Pongo mi mano sobre la pesada reja e inclinó todo mi cuerpo hacia un lado para conseguir moverla. Por culpa de Patrick estoy llegando tarde, espero que Josie no se moleste. Mientras subo las escaleras, me las arreglo para sacar las llaves de mi cartera mientras que en la otra sostengo una bolsa de compras. En el trayecto al apartamento, saludo a algunos vecinos que bajan de prisa las escaleras, para salir a sus trabajos.
Cuando me detengo en el apartamento de Josie, llamó a su puerta con dos golpes sonoros. Espero a que me abra hasta que la veo asomarse, lleva puesto la camisa y el pantalón de su uniforme y está hablando por teléfono, con un gesto con su mano me indica que pase al interior. Allí veo a mi pequeña Mia, sentada en la sala frente al televisor, junto a Eddie, Peter y Karen.
—Hola— Susurro y a pesar del fuerte volumen de la televisión, Mia reconoce mi voz, se gira para verme y sale corriendo hasta mí.
—¡Mami!— Exclama con la misma emoción de todos los días. Yo me agacho, y rodeo a mi pequeña con un brazo. Con el otro, intento sostener aún las bolsas que traigo.
Mia pasa sus pequeñas manitos sobre mi cuello, yo la sostengo con el brazo y la tomo en peso mientras me dirijo hacia Karen, quien está sentada en el único sofá que hay en la sala.
—Gracias— Le digo moviendo mis labios de forma inaudible, luego añado un: —Lo siento— Quiero disculparme por haber llegado tarde.
Karen mueve su mano, restando importancia a mi impuntualidad. Realmente tengo suerte de tenerlos como vecinos. En ese instante, entra Josie a la sala, está colocándose el blazer del uniforme.
—Perdón, estaba hablando con mi mamá. Quiere que vayamos a casa tan pronto salga de vacaciones — «Oh, oh» Si Josie y su familia se van de viaje ¿quién cuidará de Mia mientras trabaje?
Vale, no quiero ser egoísta. No debería ser ese mi primer pensamiento, debería estar feliz por Jodie, sé que en el pasado tuvo algunos altercados con su mamá y que la invite a pasar las vacaciones con ella, es una buena señal. Me gustaría preguntarle si piensa que su mamá está tratando de limar asperezas con ella pero me abstengo, no sé exactamente cuanto saben Karen, Peter y Eddie sobre los altercados entre Josie y su mamá. Además, ya la mujer va tarde al trabajo por mi culpa, apuesto a que lo que menos desea ahora es cotillear conmigo.
—No te preocupes, Josie. Perdóname, tú. Quise llegar antes pero... se me presentó un inconveniente en el trabajo— Un inconveniente llamado Patrick Connelly.
—Oh, Dios mío ¿todo bien?— A lo largo de estos años, sólo he llegado tarde en tres ocasiones -cuatro con la de hoy- y todas las anteriores han sido porque alguna riña se ha formado en el bar, ha llegado la policía y, por supuesto, me ha tocado esperar hasta que todo quede solucionado.
—Todo bien, no ha sido nada grave— Hago una pausa y extiendo una mano hacia ella —He traído croissants para todos.
«Croissants» palabra mágica. Desde que llegué, es la primera vez que Peter y Eddie apartan la vista de la televisión. Los dos saltan del suelo y caminan hasta Josie quien sostiene la bolsa con los dulces.
—¡Yo quiero uno!— Pronuncia Peter, el menor de los dos.
Cuando llegué al edificio, conocía a nadie. Alquilé un apartamento aquí porque era lo más barato, definitivamente no porque era el mejor. El mismo día que llegué, aún embarazada y mientras traía los pocos trastes que tenía, coincidí con Josie en el pasillo, ella traía un bebé en brazos. Así que automáticamente empezamos a hablar del niño, como era lidiar con los primeros días después del nacimiento y, evidentemente, como yo era primeriza sentí mucha curiosidad. Ella me dijo que Peter, ese pequeño niño que traía en brazos, era su tercero. Entramos en confianza rápido, más o menos, cuando me tocó dar a luz ella fue la única que estuvo allí para mí. Y cuando empecé a trabajar en el bar, lo hice porque ella misma se ofreció a cuidar de Mia por las noches "Si puedo con tres, puedo con cuatro", recuerdo que me dijo "además, tengo a Karen que ya está grande, ella me puede ayudar y estoy segura que estará encantada de hacerlo".
Josie es unos diez años mayor que yo y un poco más bajita, es de tes blanca y cabello negro, espeso y rizado y tiene rasgos muy marcados, lo que hace que su belleza sea un tanto exótica. No habla mucho de su familia pero creo que son de dinero, y cuando ella se enamoró del padre de sus hijos, estos no vieron la relación con buenos ojos y se fue de casa. Salió embarazada de Karen, luego se dejó de su pareja, volvió con él; una vez más decidieron intentarlo, tuvo a Eddie, después terminaron, volvieron y tuvo a Peter. Se dejaron nuevamente. Ella dice que está vez si es para siempre y creo que es verdad porque en los seis años que llevo viviendo aquí, nunca se ha dejado ver por estos lados. Josie trabaja en un banco, en un horario normal, por lo que de noche, puede cuidar a Mia. De día, yo cuido a Peter mientras Karen y Eddie van a la escuela, pero como ahorita es verano, ellos se quedan a cuidar a su hermano.
—Tienes suerte de que Mia sea una niña muy tranquila, nada que ver con la personalidad de este pequeño huracán— Bromea mientras le entrega el croissant a Peter. Luego rie y se inclina para darle un beso en la frente —Pero es mi huracán favorito ¿a qué sí? Toma— Extiende la bolsa hacia Karen, después de sacar otro croissant —Me llevo el mío para comermelo de camino al trabajo.
Karen toma la bolsa y se desaparece hasta la cocina. Yo aprovecho su ausencia y el hecho de que los niños estén entretenidos con el televisor y le pregunto:
—¿Van mejor las cosas con tu mamá?
—Eso parece— Cuando Karen regresa, Josie cambia súbitamente el tema lo que me hace pensar que hice bien al no preguntar nada delante de ella —Bueno, ya me voy. Tengo que fabricar un par de alas si quiero llegar temprano.
—Me voy contigo— Empiezo a caminar con Mia en brazos luego de despedirme de los chicos.
—Ya Mía desayuno— Me indica Josie —También la bañé— Yo asiento —Nos vemos a la tarde ¿vale?
Josie camina hacia las escaleras y yo camino hasta el final del pasillo donde está mi apartamento.
Este edificio no es suntuoso, de hecho, es bastante terrible. Los pasillos tienen bombillas amarillas por lo que son bastante tenues y no hay aire acondicionado central, por lo que siempre son muy calurosos. Tampoco hay elevador pero eso es lo de menos, apenas tiene cinco pisos. Sin embargo, tengo que conformarme con ello. Por ahora.
No me puedo creer que en todo el trayecto de vuelta a casa, realmente pensé en la oferta que me hizo Patrick. Es un disparate, pretender ser la esposa de alguien, es un soberano disparate, pero vivir en un lugar como este, trabajar de noche y de madrugada, y perderme gratos momentos de mi pequeña también lo es. Al menos lo sería si lo sigo haciendo sabiendo que podría darle un mejor futuro.
Como todos los días, enciendo el televisor de la sala, la dejo en el sofá mientras tomo una ducha rápida. Cuando salgo, con mi bata de baño, le digo que me acompañe a la cocina. Ella se sienta en una de las mesas de la cocina mientras yo preparo café para desayunar.
—¿Quieres comer algo?
—No, mami. Josie hizo panqueques— Me responde —Me comí dos.
—¡¿Dos?!— Respondo con asombro —Así me gusta, tienes que comer para que crezcas y seas una niña fuerte, grande y más hernosa— Ella ríe y yo sonrío al verla siendo feliz. Eso me hace pensar que todos los sacrificios que he hecho y que seguiré haciendo, valdrán la pena —¿Quieres una banana?— Después de un segundo, asiente. Tomo una banana de la cesta en la mesa del comedor y me siento a su lado.
Después de desayunar le pregunto si quiere venir a acostarse un rato conmigo, estoy exhausta. Normalmente suelo dormir un rato en el transporte público pero pensando en lo que me ha dicho Patrick, no tuve tiempo.
Me voy a la cama con ella y me acuesto, Mia se acomoda a mi lado y su bracito lo acomoda sobre mi pecho. Yo la rodeo con un brazo, con la mano desocupada tomo mi celular y hago lo que evidentemente no debí hacer. Lo que no he hecho en muchos años: abro el navegador para buscar a Patrick Connelly.
"Patrick Connelly podría ser despedido de su próximo proyecto" anuncia un titular, entonces sigo leyendo:
"El mes de abril, mientras Patrick Connelly rodaba su más reciente proyecto, 'El Imperio del Sol', hubo rumores de un posible romance con su co-protagonista Mindy Tally. Ambos actores desmintieron la información pero una semana después se filtraron unas fotos besándose en un bar cerca del set de rodaje. Su esposa, la también actriz Valery Connelly se había negado a dar cualquier tipo de declaraciones, sin embargo, días después de la filtración de la foto, se dio a conocer que el actor, había contratado los servicios de una dama de compañía en Budapest, donde se encontraba trabajando. Finalmente, Valery comunicó que ella y el actor de estaban divorciando porque 'ella no puede soportar la vida desenfrenada' que él estaba llevando. Eso, junto a los rumores de que el actor se la pasa de fiesta en fiesta y conquista en conquista, parece ser el detonante para que los productores de 'Un Verano en Italia' estén pensando en prescindir del contrato con el actor. Recordemos que Patrick Connelly empezó en papeles secundarios en la televisión y saltó a la fama gracias a su protagonico en Capitán Fantástico. Desde entonces ha protagonizado las cintas más taquilleras y hoy amasa una fortuna de más de trescientos dólares".
—Madre Santa— Exclamo y Mia dirige su vista al celular.
—¡Mira, Capitán Fantástico!— Dice en cuanto ve una foto de Patrick en la pantalla.
Lamento decir que mi hija puede ser una gran fan de Patrick. Hoy, antes de irse del bar intercambiamos números de teléfono, en caso de que tuviera una respuesta. Y creo tenerla. Así que le envío un mensaje.
Yo: Nos vemos esta noche fuera del bar. A las 6. Sé puntual.
Hace seis años. Los ojos del profesor Julian eligieron posarse sobre los míos mientras sus manos de movían lentamente en forma de aplausos. —Esto es actuación— Sonrió con amplitud y repitió: —Esto es actuación — Su mano izquierda señaló en mi dirección y la derecha hacia Patrick. El profesor Julian caminó hacia el borde del teatro, dejándonos a Patrick y a mí detrás, en la sombra, en el lugar perfecto donde pude sacarle la lengua sin ser vista, donde el masculló algo como "púdrete" sin ser visto. Mientras tanto, el profesor Julian seguía hablando hacia el resto de nuestros compañeros, que estaban esparcidos por las butacas. —Cuando la gente piensa en actuación, piensa en mentir, en fingir. Creen que los actores son una panda de mentirosos que se ganan la vida pretendiendo ser lo que no son ¿y saben qué? Es cierto— Hay risas entre los estudiantes —Pero para ser el mejor actor, hay que sentir pasión por lo que se hace y ustedes— Se giró hacia Patrick y hacía mí —Ustedes la tienen. Ta
Cuando Josie abre la puerta de su apartamento, dirige la mirada a Mia, quien se aferra a mi mano mientras esperamos en el pasillo.—¿Dónde está la niña más hermosa de este edificio? Qué digo de este edificio, del mundo.Mia esboza una sonrisa y se aferra a mi pierna, lo hace con una expresión divertida.—Gracias por cuidarla una hora antes hoy— Le digo. Ya le había escrito temprano preguntándole si podía hacerme el favor de quedarse con Mia desde las cinco y media, ya que normalmente salgo de casa a las seis y media —Tengo que...— «No tengo una excusa valedera así que...» —Tengo una entrevista de trabajo.—¿De noche?— Me cuestiona mi amiga —¿Acaso...?— Alza las cejas de forma sugerente y yo sacudo la cabeza.—¡No! Josie, no— Digo sorprendida ante su loca conclusión —No es ese tipo de trabajo ¿vale? Es algo más serio.Técnicamente sí es una entrevista de trabajo, ya que dependiendo de lo que conversemos hoy Patrick y yo, tal vez, pueda empezar en otro empleo. El que me ha ofrecido.—¡K
Una mujer en sus cuarenta, alta y corpulenta se acerca a nosotros, trae un delantal y gorra blanca, y una libreta y lápiz en manos.—Buenas noches, bienvenidos a Paco's ¿qué podemos..?— Cuando me doy cuenta que la mujer ha dejado la frase a medias, aparto mi vista del menú que sostengo entre mis manos, me doy cuenta que está viendo a Patrick. Él también alza la vista y la dirige hacia la mujer —¿Eres..?—Si su cara se le hace familiar es porque salió ayer en las noticias— Me adelanto a decir —¿John... Kiru? Apuesto a que escuchó de él. Es un ex-convicto. Salió ayer de la cárcel. Estuvo preso por... Mantener relaciones en público con... Un hombre mayor que él— La mujer me mira perpleja, como si no estuviese hablando su mismo idioma —Es mi hermano— Aclaro.No sé si la mujer me ha creído,
Mientras traspaso la entrada del bar, veo la hora en mi celular «miércoles» llego seis minutos tarde. Literalmente corro hasta la barra, tiro mi bolsa debajo del mostrador y del cajón saco mi delantal.—No te preocupes, le he dicho a Dante que estabas en el baño— Me dice Oba, mi compañero de trabajo.—Gracias— Le susurro —Se me presentó un percance.En todo el tiempo que llevo trabajando aquí, siempre hemos sido dos en la barra, la única forma de darnos basto. Cuando llegué, vi partir a Paula quien fue mi compañera por casi un año, y desde ese momento, he visto ir y venir al menos a medio docena de personas, la mayoría son jóvenes universitarios que vienen a reunir algo de dinero aquí antes de graduarse, de hacer pasantías o simplemente de hacer algo mejor.Oba fue el último en llegar, tiene casi siete
Tomo una bocanada de aire para aminorar mi exasperación y también para incrementar mi paciencia. Cuando accedí a casarme con este troglodita no tenía esto en mente, no me imaginé que en nuestro primerdía del plan iba a tocar jugar a ser enfermera ¿o debería decir niñera? ¿o un poco de ambos? No cabe duda de que Patrick se está comportando de una forma inmadura pero un niño mostraría más compostura.Cerca de mí, incluso sobre el ruido de la música, escucho un grito ahogado. Cuando alzo la mirada, veo a Oba con la boca entre abierta y los ojos como si estuviesen a punto de abandonar sus órbitas.—¿Es ese...?— Me pregunta cuando señala a Patrick que está de espaldas a él.—Es nadie— Repongo mientras le interrumpo, lo último, realmente lo último que deseo ahora mismo es que la g
Me deslizo sobre el asiento de cuero del vehículo y la suavidad del asiento hace que me mueva a gusto sobre el mismo. El coche es una pasada, es un deportivo descapotable negro, con asientos de mismo color, son muy amplios, me siento diminuta en este y aún así también me siento cómoda.—Te odio, Patrick Connelly— Le espeto al hombre que está sentado a mi lado. Él sonríe aunque tengo la sensación que no me ha escuchado realmente.«¿Es consciente de lo privilegiado que es?» Mientras otros tenemos que subir diariamente al transporte público, otros simplemente tienen que ir a pie, él tiene la dicha de subir a esta nave y fugarse hasta el fin del mundo si le diera la gana.—Yo también— Frunzo mi ceño porque no sé a que ha venido lo que ha dicho. Giro mi rostro y dice: —Yo también me odio— Entonces r&i
—Sí que eres un tonto desagradecido. Esto lo estoy haciendo por tu bien ¿y así me pagas?— Veo que él solo ríe y me suelta, lo que me hace pensar que la borrachera sigue ahí —Te vas a quedar allí, debajo del agua, hasta que logres pensar cómo y por qué terminaste aquí— Entre cierro mis ojos, fulminándolo con la mirada y paso ambas manos para quitar el agua.Salgo de la ducha y ruedo la cortina, me quito los zapatos y seco mis pies en la alfombra. Camino hasta el cuarto y del pequeño armario tomo una toalla para secarme «el muy idiota me dejó completamente mojada». Rabiando de tanta furia, me deshago de la ropa y la dejo en el suelo, tomo una camiseta holgada y me la coloco antes de salir de la habitación. No tengo donde colocar la ropa mojada, así que se quedar a en una de las sillas del comedor hasta que se seque y pueda sumar la a la pila de ropa sucia.Mi apartamento es, obviamente, diminuto. Mi sueldo no me alcanza para pagar un lugar con más de una habitación, así que una vez que
Patrick suelta un bostezo y se deja caer hacia adelante, apoyando su rostro sobre el brazo que acaba de dejar caer sobre la mesa. Yo lo miro con el entrecejo arrugado, extrañada ante el rumbo que está tomando la situación. Ya está sobrio, o al menos consciente, así que es hora de que vaya yéndose, no de que se acomode a ¿dormir? Toco su brazo, haciendo que levante su mirada hacia mí y como si acabara de adivinar lo que estoy pensando, dice: —Dame cinco minutos, Camila. Cinco. Necesito...— Esperaba que me dijese algo así como «descansar», pero en cambio suelta: —Siento como si un tranvía me ha atropellado. Bueno, me cuesta reconocer esto pero lo comprendo. El subidón que puede dar un buen trago es maravilloso pero cuando el efecto queda atrás, se asoman los efectos colaterales: dolor de cabeza y muscular son los más comunes. Yo paso mis dedos por mi frente «odio esto, odio esta sensación incontrolable de querer ayudarlo», lo peor es que ni siquiera sé por qué lo hago pero definitivame