Los días pasan velozmente frente a una Alba que a pocas horas de su boda se encuentra frente a un gran dilema. ¿Estaba segura del paso que iba a dar?Realmente la decisión de casarse con Enrique Fuenmayor fue sólo un impulso. Estaba tan enojada con Leandro y tan dolida por la forma en que la trató aquel día, acusándola de algo que ella nunca hizo que sólo pensó en desquitarse de él. ¿Y que mejor manera que aceptando la propuesta de su socio para casarse?—Alba, hija. Necesito comprar algunas cosas para tu hermana. Debemos vernos representables para esa ocasión.—¿Cuánto necesitas, mamá? —interroga Alba desde del otro lado de su celular.—Pues, no sé. Pudieran ser unos 20 mil euros. —Mamá, no tengo esa cantidad. —Pídele a tu futuro marido. Él tiene mucho dinero, hija.—No estoy acostumbrada a pedirle dinero a ningún hombre, mamá.—Entonces es hora de que vayas aprendiendo, Alba. La misma biblia lo dice, el hombre es el proveedor de su familia. Alba rodea los ojos. Su madre era una m
Macarena entra con su presencia imponente junto a su hija, Enrique se pone de pie para recibir a su ‘querida suegra’. Los ojos de Lucía se vuelven cristalinos al ver a su hija en aquel preciso momento. No eran lágrimas de felicidad sino de tristeza. Nunca dudó que volvería a ver a Macarena de regreso en una situación como esa. —¡Madre! —exclama con emoción acercándose a una Lucía que debe fingir alegría al ver a su hija y como siempre lo ha hecho, ocultarle a Alba quién es realmente su hija.Para Lucía, nunca ha habido razón válida ni justa que haga a una madre desistir de su pequeña de cinco años, ninguna. Excepto el hecho de ser una persona egoísta y sin sentimientos. —¡Hija! —exclama con asombro.—¡Sí, madre! He vuelto como te lo prometí un día. Macarena abraza a su madre, quien permanece inmóvil. Alba puede notar la expresión de frustración en el rostro de su abuela, por lo que interviene señalando a Camila.—¡Ven, Camila! Conoce a nuestra abuela. —La chica se aproxima a Lucía
—¡A-aguarde! —tartamudeó. —Soy yo, mamá. —contestó su hija.Al oír la voz de Camila, Macarena sintió que el alma le volvía al cuerpo. Abrió la puerta y se refugió en brazos de su hija.—¿Qué te pasa, mamá? ¿Por qué estás así? —preguntó sorprendida.Macarena siempre le había hablado a su hija de su pasado, pero como siempre con un ligero cambio en su versión.—¡Es él! —respondió nerviosa— ¡Es él! —¿Quién mamá? —Camila estaba confundida.—El hombre que abusó de mí. —murmuró:— Mario Fuenmayor, es el padre de tu hermana, Alba.—¿Qué? Pero eso no puede ser. Ese desgraciado, ya va a saber quién soy. —dijo enardecida, se dispuso a salir del baño, pero Macarena se lo impidió. —¡No! No lo hagas, no quiero tener que contarle esa terrible tragedia a tu hermana. —cerró la puerta y Camila la miró con estupefacción.—¡Mamá! Alba debe saberlo. Enrique es su hermano y ese hombre es un violador. —¡No, Camila! Te prohíbo que te metas en esto. —aseveró en tono firme y la chica frunció el entrecejo.
Macarena salió de la oficina, se sentía perturbada por aquella inesperada reacción.“Que tonta eres, Macarena. No debiste dejar que se acercara a ti” se dice a sí misma, mientras sus tacones resuenan por el pasillo. Al llegar a la sala principal, Enrique conversaba con Camila, Alba en tanto había llevado a su abuela hasta su habitación. —Creo que es hora de irnos, Camila. —dijo la elegante mujer. —¿Tan rápido, mamá? —Sí, hija. Debemos descansar. Mañana será un día ajetreado para tu hermana. —No es necesario que se vaya, Macarena. Si desean puedo pedirle a una de las empleadas que disponga de dos habitaciones. Creo que Alba estaría mucho mejor. —Macarena sonrió y elevando su ceja izquierda asintió.—Perfecto, entonces nos quedaremos aquí. La verdad estaba pensando en tener que llegar al hotel. —Mamá, pero nuestras cosas están allá. —No se preocupen, pueden ir mañana con mi chofer. Es mejor que descansen. Justo en ese momento, el móvil de Enrique comenzó a sonar. Miró la pantall
“Joder, la he cagado” piensa Leandro, una parte de él desea impedir la boda, pero solo causaría mas problemas con su esposa y que su suegro se entere de lo que le sucede.“¿Voy a buscarla?” se pregunta a sí mismo. No tenía ni ganas de disculparse, pero debía hacerlo. Leandro se acomoda el pantalón y sale de la habitación en busca de su esposa. Escucha objetos moverse cerca y camina dejándose llevar por el sonido, entra a la cocina y encuentra a Ester bebiendo una botella de champagne.—Cariño… —Ester lo interrumpe.—Gracias por hacerme una vez más Leandro que no serás mío, ¿Pero que crees? Tampoco serás de ella, mañana asistiremos a su boda para aceptes la realidad y si me entero que te sigues acostando con ella, te acabaré Leandro.—Yo no me he acostado con ella —miente descaradamente.—¿Ah no? —usa un tono irónico—. ¿Entonces gemiste su nombre porque solo te imaginas estar con ella? Creí que era porque ya han estado juntos y quieres repetir porque te lo hizo tan bien que no puedes
—Lucas, ¿Qué haces? —Laura toma la mano de su hermano para que se siente.—No puedo permitir que se case Laura —dice mirándola—, yo lo amo.Se suelta de ella y sale entre los invitados hasta estar frente al altar. Ahí su hermana deduce las razones del porque su hermano la aconsejó de esa manera para que no se casará con Enrique, sin embargo, sabía que merecía ser feliz, así que solo lo apoyaría.Enrique se encuentra helado por la oposición de Lucas, de su amor prohibido, su amante, la persona de quién ha estado enamorado días después de ser plantado en el altar.Lucas camina hasta ellos y el corazón de Alba se acelera por saber que está a punto de suceder.—¿Tiene alguna causa por el cual la pareja no deba unirse? —le pregunta el cura.—Si Padre… ellos no se aman, bueno al menos sé que él no la ama. —responde Lucas— y es porque él me ama a mi, desde hace un tiempo estamos juntos, solo que por miedo no me atrevía a que nuestra relación se hiciera pública, pero creo tengo mas miedo de n
Entre tanto, Alba se posa en la puerta despidiéndose de los invitados faltantes. Leandro y Ester son unos de ellos, por lo que intercambian miradas, pero solo eso, ambos se suben al auto y Leandro esboza una pequeña sonrisa hacia Alba. “Tal vez aun siga soltera, pero tú eres mío Leandro” piensa Ester mirando a su esposo.—Ok, ya los invitados se han ido, ¿Y ahora? —pregunta Macarena acercándose a Alba.—Pues irme a casa.—¿No irás a la mansión?—No mamá, no tengo nada allá que sea mío. Lo mejor será irme a casa y que lleves a la abuela. Necesito buscar trabajo para seguir con mi vida.—¿Qué? ¿Pero como me vas a hacer eso, Alba?—Enrique no nos apoyará más madre, no podemos pagarle a la enfermera para que cuide a la abuela, alguien debe hacerlo, a menos que cambiemos, ¿No? Tu trabajas y yo cuido a la abuela.—Iré a Manresa —dice forzada y suelta un suspiro. Luego besa su mejilla como despedida y Camila la abraza. Mientras que Lucía con ayuda de Nicole caminan a la salida.—Abuela, cóm
La impotencia invade a Macarena. Sólo tenía una opción, volver a Manresa. A ese lugar que prácticamente había desechado de su vida y sus recuerdos hace tiempo atrás. El auto se detiene, las tres mujeres bajan del coche. Camila camina sosteniendo a su abuela de la cintura, quien apoya su brazo sobre el hombro de la hermosa rubia.—¡Gracias mi niña!—No hay de qué abuela Lucía.Desde la villa contigua, Camilo observa a las tres mujeres entrando a la casa de su ex. De ellas, sólo reconoce a Lucía. ¿Quiénes era las otras dos mujeres? Esto provoca curiosidad en él. Mucho más ahora que supo que Alba no logró casarse. Macarena observa aquel lugar con cierta melancolía, un lugar que trae a su mente tantos recuerdos, momentos de una infancia feliz acompañada de su padre, jugando con él, corriendo por el campo y sintiendo la brisa en su rostro, sintiéndose libre. Pero a la vez, esos mismos recuerdos la llenan de frustración; pues hoy Macarena ve desde otra perspectiva aquel pasado como un re