ARIACuando llegué al comedor, la mayoría de los machos giraron la cabeza para mirarme con sonrisas traviesas dibujadas en los labios. Mi cuerpo reaccionó por instinto, y el calor subió a mis mejillas.‘Otra vez…’Al llegar a la mesa de los novatos, todos me saludaron y algunos rieron por lo bajo. Melia apareció detrás de mí y me rodeó con un pequeño abrazo.—¿Os habéis enterado? Tenemos una nueva compañera en el grupo de los novatos.—¿En serio? —pregunté, confundida.—Mira, por ahí viene…Melia y yo nos giramos justo a tiempo para ver a la loba solitaria caminar hacia nosotros con una sonrisa ladeada. Parecía avergonzada.En cuanto nuestras miradas se cruzaron, un recuerdo se filtró en mi mente: la imagen de su mano aferrando el brazo del Comandante en la fiesta de bienvenida. Me apresuré a desechar ese pensamiento antes de que me pusiera de mal humor.A mi alrededor, los machos se giraban o se recolocaban en sus asientos para observarla. Era preciosa, así que no me sorprendía.¿El C
SEIKLa observé marcharse con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Algo en mi interior rugió de frustración, pero no hice ningún movimiento para detenerla. Me quedé allí, de pie, inmóvil, tratando de descifrar qué demonios acababa de pasar.La había llamado. Le había dicho que viniera a mi dormitorio. Quería tomarla de nuevo…¿Por qué me ha dicho que no? Pensé que me le había gustado lo que hicimos ayer. No había considerado que pudiera negarse.No la había tratado con rudeza… bueno, al menos no más de lo habitual. Y sin embargo, me había mirado con esos ojos grandes y desafiantes, me había interrumpido y luego se había marchado dejándome con la palabra en la boca.—¿Es una orden, Comandante? —las palabras volvieron a mí con la misma mezcla de desafío y burla que había usado ella.Claro que era una orden. Yo no pedía las cosas, las decía y se hacían. Así era como funcionaban las cosas en la manada. Y, sin embargo, ahí estaba yo… con las palabras atoradas en mi garganta y la misma s
SEIK Los rayos del sol se habían alzado en lo alto, marcando el clímax de la jornada de combates. Algunos guerreros formaban un círculo cerrado alrededor de la arena de combate, todos expectantes por lo que estaba por venir. Habíamos ganado cuatro de los combates disputados, incluyendo el de Terry, cuya victoria me había sorprendido gratamente. Ellos, por su parte, también habían asegurado cuatro victorias. Eché una mirada a mi alrededor y los miembros de nuestra manada estaban expectantes con el próximo combate. Uno de los más importantes: el enfrentamiento entre los Betas. Roberto, a pesar de su carácter firme, sabía que este combate era diferente. No era solo fuerza y técnica; aquí se jugaba algo más...Orgullo. Liderazgo. Respeto. Melia, ubicada junto Marcus y Aria mantenía los ojos fijos en el centro del campo. Aunque su rostro permanecía serio y sus pequeñas manos estaban apretadas en puños. Su cuerpo estaba en tensión. El Beta de Kevin, Kain, un hombre robusto, de cabello ca
ARIAEl combate de los betas había sido espectacular, una demostración de fuerza y habilidad que me dejó sin aliento. Era la primera vez que presenciaba un enfrentamiento de este nivel, y la adrenalina aún corría por mis venas.Sin embargo, la euforia se mezclaba con una inquietud persistente. Roberto había salido bastante lastimado. Sabía que sanaría rápido—sus heridas eran físicas, cortes y golpes que su naturaleza aceleraría—pero verlo así me removía por dentro.‘¿Seik podría acabar tan malherido también?’Busqué a Melia con la mirada y la encontré no muy lejos, observando a Roberto con una expresión que intentaba ocultar su preocupación. Pero yo la conocía lo suficiente para notar los sutiles signos de su ansiedad: la tensión en su mandíbula, la forma en que sus manos se crispaban en los pliegues de su ropa y el ligero fruncimiento de su ceño.Finalmente, no pudo quedarse quieta. Se acercó a él con paso firme, pero su mirada delataba el torbellino de emociones que intentaba conte
SEIKA Kevin le encantaba llevarme al límite, el muy cabrón. Sabía perfectamente que no podía rechazar un duelo, y lo aprovechaba sin dudar. Además, sabía que Aria aún no estaba marcada, lo que significaba que puede llevarsela si el resultado del combate era favorable para él. Por eso me desafiaba, por eso buscaba alterarme, provocarme, empujarme hasta el borde.Pero no lo iba a conseguir.Voy a destrozarlo.Cuando mi hermano Kael dió la señal para comenzar, Kevin se quitó la camiseta y me lanzó una sonrisa desafiante lo que provocó el suspiro de las hembras. No pierde el tiempo. En un parpadeo, se acerca con una patada voladora dirigida a mi rostro.Reaccioné al instante. Bloquee su ataque con firmeza y, sin darle un respiro, contragolpeo con una patada baja, buscando desequilibrarlo.Mis puños chocaron contra su guardia como truenos en una tormenta. El impacto impactó en mis nudillos, pero no me detuve. Mi oponente, un muro de músculos y furia, bloqueó el golpe y respondió con un
SEIKLos combates han terminado con la victoria de Sombra Nocturna. No puedo negar el alivio que siento… Perder en nuestro propio territorio, habría sido un golpe duro para el orgullo de la manada. Pero esta vez, nos mantuvimos firmes. Aun así, algo me dice que Kevin no dejará esto así. Tarde o temprano, querrá su revancha.Mis músculos laten con el agotamiento y la adrenalina empieza a disiparse, dejando solo el peso del cansancio en cada fibra de mi cuerpo. Estoy cubierto de cortes y golpes, pero ninguna herida es grave. Aún así, la curandera ya se acerca con su bolsa de hierbas y vendas. No le presto mucha atención. Mis ojos no dejan de buscar en la grada, donde Aria y Marcus estaban observando. Los veo bajar, caminando directamente hacia mí.El pequeño está eufórico y corre hacia mí con los ojos brillantes de emoción.—¡Padre, has estado increíble! ¡Eres tan fuerte!A nuestro alrededor, los hombres y mujeres lobo se agolpan entre la arena de entrenamiento y las gradas. Los guerrer
ARIAMe detuve en seco al verlos.Seik estaba ahí, de pie con los brazos cruzados, con esa expresión impenetrable de siempre. Frente a él, Gema le sonreía con descaro, inclinando el cuerpo de una manera que dejaba claro que su interés iba más allá de una simple conversación. Una de sus manos descansaba sobre el brazo del Comandante, deslizándose con una familiaridad que me revolvió el estómago. No podía oír lo que decía, pero no hacía falta. La forma en que sus labios se curvaban en una sonrisa insinuante y cómo su cuerpo se acercaba al de él lo decía todo.Un escalofrío recorrió mi espalda cuando el olor me golpeó. Excitación. No sabía si provenía de ella o de él… seguramente era una mezcla de ambos. Tragué en seco, sintiendo un nudo formarse en mi estómago.Ella se me ha adelantado. ¿Cómo podría competir con alguien así? Es hermosa, segura de sí misma… y no teme ir tras lo que quiere. Si una hembra como ella se le insinúa, ¿por qué elegiría a alguien como yo?Si yo fuera un macho, t
ARIAIntenté recomponerme, pero el sabor amargo de las palabras de Lorin seguía ardiendo en mi pecho. Me aparté de la pared, apreté los puños y, di un paso hacia él, desafiando su mirada. No iba a permitir que ese hombre me despojara de su dignidad tan fácilmente. Mantuve la cabeza erguida, el rostro firme, aunque sentía un nudo en el estómago y mis lágrimas estaban mojando mis ojos.‘Tengo que mantener la calma, no puedo dejar que vean que me afecta…’—¿Quién crees que eres para decirme eso?Lorin la miró de arriba abajo, como si esperara que mi postura desafiadora fuera una broma. Su sonrisa maliciosa no hizo más que avivar las llamas en mi interior.—Alguien que forma parte de esta manada... y, por lo tanto, tiene el derecho de opinar sobre si una hembra merece ser Luna, o si, por el contrario, es solo una loba mediocre que ha tenido suerte de estar en el momento o lugar adecuado... ¿De verdad crees que eres mejor que Elisabeth, o incluso que esa loba solitaria? ¿Realmente crees qu