa sensación de
—Logra sacarle el número para que salgan otro día, pero está noche te quiero con nosotras.—¡Vale! Ale se aleja un poco de las chicas, quienes empiezan a beber y a animar a qué Alba comience a tomar, esta lo hace, pero por el hecho de que no puede despegar la vista de su amiga Ale, quien se dirige hacia Leandro con sensualidad. —Ale ya debe estar ebria como para lanzarse a ese galán —comenta Nata.—Lo sé, quiero tener el mismo nivel que ella —Valeria se toma otro shot.Ale llega a él y lo saluda.—¡Hola! —Leandro la ve, severo—. No sé si me recuerda, soy amiga de Alba, la que trotó con ella.Él hace un gesto para recordarla y muy poco lo logra gracias al alcohol que tiene encima.—¡Si, claro! —finge que la recuerda—. ¡¿Qué hace por aquí?!—En la despedida de soltera de Alba —responde Ale y señala al pequeño grupo de chicas festejando.Leandro ve a Alba y le es imposible despegar su vista.—¡Pues que bueno! —dice no muy contento.Ale intenta sacarle partido y Leandro solo muestra son
Mario revisa varios documentos en su oficina. Tocan a la puerta y da la orden para qué pase. Al levantar el rostro se encuentra nada más y nada menos que con Lucas Comelli, su socio. —¡Joder! Que esto es un milagro. —se levanta para saludar a su amigo a quien llevaba más de un año sin ver, luego de aquel agrio recuerdo del pasado.—¿Cómo has estado? —pregunta mientras da un par de palmadas a su socio.—Sorprendido de verte. ¿Cuándo llegaste a Madrid? —Hace unos días, pero apenas tuve tiempo para venir a saludarte. —Pues siéntate —Mario le ofrece asiento y el elegante hombre de porte italiano, delgado y con gafas, se sienta.—¿Cuéntame cómo estás y cómo está tu hijo? —pregunta mientras desabotona la chaqueta de su elegante traje. —Con la noticia de que por fin Enrique se casa y esta vez nada podrá impedirlo. —responde con firmeza.—¿Se casa? —pregunta con asombro.—Sí, finalmente ha encontrado a una chica y se casa. ¡Que ya me tenía flipando con el tema de su soltería! Así que prep
Los días pasan velozmente frente a una Alba que a pocas horas de su boda se encuentra frente a un gran dilema. ¿Estaba segura del paso que iba a dar?Realmente la decisión de casarse con Enrique Fuenmayor fue sólo un impulso. Estaba tan enojada con Leandro y tan dolida por la forma en que la trató aquel día, acusándola de algo que ella nunca hizo que sólo pensó en desquitarse de él. ¿Y que mejor manera que aceptando la propuesta de su socio para casarse?—Alba, hija. Necesito comprar algunas cosas para tu hermana. Debemos vernos representables para esa ocasión.—¿Cuánto necesitas, mamá? —interroga Alba desde del otro lado de su celular.—Pues, no sé. Pudieran ser unos 20 mil euros. —Mamá, no tengo esa cantidad. —Pídele a tu futuro marido. Él tiene mucho dinero, hija.—No estoy acostumbrada a pedirle dinero a ningún hombre, mamá.—Entonces es hora de que vayas aprendiendo, Alba. La misma biblia lo dice, el hombre es el proveedor de su familia. Alba rodea los ojos. Su madre era una m
Macarena entra con su presencia imponente junto a su hija, Enrique se pone de pie para recibir a su ‘querida suegra’. Los ojos de Lucía se vuelven cristalinos al ver a su hija en aquel preciso momento. No eran lágrimas de felicidad sino de tristeza. Nunca dudó que volvería a ver a Macarena de regreso en una situación como esa. —¡Madre! —exclama con emoción acercándose a una Lucía que debe fingir alegría al ver a su hija y como siempre lo ha hecho, ocultarle a Alba quién es realmente su hija.Para Lucía, nunca ha habido razón válida ni justa que haga a una madre desistir de su pequeña de cinco años, ninguna. Excepto el hecho de ser una persona egoísta y sin sentimientos. —¡Hija! —exclama con asombro.—¡Sí, madre! He vuelto como te lo prometí un día. Macarena abraza a su madre, quien permanece inmóvil. Alba puede notar la expresión de frustración en el rostro de su abuela, por lo que interviene señalando a Camila.—¡Ven, Camila! Conoce a nuestra abuela. —La chica se aproxima a Lucía