Ester palidece ante el llamado de Leandro, su amante del otro lado también había escuchado, por lo que hizo silencio, aunque muy dentro de él tenía ganas de confesarle a Leandro que estaba con su chica, haciendo crecer su rivalidad. La rubia reacciona y su amante le hace señas, ella corta la llamada y le deja un mensaje que le escribirá cuando pueda.—¡Si cariño! —recoge la bata y se la coloca, luego abre la puerta.Desde hace rato le estaba pidiendo dormir juntos y cuando Ester se rinde cosa que le da por irse con su amante, es cuando Leandro le provoca estar con ella. Al abrir la puerta, Leandro ve hacia adentro del baño.—¿Estabas hablando con alguien? —comienza a sospechar.—¿Eh? No —responde nerviosa y sale del baño.—Escuché voces. Ester camina hacia la cama y acomoda la sábanas para meterse en ellas. Leandro la sigue y se posa al lado de la cama para seguir viéndola.—Estaba viendo algo —sigue excusándose.—Te escuché gemir.Las mejillas de Ester se enrojecen, esa sensación de
—Logra sacarle el número para que salgan otro día, pero está noche te quiero con nosotras.—¡Vale! Ale se aleja un poco de las chicas, quienes empiezan a beber y a animar a qué Alba comience a tomar, esta lo hace, pero por el hecho de que no puede despegar la vista de su amiga Ale, quien se dirige hacia Leandro con sensualidad. —Ale ya debe estar ebria como para lanzarse a ese galán —comenta Nata.—Lo sé, quiero tener el mismo nivel que ella —Valeria se toma otro shot.Ale llega a él y lo saluda.—¡Hola! —Leandro la ve, severo—. No sé si me recuerda, soy amiga de Alba, la que trotó con ella.Él hace un gesto para recordarla y muy poco lo logra gracias al alcohol que tiene encima.—¡Si, claro! —finge que la recuerda—. ¡¿Qué hace por aquí?!—En la despedida de soltera de Alba —responde Ale y señala al pequeño grupo de chicas festejando.Leandro ve a Alba y le es imposible despegar su vista.—¡Pues que bueno! —dice no muy contento.Ale intenta sacarle partido y Leandro solo muestra son
Mario revisa varios documentos en su oficina. Tocan a la puerta y da la orden para qué pase. Al levantar el rostro se encuentra nada más y nada menos que con Lucas Comelli, su socio. —¡Joder! Que esto es un milagro. —se levanta para saludar a su amigo a quien llevaba más de un año sin ver, luego de aquel agrio recuerdo del pasado.—¿Cómo has estado? —pregunta mientras da un par de palmadas a su socio.—Sorprendido de verte. ¿Cuándo llegaste a Madrid? —Hace unos días, pero apenas tuve tiempo para venir a saludarte. —Pues siéntate —Mario le ofrece asiento y el elegante hombre de porte italiano, delgado y con gafas, se sienta.—¿Cuéntame cómo estás y cómo está tu hijo? —pregunta mientras desabotona la chaqueta de su elegante traje. —Con la noticia de que por fin Enrique se casa y esta vez nada podrá impedirlo. —responde con firmeza.—¿Se casa? —pregunta con asombro.—Sí, finalmente ha encontrado a una chica y se casa. ¡Que ya me tenía flipando con el tema de su soltería! Así que prep
Los días pasan velozmente frente a una Alba que a pocas horas de su boda se encuentra frente a un gran dilema. ¿Estaba segura del paso que iba a dar?Realmente la decisión de casarse con Enrique Fuenmayor fue sólo un impulso. Estaba tan enojada con Leandro y tan dolida por la forma en que la trató aquel día, acusándola de algo que ella nunca hizo que sólo pensó en desquitarse de él. ¿Y que mejor manera que aceptando la propuesta de su socio para casarse?—Alba, hija. Necesito comprar algunas cosas para tu hermana. Debemos vernos representables para esa ocasión.—¿Cuánto necesitas, mamá? —interroga Alba desde del otro lado de su celular.—Pues, no sé. Pudieran ser unos 20 mil euros. —Mamá, no tengo esa cantidad. —Pídele a tu futuro marido. Él tiene mucho dinero, hija.—No estoy acostumbrada a pedirle dinero a ningún hombre, mamá.—Entonces es hora de que vayas aprendiendo, Alba. La misma biblia lo dice, el hombre es el proveedor de su familia. Alba rodea los ojos. Su madre era una m
Macarena entra con su presencia imponente junto a su hija, Enrique se pone de pie para recibir a su ‘querida suegra’. Los ojos de Lucía se vuelven cristalinos al ver a su hija en aquel preciso momento. No eran lágrimas de felicidad sino de tristeza. Nunca dudó que volvería a ver a Macarena de regreso en una situación como esa. —¡Madre! —exclama con emoción acercándose a una Lucía que debe fingir alegría al ver a su hija y como siempre lo ha hecho, ocultarle a Alba quién es realmente su hija.Para Lucía, nunca ha habido razón válida ni justa que haga a una madre desistir de su pequeña de cinco años, ninguna. Excepto el hecho de ser una persona egoísta y sin sentimientos. —¡Hija! —exclama con asombro.—¡Sí, madre! He vuelto como te lo prometí un día. Macarena abraza a su madre, quien permanece inmóvil. Alba puede notar la expresión de frustración en el rostro de su abuela, por lo que interviene señalando a Camila.—¡Ven, Camila! Conoce a nuestra abuela. —La chica se aproxima a Lucía
—¡A-aguarde! —tartamudeó. —Soy yo, mamá. —contestó su hija.Al oír la voz de Camila, Macarena sintió que el alma le volvía al cuerpo. Abrió la puerta y se refugió en brazos de su hija.—¿Qué te pasa, mamá? ¿Por qué estás así? —preguntó sorprendida.Macarena siempre le había hablado a su hija de su pasado, pero como siempre con un ligero cambio en su versión.—¡Es él! —respondió nerviosa— ¡Es él! —¿Quién mamá? —Camila estaba confundida.—El hombre que abusó de mí. —murmuró:— Mario Fuenmayor, es el padre de tu hermana, Alba.—¿Qué? Pero eso no puede ser. Ese desgraciado, ya va a saber quién soy. —dijo enardecida, se dispuso a salir del baño, pero Macarena se lo impidió. —¡No! No lo hagas, no quiero tener que contarle esa terrible tragedia a tu hermana. —cerró la puerta y Camila la miró con estupefacción.—¡Mamá! Alba debe saberlo. Enrique es su hermano y ese hombre es un violador. —¡No, Camila! Te prohíbo que te metas en esto. —aseveró en tono firme y la chica frunció el entrecejo.
Macarena salió de la oficina, se sentía perturbada por aquella inesperada reacción.“Que tonta eres, Macarena. No debiste dejar que se acercara a ti” se dice a sí misma, mientras sus tacones resuenan por el pasillo. Al llegar a la sala principal, Enrique conversaba con Camila, Alba en tanto había llevado a su abuela hasta su habitación. —Creo que es hora de irnos, Camila. —dijo la elegante mujer. —¿Tan rápido, mamá? —Sí, hija. Debemos descansar. Mañana será un día ajetreado para tu hermana. —No es necesario que se vaya, Macarena. Si desean puedo pedirle a una de las empleadas que disponga de dos habitaciones. Creo que Alba estaría mucho mejor. —Macarena sonrió y elevando su ceja izquierda asintió.—Perfecto, entonces nos quedaremos aquí. La verdad estaba pensando en tener que llegar al hotel. —Mamá, pero nuestras cosas están allá. —No se preocupen, pueden ir mañana con mi chofer. Es mejor que descansen. Justo en ese momento, el móvil de Enrique comenzó a sonar. Miró la pantall
“Joder, la he cagado” piensa Leandro, una parte de él desea impedir la boda, pero solo causaría mas problemas con su esposa y que su suegro se entere de lo que le sucede.“¿Voy a buscarla?” se pregunta a sí mismo. No tenía ni ganas de disculparse, pero debía hacerlo. Leandro se acomoda el pantalón y sale de la habitación en busca de su esposa. Escucha objetos moverse cerca y camina dejándose llevar por el sonido, entra a la cocina y encuentra a Ester bebiendo una botella de champagne.—Cariño… —Ester lo interrumpe.—Gracias por hacerme una vez más Leandro que no serás mío, ¿Pero que crees? Tampoco serás de ella, mañana asistiremos a su boda para aceptes la realidad y si me entero que te sigues acostando con ella, te acabaré Leandro.—Yo no me he acostado con ella —miente descaradamente.—¿Ah no? —usa un tono irónico—. ¿Entonces gemiste su nombre porque solo te imaginas estar con ella? Creí que era porque ya han estado juntos y quieres repetir porque te lo hizo tan bien que no puedes