Mayhem
El día siguiente pasa en un estado de inquietud latente. Mi cuerpo sigue recordando la forma en que Zayn me miró anoche, la tensión en su voz, el deseo reprimido que casi podía tocarse en el aire. Pero no cedió. No todavía.
Y eso solo me hace querer más.
Necesito hablar con alguien. Necesito desahogarme antes de que esta obsesión me vuelva loca. Así que, en cuanto salgo de la universidad, arrastro a Camille a nuestro café favorito en West Hollywood.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, y ella me mira con el ceño fruncido mientras revuelve su café con demasiada energía.
—Okay, ¿qué demonios te pasa? Has estado distraída todo el día y, para ser honesta, es irritante.
Dudo por un segundo, pero luego decido que no puedo guardármelo más. Me inclino sobre la mesa y bajo la voz.
—Es Zayn.
Camille deja la cuchara y parpadea.
—¿Zayn? ¿El mejor amigo de tu papá? ¿Ese Zayn?
Asiento, mordiéndome el labio. Sus ojos se agrandan antes de que su boca se curve en una sonrisa incrédula.
—Dios, esto es demasiado bueno. Cuéntamelo todo. Ahora mismo.
Suspiro y juego con la servilleta entre mis dedos.
—No ha pasado nada… todavía. Pero él me mira de una forma que me vuelve loca. Sé que me desea, Camille. Lo veo en su rostro cada vez que me acerco. Pero se resiste. Siempre se resiste.
Mi mejor amiga se echa hacia atrás en su silla y me observa con diversión.
—Oh, pobre Zayn. No tiene idea de lo que le espera contigo. Sabes que lo vas a hacer caer, ¿verdad?
Sonrío, porque sé que tiene razón. Pero entonces, algo en mi pecho se aprieta.
—¿Y si no? ¿Y si de verdad me evita? ¿Y si solo estoy imaginando todo esto?
Camille se ríe con incredulidad.
—Por favor, Mayhem. ¿Tú? ¿Imaginando cosas? Lo dudo. Tienes un don para hacer que los hombres pierdan la cabeza. Y Zayn no es una excepción. Es solo cuestión de tiempo.
Su confianza me reconforta. Pero también me enciende aún más. Porque sé que tiene razón. Y si Zayn cree que puede escapar de esto, está muy equivocado.
Esa noche, cuando me meto en la cama, mi mente sigue enredada en la idea de él. En su olor, su voz, sus ojos oscuros cargados de deseo contenido. Cierro los ojos y el sueño me arrastra con demasiada facilidad.
Pero en mis sueños, no hay resistencia.
En mis sueños, Zayn no huye.
Estoy en la cocina otra vez, pero esta vez es diferente. La luz es más tenue, el ambiente más cargado. Estoy apoyada contra la encimera, y él está frente a mí. Tan cerca que casi siento el calor irradiando de su cuerpo.
—Sabes que esto está mal, ¿verdad? —su voz es un susurro rasposo, peligroso.
Sonrío y me inclino hacia él.
—¿Y qué si lo está?
Zayn maldice y me atrapa contra la encimera, su mano sujetando mi cintura con fuerza. Su otro brazo se apoya junto a mi rostro, acorralándome.
—Me estás volviendo loco —gruñe, y su boca roza la mía, apenas un roce, pero suficiente para que me estremezca.
—Entonces deja de pensar tanto —susurro contra sus labios.
Él deja escapar un sonido bajo, algo entre un gruñido y una rendición. Y luego, su boca está sobre la mía.
El beso es salvaje, desesperado. Sus labios son duros, demandantes, explorándome sin contención. Sus manos bajan por mi espalda hasta mis muslos, levantándome con facilidad para sentarme sobre la encimera. Sus dedos aprietan mi piel con fuerza, reclamando, devorándome con cada caricia.
Mi cuerpo se calienta con una urgencia incontrolable. Su lengua se desliza dentro de mi boca, y el mundo a nuestro alrededor desaparece. Sus manos suben por mis piernas, empujando el vestido hacia arriba, sus dedos rozan la piel expuesta de mis muslos y—
Me despierto de golpe.
Mi respiración es errática, mi piel arde y mi cuerpo entero está temblando con una necesidad feroz. Aprieto los muslos, sintiendo la presión palpitante entre ellos.
M****a.
Cubro mi rostro con las manos, intentando calmarme, pero la sensación sigue ahí. Latente. Presente. Lo deseo. Lo deseo de una manera que nunca antes he deseado a nadie.
Y lo peor de todo es que sé que él me desea también.
No podré soportar esto por mucho más tiempo.
Es solo cuestión de tiempo antes de que Zayn finalmente ceda.
Y cuando lo haga…
Voy a asegurarme de que no se arrepienta ni un solo segundo.
Zayn
No he dormido bien en días.
Desde que regresé a Los Ángeles, mi cabeza ha sido un desastre. Pero anoche fue peor. Anoche fue una tortura.
Porque no importa cuánto lo intente, no puedo sacármela de la mente.
Mayhem.
Me siento frente a mi escritorio, con los codos apoyados en la madera y las manos frotando mi rostro, tratando de arrancar de mi cabeza la imagen de su maldita sonrisa. De sus labios entreabiertos. De la forma en que su piel se veía bajo la luz tenue de la cocina.
Mi teléfono vibra. Es Jared.
Tomo aire antes de contestar.
—Dime.
—¿Sigues vivo? No has aparecido en días.
Cierro los ojos por un momento y me recargo en la silla.
—He estado ocupado.
—Bueno, esta noche no hay excusas. Voy a hacer una parrillada en casa, como en los viejos tiempos. Ven temprano. Y sí, Mayhem también estará.
Mi mandíbula se aprieta. Como si necesitara más de eso. Más de ella. Más de la puta tentación que representa.
Pero no puedo decir que no. Jared no sospecha nada, y no hay razón para levantar alarmas.
—Nos vemos a las ocho —respondo, cortando la llamada antes de que mi voz delate mi incomodidad.
El resto del día es un infierno. Me sumerjo en trabajo, revisando contratos, cerrando tratos, haciendo todo lo posible para no pensar en lo que me espera esta noche.
No funciona.
Y cuando llega la hora, cuando estaciono mi auto frente a la casa de Jared, ya estoy al borde de mi paciencia.
La puerta está entreabierta y la música se escucha desde el jardín. Camino con calma, con un vaso de whisky en la mano, saludando a un par de conocidos antes de encontrarme con Jared cerca de la parrilla.
—Mierda, pensé que ya no vendrías.
Le doy una palmada en el hombro y me obligo a sonreír.
—Te dije que vendría.
—Bien, porque necesito tu opinión sobre el nuevo proyecto en el restaurante. Pero antes de eso… Mayhem.
Mi cuerpo entero se tensa al escuchar su nombre. Y entonces, como si el destino decidiera burlarse de mí, la veo.
Mayhem está del otro lado del jardín, riendo con un grupo de amigos. Lleva un vestido corto, ligero, de esos que parecen hechos para tentarme. Y lo peor de todo es que lo sabe.
En algún momento gira la cabeza y sus ojos se encuentran con los míos.
Esa maldita sonrisa suya aparece en su rostro. Un destello de diversión, de reto, de algo que me hace querer maldecir en voz alta.
Me doy la vuelta antes de hacer una estupidez.
Pero ella no me deja escapar.
Minutos después, cuando Jared se va a hablar con otros invitados, Mayhem se acerca.
—Hola, Zayn.
Cierro los ojos por un breve segundo antes de girarme hacia ella.
—Mayhem.
—Te he extrañado. No has venido en días.
—He estado ocupado.
—¿Demasiado ocupado para mí?
Dios, esta chica va a matarme.
Se acerca un poco más, lo suficiente para que su perfume me envuelva, para que su presencia me haga perder la poca compostura que me queda.
—No juegues conmigo, Mayhem.
Ella sonríe, como si le divirtiera mi sufrimiento.
—¿Por qué? ¿Te asusta jugar conmigo?
Suelto un suspiro pesado.
—No es un juego. No puede serlo.
—¿Por qué no?
—Porque eres la hija de Jared. Porque esto está mal. Porque—
—Porque me deseas y no quieres admitirlo.
Mi mirada se encuentra con la suya, y sé que no hay escapatoria.
Mayhem da un paso más. Sus dedos rozan mi antebrazo. Es un toque ligero, pero quema. Quema más de lo que debería.
—Déjame en paz —murmuro, pero su mano se desliza por mi piel, lenta, tortuosa.
—No quieres que lo haga.
M****a. M****a. M****a.
Antes de que pueda hacer algo estúpido, me alejo de ella con una rapidez que me deja mareado.
Me pierdo entre la gente, bebiendo de mi whisky como si pudiera apagar el incendio que tengo en el pecho. Como si pudiera controlarlo.
Pero sé que es una mentira. Sé que estoy perdido.
Y lo peor de todo es que ya no estoy seguro de querer encontrar una salida.
MayhemNo puedo dejar de sonreír.Lo vi. Vi la forma en que Zayn luchaba contra sí mismo anoche en la parrillada. Vi cómo me miraba, cómo intentaba resistirse. Vi la guerra en sus ojos, la frustración en su mandíbula tensa, la manera en que sus manos se apretaban en puños cuando me acerqué demasiado.Y lo mejor de todo es que sé que está perdiendo la batalla.Me recuesto en mi cama, mirando el techo, repasando cada interacción, cada roce, cada palabra. Me encanta cómo se esfuerza en fingir que no me desea, que esto no lo está consumiendo tanto como a mí. Pero su cuerpo lo delata. Su respiración, su postura, la forma en que su voz se vuelve más grave cuando dice mi nombre.Cierro los ojos y dejo que mi mente vuele. Imagino qué pasaría si, en lugar de alejarse anoche, hubiera cedido. Si me hubiera tomado por la cintura, me hubiera arrastrado a la oscuridad del jardín y me hubiera besado hasta dejarme sin aliento.Dios, lo quiero. Lo quiero de una manera que es peligrosa, adictiva, prohi
Mayhem No puedo dejar de sonreír. Lo vi. Vi la forma en que Zayn luchaba contra sí mismo anoche en la parrillada. Vi cómo me miraba, cómo intentaba resistirse. Vi la guerra en sus ojos, la frustración en su mandíbula tensa, la manera en que sus manos se apretaban en puños cuando me acerqué demasiado. Y lo mejor de todo es que sé que está perdiendo la batalla. Me recuesto en mi cama, mirando el techo, repasando cada interacción, cada roce, cada palabra. Me encanta cómo se esfuerza en fingir que no me desea, que esto no lo está consumiendo tanto como a mí. Pero su cuerpo lo delata. Su respiración, su postura, la forma en que su voz se vuelve más grave cuando dice mi nombre. Cierro los ojos y dejo que mi mente vuele. Imagino qué pasaría si, en lugar de alejarse anoche, hubiera cedido. Si me hubiera tomado por la cintura, me hubiera arrastrado a la oscuridad del jardín y me hubiera besado hasta dejarme sin aliento. Dios, lo quiero. Lo quiero de una manera que es peligrosa, adictiva,
ZaynLos Ángeles huele a recuerdos.No importa cuántos años hayan pasado, cuántas mujeres haya tenido, cuántos tragos haya bebido para olvidar. La ciudad sigue teniendo el mismo aroma a nostalgia, a una vida que dejé atrás cuando pensé que nunca volvería.Pero aquí estoy.Mi jet privado aterriza en LAX a las siete de la noche. Afuera, la brisa es cálida, con ese toque húmedo que se cuela en la piel como una caricia. La terminal está llena de gente, rostros desconocidos que no significan nada para mí. Camino con paso firme, el sonido de mis zapatos resonando sobre el suelo de mármol pulido. He vuelto a casa, aunque nunca la consideré del todo mía.Afuera, un chofer me espera con el auto encendido. Subo sin decir palabra y observo por la ventana el paisaje cambiante de la ciudad. Luces de neón, rascacielos iluminados, el tráfico interminable de Sunset Boulevard. La ciudad ha cambiado, pero en el fondo sigue siendo la misma. Una jungla de concreto donde el dinero compra todo, menos el ti
MayhemLa noche no debería estar tan cargada de electricidad. No debería estar acostada en mi cama con el corazón latiéndome contra las costillas, la piel caliente y la mente girando en un solo nombre.Zayn.Mierda.Nunca pensé que el simple hecho de que regresara removería tantas cosas en mí. Me pasé la cena fingiendo que todo estaba bien, sonriendo como si no sintiera su presencia quemándome la piel con cada mirada, con cada palabra dicha en su tono bajo y rasposo. Pero en el fondo, todo en mí estaba alerta. Cada célula de mi cuerpo, cada pensamiento en mi cabeza, cada latido de mi corazón, todo estaba enfocado en él.Lo vi. Lo vi realmente. No como el amigo de mi padre, no como el hombre mayor que solía ignorarme cuando era niña. Lo vi como lo que es ahora: un hombre demasiado peligroso, demasiado atractivo, demasiado tentador para mi propio bien.Me doy la vuelta en la cama, mi almohada ya no es cómoda, las sábanas se sienten pesadas, y todo lo que puedo hacer es cerrar los ojos y
ZaynNo debería estar aquí.No debería haber entrado a la casa de Jared tan temprano en la mañana, pero la invitación a desayunar era una excusa válida. No debería haberme encontrado con Mayhem en la cocina, vestida de esa manera, descalza, con el cabello húmedo y esa sonrisa que me está jodiendo la cabeza.Maldición.Me paso una mano por el rostro, intentando sacudirme el efecto que ha dejado en mí, pero sigue ahí. Ese vestido suelto, esos shorts que apenas cubrían lo necesario. Y lo peor de todo: la forma en que me miró.Como si supiera exactamente qué está haciendo. Como si estuviera probándome.Aún puedo oler su perfume en el aire. Algo dulce y fresco, algo que se me quedó impregnado en la piel.Tengo que largarme de aquí.Pero justo cuando estoy por salir al jardín, Jared aparece por la puerta trasera con dos tazas de café en la mano. Me extiende una y se sienta en una de las sillas de la terraza.—¿Ya desayunaste? —pregunta con tono casual, como si mi mundo no estuviera desmoron
MayhemEl día se me hace eterno.Las clases en la universidad pasan como un borrón sin sentido. No puedo concentrarme. Los profesores hablan y yo asiento, tomo notas mecánicamente, pero mi mente está en otra parte. O más bien, en otra persona.Zayn.Desde que lo vi esta mañana en la cocina, con esa expresión entre irritación y deseo mal contenido, mi cabeza no ha dejado de girar en torno a él. Me obsesiona la forma en que me miró, el modo en que su mandíbula se tensó, su tono de voz, la manera en que casi gruñó mi nombre como si quisiera advertirme de algo.Advertirme de él.Pero lo que Zayn no entiende es que a mí no me asustan las advertencias. Nunca lo han hecho.Cuando termino mis clases, salgo del campus con mi mejor amiga, Camille. Ella habla sobre algún problema con su novio, pero apenas la escucho. Me limito a asentir y hacer ruidos de afirmación cuando parece que espera una respuesta. En mi cabeza, la única pregunta que realmente importa es: ¿dónde está Zayn ahora?Lo busco e