—Si, ¿Dime?—Primero que nada, vi tu mensaje cuando me avisaste que llegaste a tu casa, se me pasó responderte y disculpa… también quiero agradecerte por la enfermera que has enviado, creo que regresaré a Madrid por lo pronto.—¿Qué tan pronto?—Hoy mismo.—Ok, permíteme buscarte.—No te preocupes, es que saldré tarde por asuntos que tengo que resolver. Pero es seguro que hoy me regreso, he faltado hoy al trabajo claro está y mañana debo volver.—De acuerdo, ¿Pero me avisas cuando llegues, vale? Deseo verte, bueno, solo si puedes, no quiero ser pesado.—Vale.Alba corta la llamada y deja el teléfono sobre la cama, se pone el anillo y sonríe por como se le ve este, pero vuelve a quitárselo para luego guardarlo. Recibe una notificación en su teléfono y Alba lo sujeta para chequearlo.“Buenos días, señorita Bermúdez, ¿Por qué no ha venido a trabajar hoy?”, mensaje de Leandro.Joder, se me ha pasado decirle, piensa Alba.“Buenos días sr Suárez, estoy en Manresa, estaba dejando a mi abuela
Enrique queda atónito frente aquella inesperada visita. Lo poco que sabía de Alba y su familia, era que sus abuelos se ocuparon de criarla. Aún así, accede a escuchar qué desea esa mujer y qué está haciendo allí.—¡Siéntese por favor! ¿Dígame que se le ofrece? —¡Gracias! —toma asiento, se arregla en el vestido, cruza sus piernas.— Vine a conocer al hombre que pretende casarse con mi hija.—¡Bien! Como debería saber, apenas Alba y yo nos hemos comprometido. Por otra parte, no tengo como comprobar que me esté diciendo la verdad, ya que sólo conozco a su abuela, Lucía.—Justamente, Lucía es mi madre. La dinámica familiar es algo privado y lo que me ha traído hasta acá es precisamente eso. Ver que usted no se esté burlando de mi querida hija. Alba siempre ha sido un poco retraída, la verdad. Y conozco muy bien a los de su clase, buscan a jóvenes para usarlas y luego, dejarlas.—Creo que usted no me conoce para hablarle de esa manera. Mis intenciones con Alba son realmente sinceras, admir
Después de aquella conversación con la madre de Alba, Enrique recibe un mensaje de Alba:“Hola, ya estoy en Madrid. Estaré en mi apartamento esperándote para conversar”“Hola, preciosa. Me alegra que hayas llegado bien del viaje. Estoy terminando unos asuntos, pero iré a verte en lo que salga de la empresa. Es más, te invito a cenar y así, conversamos de eso que deseas platicarme, ¿de acuerdo?”“Vale, entonces voy a alistarme para cuando llegues estar lista”“Nos vemos, preciosa”“Ok”Alba envía el mensaje, exhala un suspiro, deja el móvil sobre la mesa de noche. Aunque quiera, no puede evitar sentirse ansiosa, mucho menos dejar de pensar en su jefe. Mañana tendrá que regresar a su escritorio y el solo hecho de pensar en Leandro le hace estremecer por completo. Aunque las dudas comienzan a llegar a su mente, ella trata de enfocarse el de su realidad. Leandro estaba casado, seguir trabajando para él era excesivamente tentador. ¿Cómo podría estar cerca de él y no ceder ante el deseo? S
Alba teclea algunas cosas en su computadora para guardar ciertos documentos e ir a almorzar. Cuando alza la mirada, no ve su compañera frente a ella, luego escucha unos tacones resonar por el pasillo, se asoma y es Martina que se aproxima apresurada.—Alba, ha llegado el jefe, levántate —le ordena y luego se coloca al lado de la puerta de la oficina de su jefe.Alba se levanta de su escritorio, pero se queda ahí, no necesitaba moverse. Los pasos profundos de Leandro marcan como eco y al llegar a su puerta, le echa un reojo a Alba. Ella también lo ve, la verdad es que no esperaba que llegara a esa hora a la empresa, sin embargo, no le tomo importancia, estaba ahí para trabajar.—Sr Suárez, bienvenido —dice Martina.—Gracias, Martina.—¿Cómo le fue en su luna de miel?Alba presta atención a sus palabras y este sin quitarle la vista a Alba, responde;—¡Fue excelente! —Me alegro tanto por usted.“¿O sea que apenas está llegando de su luna de miel? ¡Ni siquiera estaba aquí y me estaba exi
—¡¿Qué?! —Mario no comprende.—Leandro Suárez vino a la empresa a amenazarme que si no le vendía el terreno que tanto le ha interesado su familia desde años, entonces que llamaría a la policía por nuestros negocios.Mario en vez de enojarse, sonríe.—Por favor dime qué no es cierto —pide Enrique.—Por supuesto que no lo es Enrique, eso fue una trampa que le monte a tu prometida y ahora todo encaja.—¿Qué?Enrique no logra entender y su padre hace que tome asiento. Mario le resume que no confiaba del todo en ella y que le había puesto una trampa, y que precisamente se estaba enterando de que Alba trabaja para Leandro, le muestra las fotos donde Alba entra a la empresa.—Ella me mintió… dijo que no lo conocía del todo —Enrique queda sin poder creerlo.—No deberías casarte con una espía —le aconseja su padre.—No, pero tampoco voy a permitir que se burle de mi padre, ella debe pagar, debemos mantener a nuestros enemigos cerca, ¿No?Enrique creía que estaba siendo malo con ella para usarl
Alba, sale de la oficina de su jefe, al igual que Leandro está devastada, para ella no sólo fue difícil aceptar que él dudara de ella, sino también tener que responderle de aquel modo. ¿Remordimiento? Era más que eso, era sentirse lastimada en su ego y haber reaccionado impulsada por las palabras de él. Ella no era una mujer capaz de herir a otro, pero tampoco podía permitir que el hombre que amaba la juzgara de aquel modo.A pesar del poco tiempo que habían pasado juntos, sus sentimientos hacia su jefe eran intensos y verdaderos.Suena su móvil con un notificación, toma el celular y abre el mensaje. Es él, Enrique su nuevo prometido y su realidad. “¿Almorzamos juntos?”Ella piensa si debe ir o no. Observa a su alrededor su escritorio, toma sus pertenencias, lo poco que posee y lo coloca dentro de su bolsa, una agenda, un pequeño portarretrato de sus abuelos, responde parcamente.“Sí, dime donde nos vemos”“¿Estás bien?”“¡Sí!”Enrique le envía la dirección por GPS y ella se levanta
—Siéntate hija, necesito que escuches mi verdad. Sé que has vivido todo este tiempo creyendo que te abandoné, pero no es cierto. Déjame contarte todo lo que pasó —toma de la mano a Alba, quien sigue aturdida. La pelicastaña se sienta y Macarena aproxima su silla a la de ella. —Es necesario que me oigas atenta. Luego puedes preguntarme lo que sea —Alba la mira y sus ojos se vuelven cristalinos, siente un nudo en la garganta y el corazón a punto de salírsele por la boca. —Cuando tenía dieciocho años, logré encontrar un empleo de medio tiempo en una empresa en Madrid. A pesar de que tus abuelos no estaban de acuerdo con que trabajara, yo necesitaba ganar dinero para poder estudiar y eso hice. Luego me enamoré de un hombre que al principio fue un príncipe…Flash back—Raquel, dígale a Macarena que por favor, venga a mi oficina, necesito que limpie mi escritorio.—¡Sí, señor! Tocan a la puerta, el hombre contesta desde adentro, la chica abre sosteniendo en su mano un balde con sus inst
Al llegar a su apartamento, Alba reposa su espalda contra su puerta después de entrar, su día fue muy atareado, la presión de Leandro, su renuncia, la llegada de su madre, era demasiado para ella. Justo en ese momento, su teléfono empieza a sonar, lo saca de su bolsa y lo chequea, es Enrique, ¿Debía contestarle? La verdad estaba muy cansada y quería estar sola, pero tal vez sea importante, así que decidió responder.—Hola —trata de actuar, pero no engañaría a nadie con su tono.—¡Hola, cariño! ¡¿Aún sigues con tu madre?! —No, ya estoy en el apartamento.—Vale, ¿Y como te fue con tu madre?—Bien, creo…—¿Está todo bien? Te oigo desanimada.Alba suelta un suspiro y no puede más.—Quisiera hablar contigo, ¿podrías venir?—Claro.Minutos más tarde, Enrique avisa que ya se encuentra fuera del edificio, Alba baja a buscarlo y luego ambos suben al apartamento.—¿Qué sucede? —pregunta él, preocupado.Alba se voltea a verlo y lo abraza, no sé contiene y comienza a llorar. Enrique queda sorpre