Hola, queridas lectoras... se vienen muchos acontecimientos ¿preparadas?
Cuando estoy delante de mi mamá, la sensación que experimento es inexplicable. He visto a esta mujer miles de veces, he tenido su rostro delante del mío muchas veces desde que tengo uso de razón, he visto sus ojos marrones puestos en mí. Pero es la primera vez que al verla, siento como si estuviese mirando un espejo.Mi mamá y yo somos tan parecidas que probablemente eso es lo que hace que seamos tan incompatibles. Ella es testaruda, independiente, no le gusta que le lleven la contraria. Obviamente, hay diferencias. Yo nunca le echaría nada en caro a ella, ni me avergonzaríapor lo que haya hecho o no. Pero en cuanto al físico, la diferencia son los veinticinco años. Su cabello es del mismo castaño del mío, sus ojos son tan marrones como los míos, sucuerpo también es menudo «No había apreciado el parecido entre nosotras hasta ahora»
—¡Hey!— Exclamo al darle un golpecito en el brazo —Yo no era ninguna adolescente cachonda ¿vale?— Le refuto, aunque tener las paredes de mi habitación cubierta con fotos de actores atléticos, no me hace quedar muy bien —Simplemente tengo buen gusto.Esbozo una sonrisa y me inclino hacia él para darle un beso en los labios.—Cómo es que tu mamá te dejó poner todas esas fotos de hombres con cara de querer tirarse a alguien — Yo suelto una carcajada cuando el dice esas últimas palabras —¿Sabes que me preguntó cuando fuiste a buscar el postre? ¿Qué si mi mamá ha visto todas mis películas?— Responde enseguida —Si ella fuese mi mamá no le gustaría tener que verme desnudo.—¡Patrick Connelly!— Exclamo fingiendo estar sorprendida —¿has salido desnudo en alguna pel&
—Lisa, por favor, dime que es una broma... No— Las palabras de me traban a medida de que las lágrimas de acumulan en la ojos.—Camila ¿qué sucede?— Escucho la voz de Patrick, pero parece como si estuviera distante, no justo a mi lado.—¡Soy una estúpida! ¡Soy una tonta!— Se reprocha Lisa una y otra vez.—Lisa, por favor, dime cómo pasó— Le pregunto, mientras, escucho que Patrick insiste en saber qué pasa. Me siento simplemente abrumada.—Yo... Estábamos jugando en el jardín, igual que todo los días. Yo lancé el freesby y ella salió corriendo a buscarlo. De repente pasaron cinco minutos y vi qué no volvía, pasaron cinco minutos más y decidí que era mucho tiempo. Así que salí a buscarla y...— Se detiene para reprimir el llanto — Simplemente no esta
Gracias al cielo esto es Malibu y no Los Ángeles, porque entonces esos cinco minutos de los que fui advertida, se convertirían en una larga e infinita hora atascada en el tráfico. Tan pronto colgué la llamada, ascendí la velocidad. No me importa si la policía me pilla, al darles mi nombre sabrán quien soy, sabrán que ahora mismo no soy más que una madre desesperada por encontrar a su hija.El semáforo antes del muelle de torna rojo antes de cruzar. «Miierda y mil veces mujeres» exclamo mientras golpeo el volante.—Vamos...— Mascullo entre dientes como si así, por arte de magia, el semáforo fuera a cambiar de color.Me toca esperar un par de segundos más, cuando la luz verde vuelve a iluminarse después de lo que me ha parecido la espera más larga de mi vida, apoyo mi mano en la palanca de cambios y acelero hasta que logró
—Dime algo ¿en ese medio toda la gente está así de loca?— Pregunta Josie al otro lado de la línea.La noticia de la detención de Cassie se esparció como la pólvora. Creo que no hay un medio de comunicación que no haya reseñado como Cassie Baker secuestró a una menor de edad. Claro, las noticias no dicen eso, los títulos en general han sido más o menos asi: "Cassie Baker secuestró a la hija de Camila Martin" o " Cassie Baker, ex esposa de Lara Baker, secuestró a la hija de Patrick Connelly", sólo aclaran que no es su hija -ni biológica o legal- cuando lees la noticia. Pero sólo así pueden conseguir unas cuantas vistas extras.—No, no todo el mundo. La mayoría de los que yo conozco, sí— Pronuncio con desdén aunque intento mantener un tono jocoso.La verdad es que estoy feliz. Que sí, que e
En unas pocas horas estaremos en Grecia. Por fin. Sé que al comienzo, cuando me enteré de que Lars formaría parte de este proyecto, me parecía que las cosas irían fatal. Él, Patrick, yo, todos juntos en una ciudad pequeña y recóndita, parecía una mala idea. Bueno, seré frontal: era una terrible idea, por donde se viera.Pero después de todo lo que ha pasado y teniendo en cuenta que Mia, Lisa y yo estaremos en Atenas, a horas de Lars, siento que este viaje es la oportunidad perfecta para comenzar de nuevo. Tal vez siga los pasos de Lisa y aproveche mi estadía en tierras griegas para tomarme un respiro de todo y de todos. Especialmente de todos. Menos de mi hermosa princesa, mi hija que duerme entre mis brazos ahora mismo.—Oh, Camila. Recuerda esos momentos— Me susurra Lisa mientras señala a mi hija —En un abrir y cerrar de ojos crecen. Y créeme, ya nada s
—Disculpa que no nos hayamos podido reunir en Santorini — Le digo a Bertha, tan pronto aparece delante de mí, en el restaurante del hotel donde acordamos reunirnos.—No, nada de eso, Camila— Me dice mientras toma asiento delante de mí —Odio esa manía que se les inculca a las mujeres por pedir perdón cuando no han hecho nada malo— Levanta su mano y ella misma se encarga de llamar a uno de los meseros —Si fueses un hombre y me dices que no estás en Santorini, que estas en Atenas y por consiguiente nos tenemos que reunir aquí, al verme llegar no me habrías dado tus disculpas por hacerme venir hasta acá.Escuchar hablar a Bertha es como sesión terapéutica, es como una clase para aprender a hacer la jefa. No mide más que yo, pero lo que carece en estatura, le sobra en temple. Y en genialidad. Después de aquella conversación que tuvimos, busqu&
Siete horas antes.Alguien llama a la puerta de la habitación. Miro a Mia con una expresión de sorpresa. El desayuno acaba de arribar,una sorpresa a decir verdad, no esperamos a Lisa hasta eso de las diez. Resulta que mi suegra está teniendo problemas para acostumbrarse al horario y, tal como nos lo ha hecho saber, se acuesta y se despierta más tarde de lo que debería.—¿Puedo abrir?— Me pregunta Mía mientras mastica un enorme bocado de panqueques con mermelada de durazno.—Absolutamente, no. Yo lo hago — Pronuncio poniéndome de pie. Camino hasta la puerta y al abrirla me encuentro con la sorpresa de que es Jon.—Ah, hola, Camila— Me dice con cierto recelo.Resulta que el mismo día que ocurrió lo de Mia, cuando él vino a casa para apoyar a Lisa -que también la estaba pasando fatal- antes de irse &ea