Capítulo 11: Sergio
La mirada que me lanza Aurelio es de reproche, me será fácil acostumbrarme a esa mirada. Lucrecia aplaude y sonríe con cinismo.

—Me encanta como se hizo la dura y llamo a Aurelio primero, y tú, hermanito, eres todo un actor.

—Está hecho, se quería hacer la difícil, pero no tengo tiempo de jugar a eso, puedo ser paciente, con ella no me da la gana —explico.

—Te la quieres llevar a la cama, es todo, eres un barbarito —comenta Lucrecia y pone cara de asco.

Me levanto del sofá y miro a mi hermana a los ojos.

—Tendrás que hacerle la vida imposible, no dejes que salga de un juzgado, llénala de demandas, y quejas.

—¿Qué crees que hacía cuando apareciste? Esa mujer no puede entrar a la junta directiva de la compañía, o el vago con el que se case en un futuro. Es más, Sergio, tú deberías casarte con ella, aseguraríamos el patrimonio.

—Te adelantas, si tengo que hacerlo, lo hago.

—Debo irme, Sergio —interrumpe Aurelio.

Lo miro con desconfianza. Lo sigo hasta la salida, me fijo en que Lucrecia no
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