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* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * *—Quiero resultados —es lo primero que digo, al ingresar a la oficina principal del burdel.—Tenemos mercancía nueva, en menos de 24 horas.—¿Quién?—Una joven de 25 años.—¿Ella decidió pagar así? —cuestiono divertido.—Señor...—No digas nada. Ya sé la respuesta. Todas las mujeres son iguales. ¿Cuál es el monto de deuda?—La chica lo compensará con creces.—¿Por qué la seguridad?—Es muy guapa. Aparte ya la mandé a investigar y solo ha tenido un novio; es probable que sea virgen. Sabe que la mercancía nueva vale muchísima pasta.—¿Virgen a los 25? No lo creo —menciono seguro—. Solo espero que el monto de la deuda sea cubierto.—Totalmente, estoy seguro de que será una favorita. Mire su foto —me pide uno de los hombres que trabajaba para mí, al poner unos papeles sobre la mesa y... una curiosa foto (la cual tomo para observarla).—Ya la vi; no es muy guapa... —preciso al tirar la imagen sobre el escritorio, con cierto desprecio.—¿Cómo que no? Es nuestro mejor ingreso —señala y, de repente, suena el teléfono.—Atiende la llamada —le ordeno y él lo hace.Mientras tanto, yo me quedo pensativo, al recordar la estúpida cláusula que mi padre había puesto como único requisito para que yo heredara la organización por completo.—Venga, señor Bayá. Le mostraré que la mujer vale mucha pasta.—¿Ahora? —pregunto aburrido.—La mercancía llegó antes de lo esperado. Justo para el evento principal de la noche.—Bueno, más vale que sea como digas, sino ya sabes las consecuencias —advierto.Después, solo salgo de la oficina y voy al salón de ventas sin esperar respuesta alguna. No la necesitaba.Ya en el salón, puedo observar cómo están nuestros mejores clientes ahí.—Señor, por favor, tome asiento —me pide uno de mis sirvientes; y lo hago.Luego de eso, el evento de la noche empieza. Pasan los minutos y muchas mujeres desfilan por la pasarela. Mujeres que decidieron entrar al negocio por su propia voluntad, mujeres que solo buscaban dinero fácil para darse los lujos que deseaban; SOLAS, sin amedrentamiento alguno."Así son todas", es lo único que me repito en silencio.—Y con ustedes, nuestro nuevo ingreso —anuncia el anfitrión y, de pronto, sale esa mujer que decidió venderse por pagar una deuda y, muy seguramente, por ganar más dinero.—¡SUÉLTENME! ¡SUÉLTENME! —grita demandante mientras dos hombres la traían del brazo, a la fuerza, para pararse en el centro de la pasarela—. ¡SUÉLTENME! ¡LES DIGO QUE ME SUELTEN! —ordena con mucho carácter, pero miedo también.—¿POR QUÉ GRITA? —pregunto molesto y desconcertado.—Señor...—¡CERDOS! ¡ESO ES LO QUE SON! —acusa—. ¡SUCIOS CERDOS! ¡SUÉLTENME! ¡SÁQUENME DE AQUÍ! ¡YO VINE A NEGOCIAR EN NOMBRE DE MI PADRE! ¡NO A QUE ME PUSIERAN COMO UN PEDAZO DE CARNE FRENTE A UNOS VIEJOS COMO USTEDES! —articula entre llanto.—¿QUÉ ES LO QUE HA DICHO? —pregunto molesto al levantarme de mi asiento y confrontar al administrador del lugar.—Señor —me mira asustado.—¡¿Cómo que a nombre de su padre?! ¡¿La deuda no es de ella?!—Señor...—¡RESPONDE!—Su padre nos la ofreció. ¿Cuál es la diferen...? OU... —se retuerce de dolor.—Aquí, cada mujer ofrece sus servicios a voluntad, ¡No obligadas, idiota! ¡Quítate de mi vista y detengan la venta!* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * *Merlí * * * * * * * * * *Ya no pude más y me quebré. Después, solo escuché cómo los hombres ofrecían cantidades de dinero por mí. Vine a este lugar a negociar, pero solo se limitaron a burlarse de mí y luego, luego solo me vistieron y me trajeron hasta esta pasarela.—Vendida —escucho y levanto mi cabeza para así encontrarme con la imagen de un asqueroso hombre venir hacia mí.—Hola, preciosura —me sonríe y trata de acariciar mi rostro, pero no se lo permito, sino que, por el contrato, me alejó y me atrevo a escupirle en su rostro.—Rebelde, como me gustan —señala—, pero me temo que tendré que enseñarte a respetar a tu amo, preciosa —me informa y, luego de eso, eleva muy alto su mano y veo cómo tiene la intención de estamparla contra mi cara; sin embargo, cuando estaba a punto de hacerlo, alguien lo detiene, lo golpea y, finalmente, lo empuja a un rincón del salón.—Pero ¡¿qué es esto?! ¡La acabo de comprar! ¡Su primera vez es mía! —señala el cerdo.—¿Me contradice? —pregunta el hombre que no permitió que me golpearan y el cual resulta ser el mismo que vi en la entrada de este lugar.—Ah... no..., no, señor, perdón, perdone usted —le responde el otro.—Tú, sígueme —me pide el hombre alto y atractivo de ojos grisáceos.—¿Cómo sé que no me hará daño?—Tú decides. Vienes conmigo o te quedas aquí, esperando a que cualquiera te compre. Esas son tus opciones —manifiesta muy serio.—¿Cómo sé que usted no quiere lo mismo?—Porque me pareces poco atractiva, no te tocaría por ese motivo y porque no obligo a mujeres a estar conmigo; no tengo la necesidad —menciona autosuficiente—. Bueno, si quiere, me sigue —es lo único que dice y, luego de eso, sale del lugar por el mismo pasillo por el que entré."M****a, no tengo otra opción", señalo al ver a mi alrededor, así que sin pensarlo mucho, me pongo de pie y empiezo a seguir al hombre que, de algún modo, me había salvado.Aunque tenía que ser sincera conmigo. No confiaba ni podía confiar, en lo más mínimo, en él, así que sabía que tenía que cuidarme... y mucho.** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * *Merlí * * * * * * * * * *Después de salir de ese escalofriante lugar, me vi obligada a subir a un vehículo de color negro y lunas polarizadas que me generaba bastante desconfianza (sobre todo, por la cantidad de hombres que se subieron en él). Yo no hubiese deseado tomarlo, pero el tipo que, de alguna manera me salvó, me recordó mis opciones: subir a su vehículo o regresar al burdel para que mi compra sea concretada.En realidad, no sabía qué era peor; sin embargo, mi mejor opción, en ese instante, fue obedecerlo, ya que no concebía la idea de regresar con aquel cerdo que me había dicho que era mi amo.—Sözleşmeyi bitir ve geri dön. Üç gün içinde sana ihtiyacım var —decía.Y debo confesar que yo no entendía, ni un palo, alguna palabra que pronunciaba por su celular, pero ahí estaba yo, siendo llevada a no sé dónde.Quería gritar, pero sabía que cualquiera de los hombres que estaban a mi alrededor me callarían al instante,
** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * *«Tiene valor», pienso cuando la veo, por las cámaras, huyendo de la casa.—Y yo tengo a unos ineptos como seguridad —musito al levantarme de mi asiento y salir de la casa para ir a la puerta principal, sin ser visto por ella.Al llegar a la entrada, la espero escondido. Quiero saber cuán ineptos son los hombres que trabajan para mí. De pronto, la veo y, segundos, después, empieza correr. Al notar su acción, decido ponerme de pie y aparecerme frente a ella.Cuando nota mi presencia, puedo observar su mirada cargada de furia y frustración; sin embargo, por extraño que parezca, no deja de correr, viene contra mí y... se estampa contra mi cuerpo para empezar a golpearme.—¡Eres malo! ¡Eres un hombre muy malo! —me golpea con sus puños—. ¡Malo! ¡Eres malo! —se empieza a descontrolar y llama la atención de los idiotas de mi personal.—Tranquilízate —le ordeno, pero no me hace caso—. Tranquilízate ya —empi
** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *Bayá * * * * * * * * * * —Sabes las reglas, ¿por qué las quebrantaste? —Por la chica. Ya sabía quién era; valía mucho más que la deuda que tenía su padre. —Repito mi pregunta. ¿Por qué las quebrantaste? —Valía muchísimo más dinero, Bayá... —Escúchame bien, Rashad —lo confronto—. No se te ocurra volver a llevar otra mujer igual. —Solo fue un caso especial, Ba —Ningún caso especial, Rashad. En el negocio y las reglas no existen casos especiales, ¿entendiste? ¿o quieres que me tome la molestia de hacerte entender de manera definitiva? —amenazo; y él niega con su cabeza. —¿Dónde tienes a la chica? —Ese no es asunto tuyo. Lo que te debían ya fue saldado. —Eso me informaron —precisa al mirarme. —Vete de aquí —ordeno de pronto—. Considerando que eres el mejor de mis socios y nunca antes me has dado problemas, no haré nada más que quitarte el ingreso del mes. —Bayá... —Sabes las reglas, Rashad, ¿o quieres que me tome l
* * * * * * * * * Merlí * * * * * * * * * * Arreglo mi vestido y después, solo me limito a seguir viendo por la ventana de la limusina que él y yo estábamos compartiendo. Después de la boda, solo se realizó un muy breve brindis (según él); sin embargo, para mí, fue una eternidad. Lo único que deseaba era salir de aquel lugar y correr sin parar; no obstante..., no podía hacerlo por más que quisiera. Salí de ese burdel, una boca del lobo, para caer en las garras de uno mucho peor. —¿A dónde vamos? —pregunto con neutralidad; y él me mira por breves segundos y luego..., luego solo me ignora y regresa su atención a su celular—. ¿A dónde vamos? —exijo; y aquello provoca que él guarde su celular, cruce sus piernas, extienda sus brazos sobre el fino respaldar de su asiento y, finalmente, me mire fijamente. —Te gusta hacer muchas preguntas —precisa algo fastidiado. —Fue la misma. ¿A dónde vamos? —No tengo por qué responderte... —Debes hacerlo... —Cuida la manera en la que te diriges a m
* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * * —¿Qué harás ahora? —No lo sé. No quiero volver a esa casa, si lo que me espera es esa exasperante mujer —me quejo; y mi socio y amigo se ríe—. Ya te lo dije una vez, Ramsés, y te lo diré ahora, pero no quiero volver a repetirlo. DEJA DE BURLARTE —demando, pero en lugar de que se callara, se ríe más. —Ay, Bayá. Hoy sí que me he divertido contigo... —continúa riéndose—. Cómo me habría encantado estar en tu boda... —Tenías asuntos más importantes que hacer —aclaro serio. —De no ser por que tú eres el jefe, yo habría decidido quedarme a acompañar a mi MEJOR amigo en el momento más especial de su vida —añade jocoso. —YA DEJA EL JUEGO —ordeno molesto. —Ya, tranquilízate, hombre. Es solo diversión. —No me gusta la diversión —aclaro —¿En serio? No lo sabía —responde con sarcasmo—. Creo que, si no me lo decías, no me habría dado cuenta. —YA, RAMSÉS —repito con mayor mal humor. —Vale, vale, está bien, pero relájate, jefe —me pide divertido; y
* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * * —¡AAAGGGGGHHHH! —me enfado y tiro el celular, terminando así por destrozarlo. —BAYÁ, TRANQUILÍZATE —demanda Ramsés. —¡¿Tranquilizarme?! ¡¿Tranquilizarme?! ¡¿Cómo pretendes que haga eso?! —¡BAYÁ! SI SIGUES ASÍ DE DESESPERADO, NO LOGRARÁS NADA. ¡DEBES TRANQUILIZARTE PARA PENSAR! —ordena; y debía admitir que tenía razón. —Vale..., vale —pronuncio al intentarlo. —Bien, así..., está bien. Tranquilízate y actuemos. Tú eres el jefe, tú mandas, pero ahora yo podría... —NO. Este asunto es mío. Ella quiere hablar conmigo. —¿Irás a donde te citó? —cuestiona serio; y yo niego con la cabeza. —JAMÁS HARÍA ESO —aclaro muy firme al mirarlo fijamente. —¿Entonces? —Entonces..., pretendo hacerle una visita sorpresa... —Bayá, recuerda que tu esposa está ahí. —LO SÉ. Y es por ella que lo haré —respondo al terminar de abrir la puerta d emi auto y subirme en él. —Bayá —escucho a mi amigo, al tiempo en que veo cómo toma el asiento de copiloto—, tu espos
* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * * —Otro día más —susurro al salir de mi habitación, con portafolio en mano, para dirigirme a mi comedor para desayunar. —Señor, buen día — saluda mi mayordomo cuando me ve. —¿Cómo se está comportando? —La señora ha estado tranquila, señor —¿Sigue durmiendo? —pregunto serio al dirigirme al comedor—. No la he escuchado gritar —señalo algo sorprendido, pues lo que había venido haciendo los últimos días. —Sí, señor. Ayer la seño... —No digas nada. No me importa lo que haga la mujer. Con que se quede callada, me doy por servido —expreso sincero—. Hoy solo tomaré un jugo y una fruta, quiten todo lo demás que hayan puesto en la... —me quedo completamente en silencio, de manera imprevista, cuando llego al comedor y veo una mesa perfectamente servida, decorada y repleta de... muchos platos. Sin embargo, lo que había robado mi atención, más allá de la mesa, era... ella «¿Qué hacía ella aquí?» «¿Querrá presumirme su desayuno y devorarlo frente a
* * * * * * * * * Merlí * * * * * * * * * * —Me estás lastimando. Suéltame por favor —le pido al forcejear con él, pero no me lo permite. —Camina y deja de comportarte como una niña. —No me comporto como una niña. Si te digo que me sueltes es porque, de verdad, me estás lastimando —preciso muy seria, pero aquel no tiene contemplación alguna—. YA, SUÉLTAME... —Cuida el tono con que me hablas, que no estoy de humor como para escucharlo. —¡Suéltame! —¡Camina! —Mi brazo me está doliendo... —me quejo, pero no me hace caso. Él continúa llevándome del brazo hasta que por fin llegamos a su auto y me suelta de manera abrupta. —Vamos. Sube de una vez... —Yo no puedo ir aquí. Necesito regresar a la camioneta. Cassandra está ahí. —Mis hombres se encargarán de llevarla a su casa. ¡Sube! —exclama algo exasperado. —¡Que no! Que yo necesito ir con ella —me opongo muy firme al mirarlo fijamente; y él parece molestarse mucho más con mi respuesta. —SUBE DE UNA VEZ —pronuncia tratando de cont