Continuará...je :3
SEIK Con Aria jadeando en mi cama, mi autocontrol pendía de un hilo. Su respiración entrecortada y el rubor encendido en sus mejillas me decían todo lo que necesitaba saber: mi trabajo oral ha sido un éxito. Su piel ardía con el recuerdo del contacto reciente y su respiración, antes errática, ahora era un susurro apacible, en sintonía con el latido sosegado de su corazón. Su cabello, revuelto sobre el colchón, se adhería ligeramente a su frente perlada de sudor, y en sus labios hinchados apareció una pequeña sonrisa satisfecha. Se ve preciosa. Me mira de reojo una vez más, y nuestras miradas se cruzan. Está claramente avergonzada y gira la cabeza con rapidez porque no puede aguantar mi mirada...Extiendo la mano, rozo su mejilla y aprieto un poco para hacer que me mire. —Abre bien las piernas, ahora entrará mejor…—dije colocándome entre sus piernas en un instante. Mi lobo aullaba dentro de mí. Quería poseerla, su deseo era incontrolable. No lo culpo, yo me sientía igual. Queria es
ARIA Definitivamente, no estoy acostumbrada a tanta..’atención’. Ese hombre lobo no tiene límite. Esa noche lo hicimos al menos dos veces más, simplemente me tomaba por las caderas y la insertaba dentro de mí, sin preguntar. Era muy tarde y el agotamiento pesaba sobre mí como una losa. Mi cuerpo entero parecía haber sido atropellado por un tractor… uno muy grande. Cada músculo se resentía, y no tenía dudas de que mañana despertaría adolorida. Para colmo, tenía entrenamiento con Zacarías en el bosque, lo que solo prometía más sufrimiento. Me arrastré hasta el baño por segunda vez, con pasos pesados. Me limpié el sudor y la piel pegajosa de mis pechos con movimientos torpes, sintiendo cómo la fatiga me iba venciendo. Me dejé caer sobre el retrete con la tapa abajo, hundiéndome en el cansancio. Mis párpados pesaban, y la cabeza se me inclinaba a un lado, demasiado pesada para mantenerla erguida. Nunca había sentido algo así…Él ha sido una especie de torbellino que me había dejado des
NARRADORCornelio estaba sentado en el amplio banco junto a la gran ventana de su dormitorio, su silueta recortándose contra la tenue luz de la luna. Desde allí, su mirada vagaba más allá de los cuidados jardines del clan Kalo, perdiéndose en la inmensidad del bosque que se extendía en la distancia.El vampiro antiguo mantenía la mirada fija en la oscuridad entre los árboles, aunque en realidad no veía el presente. Su mente vagaba a través de los años, atrapada en recuerdos que se aferraban a su alma inmortal como sombras persistentes. Tantas batallas libradas, tantos rostros que el tiempo había desdibujado, tantas promesas rotas… y, sin embargo, solo un pensamiento dominaba su existencia: Lyra.La única mujer a la que había amado. Su amor prohibido.Si no pensaba en ella pensaba en su plan.Cornelio ansiaba gobernar Akatarawa como el único y absoluto soberano. No solo era una cuestión de poder, sino de venganza. Durante años, había urdido un plan meticuloso, calculado hasta el más mí
ARIACuando llegué al comedor, la mayoría de los machos giraron la cabeza para mirarme con sonrisas traviesas dibujadas en los labios. Mi cuerpo reaccionó por instinto, y el calor subió a mis mejillas.‘Otra vez…’Al llegar a la mesa de los novatos, todos me saludaron y algunos rieron por lo bajo. Melia apareció detrás de mí y me rodeó con un pequeño abrazo.—¿Os habéis enterado? Tenemos una nueva compañera en el grupo de los novatos.—¿En serio? —pregunté, confundida.—Mira, por ahí viene…Melia y yo nos giramos justo a tiempo para ver a la loba solitaria caminar hacia nosotros con una sonrisa ladeada. Parecía avergonzada.En cuanto nuestras miradas se cruzaron, un recuerdo se filtró en mi mente: la imagen de su mano aferrando el brazo del Comandante en la fiesta de bienvenida. Me apresuré a desechar ese pensamiento antes de que me pusiera de mal humor.A mi alrededor, los machos se giraban o se recolocaban en sus asientos para observarla. Era preciosa, así que no me sorprendía.¿El C
SEIKLa observé marcharse con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Algo en mi interior rugió de frustración, pero no hice ningún movimiento para detenerla. Me quedé allí, de pie, inmóvil, tratando de descifrar qué demonios acababa de pasar.La había llamado. Le había dicho que viniera a mi dormitorio. Quería tomarla de nuevo…¿Por qué me ha dicho que no? Pensé que me le había gustado lo que hicimos ayer. No había considerado que pudiera negarse.No la había tratado con rudeza… bueno, al menos no más de lo habitual. Y sin embargo, me había mirado con esos ojos grandes y desafiantes, me había interrumpido y luego se había marchado dejándome con la palabra en la boca.—¿Es una orden, Comandante? —las palabras volvieron a mí con la misma mezcla de desafío y burla que había usado ella.Claro que era una orden. Yo no pedía las cosas, las decía y se hacían. Así era como funcionaban las cosas en la manada. Y, sin embargo, ahí estaba yo… con las palabras atoradas en mi garganta y la misma s
SEIK Los rayos del sol se habían alzado en lo alto, marcando el clímax de la jornada de combates. Algunos guerreros formaban un círculo cerrado alrededor de la arena de combate, todos expectantes por lo que estaba por venir. Habíamos ganado cuatro de los combates disputados, incluyendo el de Terry, cuya victoria me había sorprendido gratamente. Ellos, por su parte, también habían asegurado cuatro victorias. Eché una mirada a mi alrededor y los miembros de nuestra manada estaban expectantes con el próximo combate. Uno de los más importantes: el enfrentamiento entre los Betas. Roberto, a pesar de su carácter firme, sabía que este combate era diferente. No era solo fuerza y técnica; aquí se jugaba algo más...Orgullo. Liderazgo. Respeto. Melia, ubicada junto Marcus y Aria mantenía los ojos fijos en el centro del campo. Aunque su rostro permanecía serio y sus pequeñas manos estaban apretadas en puños. Su cuerpo estaba en tensión. El Beta de Kevin, Kain, un hombre robusto, de cabello ca
ARIAEl combate de los betas había sido espectacular, una demostración de fuerza y habilidad que me dejó sin aliento. Era la primera vez que presenciaba un enfrentamiento de este nivel, y la adrenalina aún corría por mis venas.Sin embargo, la euforia se mezclaba con una inquietud persistente. Roberto había salido bastante lastimado. Sabía que sanaría rápido—sus heridas eran físicas, cortes y golpes que su naturaleza aceleraría—pero verlo así me removía por dentro.‘¿Seik podría acabar tan malherido también?’Busqué a Melia con la mirada y la encontré no muy lejos, observando a Roberto con una expresión que intentaba ocultar su preocupación. Pero yo la conocía lo suficiente para notar los sutiles signos de su ansiedad: la tensión en su mandíbula, la forma en que sus manos se crispaban en los pliegues de su ropa y el ligero fruncimiento de su ceño.Finalmente, no pudo quedarse quieta. Se acercó a él con paso firme, pero su mirada delataba el torbellino de emociones que intentaba conte
ARIA Hace 2 años… En la sala de reuniones de la manada Luna Menguante, se reunían las figuras más importantes o influyentes de la manada, cada una ocupando su lugar con una presencia imponente. En el centro de la gran mesa, se encontraban los guerreros de la manada, en su mayoría machos, aquellos a quienes se respetaba y, en ocasiones, se temía; su sola presencia llenaba el ambiente de autoridad y reverencia. Un poco más a la izquiera, se encontraban los lobos con linaje antiguo, cuyas características físicas y psíquicas eran superiores al resto. Estos lobos y lobas se encargaban de la política y administración de la manada, junto al Alfa y su heredero, quienes gobernaban sobre todos. Y, aunque parezca increíble, en esa sala también estaba yo… observando a esos imponentes lobos, mientras intentaba, sin mucho éxito, descifrar qué había hecho para terminar en medio de tanta solemnidad ¿Había perdido alguien una apuesta o simplemente necesitaban un relleno de último minuto?. Las mente