Hola, lectoras, hemos llegado al final de esta historia. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí. Agradezco el apoyo y si ya leyeron ¨Salvada por el CEO¨ notarán que esta historia sucede después, aunque no hace falta leerse ambas para entender :) pronto se vendrá la de Lilia, y Ethan será parte importante, besitos.
Saqué las llaves de mi hogar para abrir la puerta principal, quería sorprender a mi esposo con un regalo que le compré en la panadería con el dinero que gané vendiendo unas prendas por internet.No quería que él fuera el único en aportar dinero para la casa o las compras, aunque no me dejaba trabajar... Dante era un hombre un poco tóxico respecto a mí.Le dije que iría a visitar a mis padres y que no volvería hasta el día siguiente. Abrí la puerta tratando de no hacer ruido porque la idea era sorprenderlo. Busqué con la mirada en cada rincón de la sala para comprobar que no estuviera, supuse que se encontraba en la habitación durmiendo porque el pobre tenía un trabajo importante.Era la mano derecha de su hermano, Eric Watson, quien era muy reconocido en el país por ser un CEO multimillonario, aunque no llegaba a los primeros puestos como otros. Dante era su secretario según lo que me decía. Caminé a pasos lentos subiendo las escaleras, hasta que llegué a la puerta que más buscaba.Nue
—¿E-el divorcio? —balbuceó Dante, impactado ante mi repentina decisión.Y es que toda mi vida había sido una jodida sumisa ante él, me había dejado pisotear cuando me decía: mi amor, tu no debes trabajar por ser mujer, por ello es mejor que te quedes en la casa.Me lo creí...Ese tipo de cosas yo me las tomaba normal, que solo eran para protegerme. Dante fue el amor de mi vida, desde mi punto de vista. No sabía cómo iba a hacer para olvidarlo si habíamos experimentado tantas cosas juntos, tantas primeras veces que me marcaron.Me dolía el alma en ese momento, una punzada en el corazón que no desaparecía por más que intentaba ser fuerte.—Hoy me llevaré mis cosas, mañana me pondré en marcha para que en los próximos días firmes el divorcio, Dante —refuté, caminando hacia el armario en donde teníamos una maleta.—¿Te irás así? ¿Y a dónde piensas ir? —cuestionó, siguiéndome el paso.—Por lo menos vístete y deja de tener las bolas al aire —reproché, al ver que el hombre seguía desnudo.—No
Ya había llorado bastante con el apoyo de mamá. Me sentía seca y que ya no me iba a salir ninguna lágrima, mucho menos si evitaba recordar a Dante.—Ya verás que todo te saldrá bien, no te puedes echar a morir por un hombre que no vale la pena ¿De acuerdo? —Llevó la palma de su mano a mi mejilla.Estábamos sentadas en la cama de la que alguna vez fue mi habitación. Mis padres quisieron conservarla para el recuerdo, sin saber que algún día volvería a ella, por lo que tenía todavía algunos póster de las bandas de rock que solía escuchar.—Nunca he trabajado... No sé qué haré —murmuré, con las manos temblorosas.—Hey, mírame —me obligó a mirarla—. No digas tonterías. Todos tenemos la capacidad de aprender cualquier cosa, nuestra mente es la que nos limita —añadió, tocando mi frente con la yema de sus dedos.—Tengo veintiocho años, mamá ¿Quién va a querer contratar a una novata con esa edad? —inquirí, alzando una ceja.—Tengo el empleo perfecto para ti. Hace poco vi en el periódico que ha
El viernes llegó en un abrir y cerrar de ojos. Ya había llorado bastante cada noche al recordar lo que me sucedió, e incluso volvía a tener pesadillas y despertaba creyendo que todo había sido un simple sueño.Pero regresaba a la realidad cuando me daba cuenta que estaba en casa de mis padres. Por suerte papá no se puso en contra de que me quedara, más bien se alegró de volver a tenerme de vuelta, aunque me dijo el típico: te lo advertí.Porque a él nunca le gustó Dante.El divorcio se había llevado a cabo con éxito gracias a mi abogado, quien me ayudó a obtener por lo menos algo de dinero para cubrir los daños emocionales que me había causado mi ex.Dante ahora era mi ex esposo y se sentía un poco extraño. Al principio estuvo en desacuerdo al firmar el divorcio, pero no le quedó de otra más que hacerlo y dejarme libre, por más que me siguiera insistiendo en arreglar las cosas.—¿Estás lista? Tu padre irá al trabajo y yo me iré con él para que me deje en el super mercado, te podemos
—¿E-estás loco? —titubeé, confundida.¿Cómo se le ocurría semejante barbaridad? Si él ya sabía que yo pasé por las manos de su hermano, ¿no le daba asco pensar en que fui usada durante años? Me abracé a mí misma buscando el consuelo que me faltaba por pensar mal de mí.—No hace falta que nos enamoremos. Míralo desde una perspectiva de negocios en donde ambos obtendremos un beneficio. ¿No insinuaste en que ya no quieres volver a enamorarte? Pues no tienes que hacerlo, y yo tampoco —explicó, viéndose coherente en ese sentido.Me puse a pensar en que todo me resultaría más fácil si aceptaba porque tendría un increíble trabajo y a parte sería esposa de un CEO. mi vida había sido suficientemente aburrida como para desperdiciar ese brutal cambio.Si lo rechazaba seguro me terminaría yendo terrible en la búsqueda de otros empleos. Era una oportunidad única la que me estaba ofreciendo ese castaño.¿Vengarme de Dante? Tal vez eso haría que mi corazón se arreglara, o tal vez no. De todas formas
—¿Cómo que te vas a casar otra vez? ¿Estás loca? —interrogó mamá, con el ceño fruncido.Estábamos en la mesa, comiendo el desayuno y decidí soltarles la gran noticia a ambos. Papá me quedó viendo sin tener mucha sorpresa ante mi repentina confesión, pero mamá casi echaba humos por la cabeza.—Será un compromiso arreglado, por contrato, como le digan. No me enamoraré de ese tipo y será beneficioso para ambos, mamá —expliqué, sonando el plato con la cuchara.Era cereal.—¿Pero en serio tenía que ser con su hermano? —inquirió, estupefacta.—Entre los dos hermanos Watson, Eric me parece un mejor hombre para ti —habló papá, dejando a mi madre con la boca abierta—. Es un CEO, lo he visto en las noticias y su capacidad es increíble. Lo admiro, así que me alivia mucho que hayas cambiado al imbécil de Dante por un verdadero hombre, Ximena —añadió, ojeando el periódico.—¿Tú estás de acuerdo con que se vaya de nuevo? —le preguntó mamá.Vale, yo quedé en shock por lo que dijo mi padre ya que ni
—Veo que no perdiste el tiempo, Dante —mascullé, cruzada de brazos.Era obvio que se había emparejado oficialmente con Rebeca, después de lo que me juró, después de que incluso me dijera que iba a cambiar. Puras mentiras, porque su expresión era de total vergüenza al verme.—¿Eres la nueva recepcionista? —preguntó, asombrado.—Sí, ¿y tú no piensas trabajar hoy? —respondió Jeanniel, mirándolo con recelo.Al parecer también le caía mal, no estaba segura, pero el pelinegro lo veía con una rabia intensa, como si su simple presencia le molestara. La rubia se adelantó, arrugó la nariz y amenazó a Jeanniel con el dedo.—Él y yo tenemos una cita, así que lo siento pero no vendrá a trabajar —aclaró ella, con una maliciosa sonrisa.—Es increíble cómo te rebajas a los caprichos de una niña, Dante —masculló Jeanniel, con ironía.Y es que tenía razón, Rebeca no aparentaba tener más de veinte años por lo suave que se veía su piel, sobre todo el hecho de que no tenía ni una sola arruga visible.Su m
Me detuve en una esquina cuando me di cuenta que el pasillo no tenía final. Apoyé mis manos en mis rodillas y me encorvé lo suficiente para poder tomar el aire que le faltaba a mis pulmones debido al trote.Me había comportado como una mujer inmadura al salir huyendo de la escena, no esperaba que nadie viniera por mí y eso era mucho mejor ya que mis ojos no paraban de soltar lágrimas de impotencia.Dante era un imbécil.Tenía que olvidarlo a toda costa si quería cumplir mi venganza porque lo menos que él se esperaba era que yo me metiera con otro hombre, y mucho menos que fuera su hermano.Pero no importaba qué tanto intentara olvidar los lindos momentos que tuvimos, según mi punto de vista. La punzada no se iba y me carcomía el interior de la garganta, anhelando gritar y expulsar cada gota de dolor dentro de mí.—Ximena... —jadeó alguien, atrás de mí.Me giré rápidamente, esperando encontrar a... ¿Dante? No... Él no era, tenía que decirle a mi cabeza de una vez por todas que ya ese h