Un mes después.Ya he recogido mis maletas y las de Joaquín, solo esperamos a que Sergio vuele desde Berlín para venir a buscarnos. No se me hizo difícil tomar la decisión después de Lucrecia, me hiciera la vida imposible, apenas Sergio se subió al avión de vuelta a Alemania.Estoy preocupada, insegura, pero creo que es la mejor opción por ahora, necesito alejar a mi hijo de toda la maldad de Lucrecia Potenza. Será solo por un tiempo, además.Don Aurelio ha sido muy bueno conmigo, insiste en que cuente con él para lo que sea, que lo llame, me asegura que me apoyará, no tengo más que palabras de agradecimiento para él.Suena mi teléfono, es él. Sonrío.—Buenos días, princesa. Ya en Caracas.—Te esperamos, tenemos todo listo. ¿Cuándo salimos?—Mañana temprano, solo necesito descansar y arreglar algunos asuntos. ¿Firmaste los documentos?—Todos.—Perfecto, revisaré eso, dejaré algunas cosas en orden y volaremos a Berlín mañana.—Joaquín está emocionado.—Me imagino. Le tengo muchas sorpre
Despierto en la madrugada y me siento en la cama, miro el reloj: son las 4:00 am. Suspiro, en una hora deberían levantarse para que nos vayamos al aeropuerto.Me cubro el rostro con las manos, me tiene mal la forma como de verdad estaba deseando estar ya con ella, deseaba tenerla debajo de mí, sentir su cuerpo desnudo. Niego y concentro mi vista en la ventana. Sé que solo es sexo, es solo porque la m*****a está buena de verdad, me enciende como se deja hacer de todo, como parece inocente y virgen cada vez que me acuesto con ella.Cuando lleguemos a Alemania las cosas cambiarán, debería dejar de tocarla, ya no sería necesario acostarme con ella, trago salivo y suspiro para aliviar la tensión que acumula mi cuerpo. Nunca debí hacerlo en primer lugar. Evito mirarla y entro a darme una ducha fría, necesito despertar todos mis sentidos.Llevo ya los papeles que prueban que el auto de Mauricio fue manipulado, tengo las fotos de ella hablando con los mecánicos, con ese hombre misterioso, teng
Llegamos a Berlín. Sergio se ocupa de todo, a diferencia de Caracas, no hay guardaespaldas esperándolo, él se ocupa de las maletas, su auto está en el estacionamiento del aeropuerto, sube las cosas y yo miro todo alrededor con expectación, es la primera vez que salgo del país.Abrigo más a Joaquín que no deja de mirar a todos lados como un ventilador que gira, desde que bajamos no ha dicho una palabra más. Lo subo al auto para que se vaya calentando mientras Sergio sube el resto de las maletas.Me siento en el asiento de adelante y abrocho mi cinturón.—¿Mami, te gusta?—Bueno, no hemos salido del aeropuerto, Joaquín, pero se ve lindo todo.—A mí me gusta.Sergio se sube al auto.—Bueno, estamos en casa. Vamos, muero porque vean mi hogar en Berlín.A medida que el auto avanza, admiro todo con ilusión, Joaquín no se despega de la ventana y yo siento mi corazón acelerado, aquí no tengo a nadie más que a Sergio, pero en Venezuela tampoco tenía a nadie.Llegamos a una urbanización muy lind
Despierto antes que ella, me doy una ducha rápida y me visto para ir a la oficina, allí, además de mi trabajo diario, acumulo las pruebas en su contra y armo el caso con el que quiero denunciarla a la policía.Salgo del baño y cuando entro a la habitación no la veo por ningún lado. Salgo hasta la sala y la oigo en la cocina. Me asomo, está cocinando y preparando café. Me sonríe cuando me ve.—Buenos días, te preparé desayuno.«Maldita sea, se cree ama de casa, yo ya me cansé del papel de pareja perfecta y hombre enamorado».—Acostumbro comer en el trabajo, tenemos un cafetín con delicias.—¡oh! Pensé que…—Descuida, regresa a dormir.—No, haré algo, limpiar.Bufo.—Ve a dormir.Salgo de la casa y no me molesto en verla dos veces, me reprendo porque la noche anterior lo hice con ella dos veces, me había prometido no tocarla más cuando llegáramos a Alemania, porque lo disfruto, y ella también y no quiero que ella disfrute nada, y no quiero que tengamos esa relación ya. Nunca debí tocarla
Sergio acaba de llegar del trabajo, se mueve molesto por la sala con el teléfono al oído.—¿Pero qué necesitas para mandármelas? Necesito eso, sin eso no puedo avanzar, sé que me estás haciendo un favor, pero espero que entiendas de qué va esto.Me acerco a él y lo saludo con un gesto, hace un gesto con la cara y se echa sobre el sofá.—Gracias, lo espero.Cuelga y me mira abriendo mucho los ojos.—El trabajo, muy pesado, me baño y comemos.Asiento, me acerco a él y me siento en su regazo, juego con su cabello, me mira serio.—Trabajas mucho. Eres tan responsable.—¿Qué pensabas? ¿Qué mantenía el negocio con mi cara bonita?Sonrío y niego.—Quiero ser útil, quizás deba ir y ayudarte, quizás aunque sea limpiando.Se mueve molesto y se levanta, se lleva las manos a las caderas y me da la espalda.—¿Quieres ir a sentirte útil o a vigilarme? ¿Crees que me veo con mujeres y eso?—Claro que no, quiero hacer algo.—Pues ¿limpiar es lo único que sabes hacer? ¿El cerebro no te da para nada más?
Llego a la oficina y me dan la buena noticia de que por fin Rodolfo me ha enviado los videos. Cancelo todo lo demás. Sin embargo, paso el resto del día ocupándome de ambas cosas, de mi trabajo y del caso contra Amelia, como algo rápido mientras miro los videos, en uno veo que interactúa con mi hermano, mi corazón se parte al verlo en las imágenes, ríen y él le insiste para que se sienten, ella lo mira y sonríe fingiéndose tímida.Mi hermano siempre fue tan bueno, tan amable, a diferencia de Lucrecia y de mí, era mucho más amable y buena persona. Veo muchos videos desde cuando se conocieron, mucha gente entraba y salía a esa casa, veo los que me interesan, ella abriéndoles a los hombres que después vi en fotos hablando con ella el día previo al accidente.Debo conseguir a esos hombres. Ella conversa con ellos, le da acceso a la casa y le explica cosas, uno de ellos toma nota. «Está maldita». Pongo en pausa el video, no puedo ver más, decido que es tarde y que debo ir a casa, aunque en c
Dos semanas después.He estado aprendiendo alemán por internet, le pregunto a Joaquín cuando no está Sergio y me enseña, no quiero que él sepa, no nos hablamos desde esa vez que me trató tan horrible.Pienso que tomé una mala decisión, esos arranques de Sergio no me los esperaba, ya no es tierno y lindo conmigo, con mi hijo sigue siendo tan bueno como siempre, pero a mí parece que me desprecia.Reviso mis cosas en busca de mi pasaporte y el de Joaquín, no los consigo por ninguna parte, trato de recordar donde pueden estar y entonces recuerdo que él se ocupó de todo, él los tiene, bufo sintiéndome frustrada, he sido muy tonta, no nos hablamos, pero tendré que preguntarle por los pasaportes.Miro la hora, falta para que llegue a casa, últimamente prefiero que esté fuera, cuando está el ambiente es pesado, no me habla, pero se queja de todo, de que la casa no está limpia lo suficiente, que se le han incrementado los gastos, que el mantenimiento es mayor, si abro las ventanas se queja de q
Trato de concentrarme, pero no puedo. He creado un infierno tóxico en la casa que ni yo mismo me aguanto, debí ser más paciente y no tener ese arranque con ella, ese día simplemente no soporté verla después de haber estado revisando el material que Rodolfo me envío. Ahora solo me queda apresurar las cosas, terminar de recolectar la evidencia para de una vez deshacerme de ella.Recuerdo la madrugada, me rechazó, no ha querido ganarme de nuevo, parece que me tuviera miedo. Creí que intentaría endulzarme, pero no lo ha hecho, parece herida o molesta de verdad. Pienso en lo que me falta y son esos hombres, debo ubicarlos, pero no puedo viajar a Venezuela de nuevo y dejarla a ella con el niño, llamo a Aurelio para encargarle la misión.—Está bien, Sergio. Lo haré hoy mismo, cuéntame: ¿cómo está Amelia? ¿Cómo está Joaquín?—Bien, Joaquín está muy feliz aquí, habla más, es mucho más desenvuelto, ha hecho amigos, juega deportes, incluso creo que es muy popular —le cuento divertido.—Qué bueno