Queridxs lectorxs, bienvenidxs. Oficialmente empezamos con las actualizaciones diarias por lo que resta de este mes. He escrito esta historia esperando que la disfruten, como siempre. Deseo también leer sus comentarios, saber sus opiniones, interectuar con todas las personas que han decidido darle una oportunidad a esta novela. Un abrazo.
Cuando Josie abre la puerta de su apartamento, dirige la mirada a Mia, quien se aferra a mi mano mientras esperamos en el pasillo.—¿Dónde está la niña más hermosa de este edificio? Qué digo de este edificio, del mundo.Mia esboza una sonrisa y se aferra a mi pierna, lo hace con una expresión divertida.—Gracias por cuidarla una hora antes hoy— Le digo. Ya le había escrito temprano preguntándole si podía hacerme el favor de quedarse con Mia desde las cinco y media, ya que normalmente salgo de casa a las seis y media —Tengo que...— «No tengo una excusa valedera así que...» —Tengo una entrevista de trabajo.—¿De noche?— Me cuestiona mi amiga —¿Acaso...?— Alza las cejas de forma sugerente y yo sacudo la cabeza.—¡No! Josie, no— Digo sorprendida ante su loca conclusión —No es ese tipo de trabajo ¿vale? Es algo más serio.Técnicamente sí es una entrevista de trabajo, ya que dependiendo de lo que conversemos hoy Patrick y yo, tal vez, pueda empezar en otro empleo. El que me ha ofrecido.—¡K
Una mujer en sus cuarenta, alta y corpulenta se acerca a nosotros, trae un delantal y gorra blanca, y una libreta y lápiz en manos.—Buenas noches, bienvenidos a Paco's ¿qué podemos..?— Cuando me doy cuenta que la mujer ha dejado la frase a medias, aparto mi vista del menú que sostengo entre mis manos, me doy cuenta que está viendo a Patrick. Él también alza la vista y la dirige hacia la mujer —¿Eres..?—Si su cara se le hace familiar es porque salió ayer en las noticias— Me adelanto a decir —¿John... Kiru? Apuesto a que escuchó de él. Es un ex-convicto. Salió ayer de la cárcel. Estuvo preso por... Mantener relaciones en público con... Un hombre mayor que él— La mujer me mira perpleja, como si no estuviese hablando su mismo idioma —Es mi hermano— Aclaro.No sé si la mujer me ha creído,
Mientras traspaso la entrada del bar, veo la hora en mi celular «miércoles» llego seis minutos tarde. Literalmente corro hasta la barra, tiro mi bolsa debajo del mostrador y del cajón saco mi delantal.—No te preocupes, le he dicho a Dante que estabas en el baño— Me dice Oba, mi compañero de trabajo.—Gracias— Le susurro —Se me presentó un percance.En todo el tiempo que llevo trabajando aquí, siempre hemos sido dos en la barra, la única forma de darnos basto. Cuando llegué, vi partir a Paula quien fue mi compañera por casi un año, y desde ese momento, he visto ir y venir al menos a medio docena de personas, la mayoría son jóvenes universitarios que vienen a reunir algo de dinero aquí antes de graduarse, de hacer pasantías o simplemente de hacer algo mejor.Oba fue el último en llegar, tiene casi siete
Tomo una bocanada de aire para aminorar mi exasperación y también para incrementar mi paciencia. Cuando accedí a casarme con este troglodita no tenía esto en mente, no me imaginé que en nuestro primerdía del plan iba a tocar jugar a ser enfermera ¿o debería decir niñera? ¿o un poco de ambos? No cabe duda de que Patrick se está comportando de una forma inmadura pero un niño mostraría más compostura.Cerca de mí, incluso sobre el ruido de la música, escucho un grito ahogado. Cuando alzo la mirada, veo a Oba con la boca entre abierta y los ojos como si estuviesen a punto de abandonar sus órbitas.—¿Es ese...?— Me pregunta cuando señala a Patrick que está de espaldas a él.—Es nadie— Repongo mientras le interrumpo, lo último, realmente lo último que deseo ahora mismo es que la g
Me deslizo sobre el asiento de cuero del vehículo y la suavidad del asiento hace que me mueva a gusto sobre el mismo. El coche es una pasada, es un deportivo descapotable negro, con asientos de mismo color, son muy amplios, me siento diminuta en este y aún así también me siento cómoda.—Te odio, Patrick Connelly— Le espeto al hombre que está sentado a mi lado. Él sonríe aunque tengo la sensación que no me ha escuchado realmente.«¿Es consciente de lo privilegiado que es?» Mientras otros tenemos que subir diariamente al transporte público, otros simplemente tienen que ir a pie, él tiene la dicha de subir a esta nave y fugarse hasta el fin del mundo si le diera la gana.—Yo también— Frunzo mi ceño porque no sé a que ha venido lo que ha dicho. Giro mi rostro y dice: —Yo también me odio— Entonces r&i
—Sí que eres un tonto desagradecido. Esto lo estoy haciendo por tu bien ¿y así me pagas?— Veo que él solo ríe y me suelta, lo que me hace pensar que la borrachera sigue ahí —Te vas a quedar allí, debajo del agua, hasta que logres pensar cómo y por qué terminaste aquí— Entre cierro mis ojos, fulminándolo con la mirada y paso ambas manos para quitar el agua.Salgo de la ducha y ruedo la cortina, me quito los zapatos y seco mis pies en la alfombra. Camino hasta el cuarto y del pequeño armario tomo una toalla para secarme «el muy idiota me dejó completamente mojada». Rabiando de tanta furia, me deshago de la ropa y la dejo en el suelo, tomo una camiseta holgada y me la coloco antes de salir de la habitación. No tengo donde colocar la ropa mojada, así que se quedar a en una de las sillas del comedor hasta que se seque y pueda sumar la a la pila de ropa sucia.Mi apartamento es, obviamente, diminuto. Mi sueldo no me alcanza para pagar un lugar con más de una habitación, así que una vez que
Patrick suelta un bostezo y se deja caer hacia adelante, apoyando su rostro sobre el brazo que acaba de dejar caer sobre la mesa. Yo lo miro con el entrecejo arrugado, extrañada ante el rumbo que está tomando la situación. Ya está sobrio, o al menos consciente, así que es hora de que vaya yéndose, no de que se acomode a ¿dormir? Toco su brazo, haciendo que levante su mirada hacia mí y como si acabara de adivinar lo que estoy pensando, dice: —Dame cinco minutos, Camila. Cinco. Necesito...— Esperaba que me dijese algo así como «descansar», pero en cambio suelta: —Siento como si un tranvía me ha atropellado. Bueno, me cuesta reconocer esto pero lo comprendo. El subidón que puede dar un buen trago es maravilloso pero cuando el efecto queda atrás, se asoman los efectos colaterales: dolor de cabeza y muscular son los más comunes. Yo paso mis dedos por mi frente «odio esto, odio esta sensación incontrolable de querer ayudarlo», lo peor es que ni siquiera sé por qué lo hago pero definitivame
Bajo a Mia y la observo como sale corriendo y se acomoda en el mueble. No deja de ver a Patrick. Él también la observa divertido, luego me mira a mí. Yo me encojo de hombros, para indicarle que no tengo ni idea de que hacer en esta situación; las cosas, evidentemente no han salido como esperaba. No quería que Mia y Patrick se conociesen de esta forma, no quería que mi nombre saltará a las noticias de un día para otro.—Mia, cariño, no está bien mirar a las personas fijamente. Es de mala educación.—Pero es Capitán Fantástico— Me susurra como si Patrick no pudiera escucharnos aunque, evidentemente, lo hace —¿Es difícil?— Dice, esta vez volviendo su atención a él —Volar y esas cosas ¿es difícil?—Lo es— Concuerda él, se sienta en la mesa de madera, quedando frente a mi hija &mdas