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Despierto acurrucada en los brazos de Said, verlo dormir es tan entretenido que podría durar horas observándolo y no me aburriría. Sin embargo, debo levantarme al escuchar mi celular vibrando por algún rincón de la habitación. Con cuidado de no despertarlo quito su brazo que está enrollado a mi cintura, y salgo de la cama, barro la vista por el dormitorio en busca de mi ropa, pero no la veo por ningún lado, así que agarro la polera de Said que me queda enorme y cubro mi cuerpo.

Logro conseguir el móvil enrollado en las prendas tiradas en el suelo, lo agarro y abro los ojos de para de par al notar la hora.

¡Es tardísimo!

Salgo apresurada de la habitación dirigiéndome al baño, me ducho en un tiempo veloz, tan rápido que no sentí el agua fría. Elijo el primer pantalón que veo colgar de las perchas, decido colocarme un suéter grueso y las zapatillas negras. Bajo los escalones a toda prisa olvidándome por completo del encargo que entregaré hoy, regreso a la habitación y cargo la pintura
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