SEIKLlegamos a la casa de la manada para comprobar cómo estaba la cachorra. Tori la había llevado a la clínica ubicada dentro de nuestras instalaciones. Si no habían decidido trasladarla a otro lugar, era porque su vida no corría peligro.Desde la distancia pude distinguir a los novatos, incluida mi hermana y Aria, reunidos frente a la entrada de la clínica. Parecían inquietos, sus expresiones reflejaban nerviosismo. La incertidumbre es una pésima compañía en momentos como este.Rápidamente me transformé en mi forma humana, seguido por mis guerreros, y entramos sin demora. Todos, excepto Zacarías, que se fue en otra dirección.La curandera nos recibió con una mezcla de alivio y preocupación. Confirmó que la cachorra estaba fuera de peligro, pero su expresión delataba que algo no estaba del todo bien. Con un tono cauteloso, añadió:—Será mejor que hablemos de esto más tarde, a solas...y con el Alfa.Conociendo a Su, algo estaba pasando y era lo suficientemente importante como para tr
ARIAEn cuanto entré en el comedor de la manada, Melia corrió hacia mí con una expresión ansiosa. Apenas llegó a mi lado, me dijo con entusiasmo:—¡La cachorra por fin se despertó!Sin perder tiempo, nos dirigimos rápidamente a la clínica de la manada. Al entrar, la vimos acostada en una camilla, con una expresión de cansancio evidente. Cuando nuestras miradas se cruzaron, su rostro mostró primero desconcierto, luego un leve rubor.En cuestión de segundos, noté cómo sus ojos se dirigían a mis manos y, al ver los aperitivos que llevaba, esbozó una tímida sonrisa. Melia y yo nos miramos y, casi al unísono, sonreímos aliviadas.Reconocí a la pequeña en ese instante. Era la misma cachorra que se había acercado a mí un día en el bosque, cuando fui a llevarle una merienda a Marcus a la zona de entrenamiento. Había estado investigando y supe que era huérfana. Según lo que pude averiguar, la última vez que alguien la vio fue corriendo por el bosque dentro de nuestro territorio. Nadie tenía id
ARIAEstaba agotada, pero al mismo tiempo bastante satisfecha. El primer entrenamiento con Zacarias había ido muy bien. Había aprendido mucho, y él me había tratado con una amabilidad inesperada. Aunque era tarde, decidí pasarme por la arena de entrenamiento por si veía a Marcus. Quizá lo encontraría saliendo de los vestuarios.Sin embargo, después de buscar un rato sin éxito y justo cuando estaba a punto de regresar a mi dormitorio, me topé con un grupo de cachorros que parecían haber salido del vestuario.—Hola, buen trabajo —les dije, y todos asintieron tímidamente.—¿Sabéis dónde está Marcus? He estado buscándolo por aquí, pero no lo encuentro. ¿Se ha ido más temprano?—No, vino a buscarlo el Comandante —respondió uno de ellos—. Creo que todavía están en la arena de entrenamiento.—¿Ha ocurrido algo malo?—No, señorita.Me puse en marcha casi de inmediato. El corazón me latía con fuerza mientras recorría el camino hacia la arena. ‘¿Habría hecho algo mal Marcus para que Seik tuvier
SEIKEstas últimas semanas han sido un caos. Encontrar a la cachorra en el bosque lo cambió todo. Aumentamos las guardias, extendimos los despliegues y ahora vivimos en un estado de alerta constante. Las tensiones con los vampiros no ayudan. Los miemebros del clan Kalo merodean con demasiada frecuencia por los límites del territorio, pero sin pruebas concretas, no podemos confrontarlos ni interrogarlos. Ese vacío de respuestas me irrita, como una espina clavada que no puedo alcanzar.En medio de todo esto, el acercamiento con Marcus ha sido un respiro inesperado. A pesar de la carga de trabajo que amenaza con devorarme, he encontrado tiempo para entrenarlo una vez por semana. Es más que una rutina; es un espacio para conectar, para enseñarle y, en parte, para recordarme que no todo está perdido. Al principio, pensé que pedirle que me llamara "padre" podría ser demasiado para él... pero al ver su rostro iluminarse, la forma en que inclinó la cabeza con respeto y orgullo, supe que hab
ARIAEl sol aún no se había levantado, pero ya estaba despierta pensando en ese maldito beso… Mi mente me traicionaba y me traía recuerdos pasados...La noche de bodas. No había sido un beso romántico..pero sí caliente. Recuerdo la sensación de mi cuerpo cuando notó a un hombre lobo de metro noventa abalanzarse sobre mi boca como un animal hambriento… Al principio, me desconcertó, pero me gustó. Después de todo, el cuerpo de una mujer también necesita atención…Sin embargo, lo que vino después me dejó fría. Paró de golpe, como si estuviera cumpliendo un deber más que entregándose al momento. Mi entusiasmo se desinfló en ese instante, como un bizcocho al abrir la puerta del horno demasiado pronto.La arena de entrenamiento estaba tranquila, solo se escuchaba el ritmo constante de mis puños chocando contra el saco frente a mí. Cada golpe era un intento desesperado por despejar mi mente, por apagar ese recuerdo que no dejaba de entretenerme. El crujido de una rama detrás de mí me p
ARIA El bullicio a mi alrededor crecía mientras Roberto anunciaba las reglas, y yo apenas podía procesar las risas y los comentarios de los que se reunían a observar. Sentía el peso de cada mirada sobre mí, como si todo el mundo estuviera midiendo mis posibilidades de ganar… y probablemente pensando que eran nulas. El comandante se mantenía tranquilo, con los brazos cruzados, proyectando una seguridad que parecía inquebrantable. Al notar mi mirada, giró la cabeza lentamente hacia mí y me sostuvo la mirada, sin apartarla ni un instante. Esa confianza suya me irrita tanto como me intimida. Tomé una bocanada de aire y me aparté hacia un lado del improvisado círculo que se había formado. Necesitaba enfocarme. Mi corazón latía con fuerza, pero no era solo por el desafío; había algo más, algo en la forma en la que él me miraba, con una mezcla de expectación y… diversión. ‘¿Es esto un juego para él?’ Me agaché para ajustar las vendas alrededor de mis manos, un gesto mecánico q
ARIAApreté los dientes y lanzé un golpe directo a su mandíbula, pero Seik lo esquivó sin esfuerzo, girando a su alrededor como si hubiera predicho mis movimientos.—Demasiado lenta —dijo con tono burlón.Gruñí mientras me lanzaba de nuevo, mis puños volando en una ráfaga de golpes rápidos. Seik bloqueó cada uno con una facilidad casi insultante, como si estuviera jugando conmigo. Frustrada, lo vi contraatacar de repente. Su puño impactó en mi hombro con fuerza, haciéndome tambalear. El dolor quemaba, irradiándose por mi brazo, pero no me detuve. No podía rendirme ahora.Giré y aproveché el impulso para lanzar una patada lateral, segura de que esta vez lo sorprendería. Pero no. Al heredero del Alfa, nadie lo sorprendia. Y menos yo.Me atrapó la pierna en el aire como si fuera un juego. Antes de que pudiera reaccionar, me empujó hacia atrás.—Tienes que hacerlo mejor, hembra —se burló con esa m*****a calma que hacía que la sangre me hirviera.Respiré hondo, reuniendo todo lo que me
SEIK Mientras me alejaba de la arena, con el bullicio del público todavía resonando en mis oídos, no pude evitar pensar en el combate con Aria. Había sido… divertido. Más de lo que esperaba. Pero lo que más me llamó la atención fue cómo su rostro cambiaba con cada golpe, con cada movimiento fallido. Sus expresiones eran un libro abierto: frustración, desafío, una pizca de miedo y, de vez en cuando ese destello de orgullo herido... Sin quererlo, deseaba volver a verlo en ella. Tuve que salir rápidamente de la arena de entrenamiento porque me informaron que la cachorra estaba emocionalmente estable. Finalmente le preguntaron qué había ocurrido en el bosque. Habíamos esperado varios días para asegurarnos de que estuviera lista antes de abordar el tema. La cachorra no recordaba mucho. Dijo que salió al bosque, pero no sabía cómo había terminado tan lejos. Mencionó haber sentido una presión y escozor en el cuello, aunque al revisarla no encontraron marcas visibles. La curandera me ex