En unas pocas horas estaremos en Grecia. Por fin. Sé que al comienzo, cuando me enteré de que Lars formaría parte de este proyecto, me parecía que las cosas irían fatal. Él, Patrick, yo, todos juntos en una ciudad pequeña y recóndita, parecía una mala idea. Bueno, seré frontal: era una terrible idea, por donde se viera.
Pero después de todo lo que ha pasado y teniendo en cuenta que Mia, Lisa y yo estaremos en Atenas, a horas de Lars, siento que este viaje es la oportunidad perfecta para comenzar de nuevo. Tal vez siga los pasos de Lisa y aproveche mi estadía en tierras griegas para tomarme un respiro de todo y de todos. Especialmente de todos. Menos de mi hermosa princesa, mi hija que duerme entre mis brazos ahora mismo.
—Oh, Camila. Recuerda esos momentos— Me susurra Lisa mientras señala a mi hija —En un abrir y cerrar de ojos crecen. Y créeme, ya nada s
—Disculpa que no nos hayamos podido reunir en Santorini — Le digo a Bertha, tan pronto aparece delante de mí, en el restaurante del hotel donde acordamos reunirnos.—No, nada de eso, Camila— Me dice mientras toma asiento delante de mí —Odio esa manía que se les inculca a las mujeres por pedir perdón cuando no han hecho nada malo— Levanta su mano y ella misma se encarga de llamar a uno de los meseros —Si fueses un hombre y me dices que no estás en Santorini, que estas en Atenas y por consiguiente nos tenemos que reunir aquí, al verme llegar no me habrías dado tus disculpas por hacerme venir hasta acá.Escuchar hablar a Bertha es como sesión terapéutica, es como una clase para aprender a hacer la jefa. No mide más que yo, pero lo que carece en estatura, le sobra en temple. Y en genialidad. Después de aquella conversación que tuvimos, busqu&
Siete horas antes.Alguien llama a la puerta de la habitación. Miro a Mia con una expresión de sorpresa. El desayuno acaba de arribar,una sorpresa a decir verdad, no esperamos a Lisa hasta eso de las diez. Resulta que mi suegra está teniendo problemas para acostumbrarse al horario y, tal como nos lo ha hecho saber, se acuesta y se despierta más tarde de lo que debería.—¿Puedo abrir?— Me pregunta Mía mientras mastica un enorme bocado de panqueques con mermelada de durazno.—Absolutamente, no. Yo lo hago — Pronuncio poniéndome de pie. Camino hasta la puerta y al abrirla me encuentro con la sorpresa de que es Jon.—Ah, hola, Camila— Me dice con cierto recelo.Resulta que el mismo día que ocurrió lo de Mia, cuando él vino a casa para apoyar a Lisa -que también la estaba pasando fatal- antes de irse &ea
Lo observo por un instante, con aberración, es que no encuentro otra forma de plasmar mi mirada en él. Cuando lo veo a los ojos, es retroceder el tiempo a los díasmas espantosos de mi vida, días que fueron los mejores hasta que el los destruyó.—¿De verdad piensas que voy a dejar que vengas a decir mentiras sobre Patrick?— Espeto mientras sacudo mi cabeza.Es que es insólito el hecho de que piense que, después de todo lo que ha ocurrido -antes y ahora - voy a creer una de sus palabras.—La cuestión es esa, Camila— Dice con una serenidad qué encrispa mi piel —No son mentiras y por eso debes saberlo.—Lars ¿qué demonios?— Suelto mientras lo fulmina con la mirada, alucino al escuchar su voz y el tono con el que se está dirigiendo a mí —¿Te estás escuchando?— Suelto, aunque inmediatamente a
Intento no ser tan paranoica. Es un viaje de ida y vuelta, le contaré a Patrick lo que pasó y nada más.«No, Camila. Sabes muy bien que no es sólo eso» me grita una voz dentro de mi cabeza.No voy a dejar que Lars juegue conmigo. Me dijo puras mentiras y yo no le he creído ninguna.«Entonces ¿por qué estás aquí?». Dejo escapar un grito contra la almohada que sostengo entre mis manos, sobre mi regazo, sólo así puedo hacerle frente a mi paranoia.Tomo una bocanada de aire, hago mi mejor intento por concentrarme en la televisión. Llamé a Patrick hace casi tres horas, le dije que iba a saliendo a Santorini, que quería hablar con él. Lo tomé por sorpresa, como es evidente ya que acordamos que yo estaría en el mismo lugar que estaríaLars. Me preguntó que si ocurría algo malo,
Lo odio, odio con todas mis fuerzasporlo que me ha hecho, los secretos que me ocultó, las mentiras qué me dijo. Y odio que a pesar de todo eso, a pesar de esta rabia que me presiona el pecho aún lo sigo amando. Eso también me resulta doloroso: la traición. Yo fui honesta con él, bajé mi defensa y me mostré tal cual, vulnerable. Le conté lo que había estado ocultando durante años. Y el me pagó con más mentiras.Corro literalmente hasta el elevador, espero que se abran las puertas y me meto en esa enorme caja metálica, presionoel botón haciendo que se detenga y proceso a tirarme en el suelo. A llorar. Serán solo cinco minutos, cinco minutos en la soledad donde me puedo permitir ser yo, ser esta versión que dio todo lo que tenía y recibió un puñado de mentiras a cambio."Sólo verdades a partir de aho
No tengo motivos para sentir remordimiento por dejar a Lisa aquí. Ella llegó con nosotros pero ahora está Jon con ella y, tal como ella misma nos dijo, "parece una segunda luna de miel", así que está feliz de estar aquí y da igual si mi hija y yo partimos hoy mismo. Por otra parte, quien no se lo está tomando muy bien es precisamente Mia. La idea de irnos tan pronto, de una forma tan abrupta, la tomo por sorpresa y no parece ser de su agrado.Desde que despertó esta mañana y le dije que tomará una ducha rápida para desayunar porque nos íbamos -tenemos que estar en dos horas en el aeropuerto no le ha hecho mucha gracia.Me ha dado cuenta que a Miale cuesta adaptarse a los cambios imprevistos. Llegamos aquí porque el plan era quedarnos todo diciembre, así que descubrir que nos vamos a la semana de haber llegado, la sacado de su zona de confort.—&
Me siento tan extraña al retornar a Depravity. La primera vez que recorrí las inmensas instalaciones de este estudio fue hace un par de meses, yo no era más que la asistente de Patrick y su novia -y prometida. Aquello fue hace sólo unos meses pero yo siento que fue hace muchos años. Para aquel entonces empezaba a notar indicios de quesentía algo más por él «¿a quién engañas, Camila?» No eran indicios, simplemente yo me empeñaba en ver a otro lado. Me daba temor admitir que me gustaba para acabar con el corazón roto. Pues tenía miedo de aceptar lo que sentía, porque aquí estoy con la moral y el corazón hecho pedazos.Pero como diría mi padre "No hay mal que dure mil años" y este proyecto ha llegado a mí en el momento preciso. Lo que me ha hecho Patrick me ha servido para aprender a no bajar la guardia ni
—¡¿Cuánto tiempo falta?!— Me pregunta Mia, pasando ambas manos por su rostro, dejando las caer desde la frente hasta su barbilla, completamente exagerada.—Según el horario qué tengo, quince minutos— Respondocon calma, intentando no reír ante su exasperación.—¿¡Quince minutos!?— Repite como si le acabase de decir que debemos esperar tres horas más.Mía ha estado muy expectante con el tema de conocer a sus abuelos pero las últimas veinticuatro horas han sido más... Intensas.—¿Crees que me van a querer?— Me preguntó al menos tres veces en el transcurso de la mañana.—Mia, te van a amar. Es más, ya lo hacen— Le respondí la última vez que me lo preguntó y ella intentó refutarme.—¿Cómo me van a querer ya si no me con