SEIK Kevin no deja de hablar con ella. Está logrando exactamente lo que quiere: provocarme. Lo peor es que funciona, aunque no quiero darle la satisfacción de que me noté alterado. Ya lo he amenazado, pero el idiota parece inmune. Lo que realmente me irrita es la hembra. ‘¿Por qué no deja de sonreírle?’ No para de reír…’¿Tan gracioso es lo que Kevin le está diciendo?.’ Quiero saber de qué hablan, pero el bullicio del salón no me deja concentrarme en esa conversación. Mi padre sigue hablando, y yo trato de seguir la conversación, pero mi atención está completamente dividida. La forma en que ella lo mira... ¿Parece nerviosa? Se toca el cabello como si no supiera qué hacer con las manos. Y Kevin, ese maldito descarado, no pierde oportunidad de recorrerla con la mirada, deteniéndose más tiempo del que debería en cada curva. Por el rabillo del ojo, veo cómo Kevin extiende su brazo hacia ella. '¿Qué demonios está haciendo?' Intento no estar pendiente de ellos pero algo en esa interac
ARIA Estoy enfadada pero....cada vez que miro al Comandante a los ojos, mi cuerpo se calienta y mi mente traicionera me lleva de vuelta a la escena de las Termas. Aún puedo sentir el peso de sus manos en mi piel y cómo su mirada se clavaba en mí, como si no existiera nadie más en el mundo. He de admitir que estoy realmente necesitada, por lo que parece… y no ayuda en absoluto tener a un macho espectacularmente ‘buenorro’ a mi lado. —Quería preguntarte si ha pasado algo con Kevin —dice finalmente, pero su tono tiene una carga que no logro descifrar del todo—. ¿Te ha molestado? ‘¿Se puede saber porque me pregunta eso? Por la Diosa luna… no entiendo a este macho.’ —¿Molestarme? —repito, desconcertada. Parpadeo y niego con la cabeza—. No, no ha pasado nada de eso. Tu amigo es muy simpático, la verdad. —Me alegra escuchar eso —dice con una neutralidad que no termina de convencerme. Seik da un paso hacia mí, acortando la distancia de forma casi imperceptible, y su mirada se f
ARIA Después de dormir a Marcus, volví a mi cuarto, me aseé y me puse un vestido, decidida a dirigirme al dormitorio del Comandante. ¿A quién intento impresionar? ¿A él? Seguro que piensa que es raro que de repente vaya a su dormitorio con un vestido... Sacudí la cabeza y bloqueé mis pensamientos. No es momento para dudar...si lo pienso mucho no voy a atreverme y me voy a arrepentir. En vez de ir directamente hasta su dormitorio—porque OBVIAMENTE me sé el camino de memoria—decidí dar más vueltas que un pollo sin cabeza. Creo que nunca he estado tan nerviosa...¿Qué le voy a decir? "Hola, Comandante, vengo a hablar". Por favor....hablar de qué…si ni siquiera sigo enojada… 'Buff...Lo que sí estoy es excitada.' Mientras debatía conmigo misma, unos soldados pasaron por el pasillo. Me lanzaron una mirada curiosa y yo, en un acto de suprema elegancia, les dediqué un movimiento sutil de cabeza y me sonrojé como una adolescente que ha sido pillada por sus padres con su primer novio. S
ARIA —Quítate el maldito vestido…—me dijo ofuscado. Me lo quité rápidamente, sin pensarlo dos veces. Le hacía caso en todo lo que me decía; desde la primera vez que me ha susurrado en el oído, ya no era la misma. Esta noche, no iba a luchar contra mis sentimientos. Aceptaría todo lo que él me diera, sin reservas. Su mirada recorrió mi cuerpo antes de que sus manos lo hicieran, comenzando por mis hombros, luego mis pechos, hasta llegar a mis caderas. Ahí apretó con tal fuerza que sabía que al día siguiente tendría marcas rojas. Estaba segura. Se agachó y se centró en mi cuello, succionando mi piel y mordisqueando con hambre. Si seguía así, dejaría muchas marcas violetas, marcas que tendría que ocultar. Aproveché ese momento para recorrer su espalda con mis manos, esa espalda fuerte y extensa... Era el hombre más sexy que conocía. Y, por alguna razón, eso me ponía nerviosa pero esta noche, iba a ser mío. Mis dedos encontraron la cinturilla de su pantalón y, sin pensarlo, palmé su
SEIK Con Aria jadeando en mi cama, mi autocontrol pendía de un hilo. Su respiración entrecortada y el rubor encendido en sus mejillas me decían todo lo que necesitaba saber: mi trabajo oral ha sido un éxito. Su piel ardía con el recuerdo del contacto reciente y su respiración, antes errática, ahora era un susurro apacible, en sintonía con el latido sosegado de su corazón. Su cabello, revuelto sobre el colchón, se adhería ligeramente a su frente perlada de sudor, y en sus labios hinchados apareció una pequeña sonrisa satisfecha. Se ve preciosa. Me mira de reojo una vez más, y nuestras miradas se cruzan. Está claramente avergonzada y gira la cabeza con rapidez porque no puede aguantar mi mirada...Extiendo la mano, rozo su mejilla y aprieto un poco para hacer que me mire. —Abre bien las piernas, ahora entrará mejor…—dije colocándome entre sus piernas en un instante. Mi lobo aullaba dentro de mí. Quería poseerla, su deseo era incontrolable. No lo culpo, yo me sientía igual. Queria es
ARIA Definitivamente, no estoy acostumbrada a tanta..’atención’. Ese hombre lobo no tiene límite. Esa noche lo hicimos al menos dos veces más, simplemente me tomaba por las caderas y la insertaba dentro de mí, sin preguntar. Era muy tarde y el agotamiento pesaba sobre mí como una losa. Mi cuerpo entero parecía haber sido atropellado por un tractor… uno muy grande. Cada músculo se resentía, y no tenía dudas de que mañana despertaría adolorida. Para colmo, tenía entrenamiento con Zacarías en el bosque, lo que solo prometía más sufrimiento. Me arrastré hasta el baño por segunda vez, con pasos pesados. Me limpié el sudor y la piel pegajosa de mis pechos con movimientos torpes, sintiendo cómo la fatiga me iba venciendo. Me dejé caer sobre el retrete con la tapa abajo, hundiéndome en el cansancio. Mis párpados pesaban, y la cabeza se me inclinaba a un lado, demasiado pesada para mantenerla erguida. Nunca había sentido algo así…Él ha sido una especie de torbellino que me había dejado des
NARRADORCornelio estaba sentado en el amplio banco junto a la gran ventana de su dormitorio, su silueta recortándose contra la tenue luz de la luna. Desde allí, su mirada vagaba más allá de los cuidados jardines del clan Kalo, perdiéndose en la inmensidad del bosque que se extendía en la distancia.El vampiro antiguo mantenía la mirada fija en la oscuridad entre los árboles, aunque en realidad no veía el presente. Su mente vagaba a través de los años, atrapada en recuerdos que se aferraban a su alma inmortal como sombras persistentes. Tantas batallas libradas, tantos rostros que el tiempo había desdibujado, tantas promesas rotas… y, sin embargo, solo un pensamiento dominaba su existencia: Lyra.La única mujer a la que había amado. Su amor prohibido.Si no pensaba en ella pensaba en su plan.Cornelio ansiaba gobernar Akatarawa como el único y absoluto soberano. No solo era una cuestión de poder, sino de venganza. Durante años, había urdido un plan meticuloso, calculado hasta el más mí
ARIACuando llegué al comedor, la mayoría de los machos giraron la cabeza para mirarme con sonrisas traviesas dibujadas en los labios. Mi cuerpo reaccionó por instinto, y el calor subió a mis mejillas.‘Otra vez…’Al llegar a la mesa de los novatos, todos me saludaron y algunos rieron por lo bajo. Melia apareció detrás de mí y me rodeó con un pequeño abrazo.—¿Os habéis enterado? Tenemos una nueva compañera en el grupo de los novatos.—¿En serio? —pregunté, confundida.—Mira, por ahí viene…Melia y yo nos giramos justo a tiempo para ver a la loba solitaria caminar hacia nosotros con una sonrisa ladeada. Parecía avergonzada.En cuanto nuestras miradas se cruzaron, un recuerdo se filtró en mi mente: la imagen de su mano aferrando el brazo del Comandante en la fiesta de bienvenida. Me apresuré a desechar ese pensamiento antes de que me pusiera de mal humor.A mi alrededor, los machos se giraban o se recolocaban en sus asientos para observarla. Era preciosa, así que no me sorprendía.¿El C