Desperté muy temprano, pero no me he movido de la cama, no quiero pasearme por su casa, por su habitación. Desperté con una mezcla de sentimientos, por un lado, me gustó estar con él, por el otro, fue como estar con dos personas diferentes: uno amable y otro rudo.Cierro los ojos y suspiro, siento vergüenza porque me gustó mucho como me tomó en la madrugada: decidido, sin vacilación, como si fuera suya y me reclamara, mi cuerpo estaba deshecho de deseo y placer por él, nunca nadie me lo hizo así, pero me sentí confundida, porque no parecía él. Pienso que quizás quiso enmendar lo que pasó primero, que no me molestó para nada, fue la mejor intimidad que he tenido en mi vida. Tampoco es que tuviera mucha experiencia.Se alumbra la pantalla de mi teléfono, es Carmen, por fin me ha respondido, dice que mi Joaquín aún duerme y que se divirtió mucho la noche anterior. Me preocupa mi relación con Sergio, no sé a donde vaya, no soy solo yo en la vida, también debo pensar en mi hijo.—Buenos día
Estaciono frente a la casa de Aurelio, Joaquín sale corriendo y se abraza a su madre. Habla rápido, está emocionado.—Mami, la pasé súper. ¿Puedo volver?Amelia le sonríe y afirma suavemente con la cabeza. Se suben al auto y me dispongo a llevarlos a su casa, debo volver con Lucrecia y poner en orden muchas cosas.Al dejarlos ella me sonríe con picardía y se despide con un beso en la mejilla, le dejo un beso rápido en los labios sin que Joaquín se dé cuenta. Amelia niega con la cabeza, pero sonríe.—Los dejo, piensa en lo que te dije, por favor.—Lo haré.Me subo al auto y el chofer conduce hasta la casa de Lucrecia. La llamo para avisarle que voy en camino.—¿Crees que no trabajo? Estoy en la compañía. Vente.—Voy. —Cuelgo —, cambio de ruta, vamos a la corporación.—Entendido, señor —responde el chofer.Al llegar los sentimientos se me alborotan un poco, recuerdo a mi padre, a mi madre y a mi hermano, y como solían ser las cosas antes. Comprendo que a veces soy injusto con Lucrecia, e
Un mes después.Ya he recogido mis maletas y las de Joaquín, solo esperamos a que Sergio vuele desde Berlín para venir a buscarnos. No se me hizo difícil tomar la decisión después de Lucrecia, me hiciera la vida imposible, apenas Sergio se subió al avión de vuelta a Alemania.Estoy preocupada, insegura, pero creo que es la mejor opción por ahora, necesito alejar a mi hijo de toda la maldad de Lucrecia Potenza. Será solo por un tiempo, además.Don Aurelio ha sido muy bueno conmigo, insiste en que cuente con él para lo que sea, que lo llame, me asegura que me apoyará, no tengo más que palabras de agradecimiento para él.Suena mi teléfono, es él. Sonrío.—Buenos días, princesa. Ya en Caracas.—Te esperamos, tenemos todo listo. ¿Cuándo salimos?—Mañana temprano, solo necesito descansar y arreglar algunos asuntos. ¿Firmaste los documentos?—Todos.—Perfecto, revisaré eso, dejaré algunas cosas en orden y volaremos a Berlín mañana.—Joaquín está emocionado.—Me imagino. Le tengo muchas sorpre
Despierto en la madrugada y me siento en la cama, miro el reloj: son las 4:00 am. Suspiro, en una hora deberían levantarse para que nos vayamos al aeropuerto.Me cubro el rostro con las manos, me tiene mal la forma como de verdad estaba deseando estar ya con ella, deseaba tenerla debajo de mí, sentir su cuerpo desnudo. Niego y concentro mi vista en la ventana. Sé que solo es sexo, es solo porque la m*****a está buena de verdad, me enciende como se deja hacer de todo, como parece inocente y virgen cada vez que me acuesto con ella.Cuando lleguemos a Alemania las cosas cambiarán, debería dejar de tocarla, ya no sería necesario acostarme con ella, trago salivo y suspiro para aliviar la tensión que acumula mi cuerpo. Nunca debí hacerlo en primer lugar. Evito mirarla y entro a darme una ducha fría, necesito despertar todos mis sentidos.Llevo ya los papeles que prueban que el auto de Mauricio fue manipulado, tengo las fotos de ella hablando con los mecánicos, con ese hombre misterioso, teng
Llegamos a Berlín. Sergio se ocupa de todo, a diferencia de Caracas, no hay guardaespaldas esperándolo, él se ocupa de las maletas, su auto está en el estacionamiento del aeropuerto, sube las cosas y yo miro todo alrededor con expectación, es la primera vez que salgo del país.Abrigo más a Joaquín que no deja de mirar a todos lados como un ventilador que gira, desde que bajamos no ha dicho una palabra más. Lo subo al auto para que se vaya calentando mientras Sergio sube el resto de las maletas.Me siento en el asiento de adelante y abrocho mi cinturón.—¿Mami, te gusta?—Bueno, no hemos salido del aeropuerto, Joaquín, pero se ve lindo todo.—A mí me gusta.Sergio se sube al auto.—Bueno, estamos en casa. Vamos, muero porque vean mi hogar en Berlín.A medida que el auto avanza, admiro todo con ilusión, Joaquín no se despega de la ventana y yo siento mi corazón acelerado, aquí no tengo a nadie más que a Sergio, pero en Venezuela tampoco tenía a nadie.Llegamos a una urbanización muy lind
Despierto antes que ella, me doy una ducha rápida y me visto para ir a la oficina, allí, además de mi trabajo diario, acumulo las pruebas en su contra y armo el caso con el que quiero denunciarla a la policía.Salgo del baño y cuando entro a la habitación no la veo por ningún lado. Salgo hasta la sala y la oigo en la cocina. Me asomo, está cocinando y preparando café. Me sonríe cuando me ve.—Buenos días, te preparé desayuno.«Maldita sea, se cree ama de casa, yo ya me cansé del papel de pareja perfecta y hombre enamorado».—Acostumbro comer en el trabajo, tenemos un cafetín con delicias.—¡oh! Pensé que…—Descuida, regresa a dormir.—No, haré algo, limpiar.Bufo.—Ve a dormir.Salgo de la casa y no me molesto en verla dos veces, me reprendo porque la noche anterior lo hice con ella dos veces, me había prometido no tocarla más cuando llegáramos a Alemania, porque lo disfruto, y ella también y no quiero que ella disfrute nada, y no quiero que tengamos esa relación ya. Nunca debí tocarla
Sergio acaba de llegar del trabajo, se mueve molesto por la sala con el teléfono al oído.—¿Pero qué necesitas para mandármelas? Necesito eso, sin eso no puedo avanzar, sé que me estás haciendo un favor, pero espero que entiendas de qué va esto.Me acerco a él y lo saludo con un gesto, hace un gesto con la cara y se echa sobre el sofá.—Gracias, lo espero.Cuelga y me mira abriendo mucho los ojos.—El trabajo, muy pesado, me baño y comemos.Asiento, me acerco a él y me siento en su regazo, juego con su cabello, me mira serio.—Trabajas mucho. Eres tan responsable.—¿Qué pensabas? ¿Qué mantenía el negocio con mi cara bonita?Sonrío y niego.—Quiero ser útil, quizás deba ir y ayudarte, quizás aunque sea limpiando.Se mueve molesto y se levanta, se lleva las manos a las caderas y me da la espalda.—¿Quieres ir a sentirte útil o a vigilarme? ¿Crees que me veo con mujeres y eso?—Claro que no, quiero hacer algo.—Pues ¿limpiar es lo único que sabes hacer? ¿El cerebro no te da para nada más?
Llego a la oficina y me dan la buena noticia de que por fin Rodolfo me ha enviado los videos. Cancelo todo lo demás. Sin embargo, paso el resto del día ocupándome de ambas cosas, de mi trabajo y del caso contra Amelia, como algo rápido mientras miro los videos, en uno veo que interactúa con mi hermano, mi corazón se parte al verlo en las imágenes, ríen y él le insiste para que se sienten, ella lo mira y sonríe fingiéndose tímida.Mi hermano siempre fue tan bueno, tan amable, a diferencia de Lucrecia y de mí, era mucho más amable y buena persona. Veo muchos videos desde cuando se conocieron, mucha gente entraba y salía a esa casa, veo los que me interesan, ella abriéndoles a los hombres que después vi en fotos hablando con ella el día previo al accidente.Debo conseguir a esos hombres. Ella conversa con ellos, le da acceso a la casa y le explica cosas, uno de ellos toma nota. «Está maldita». Pongo en pausa el video, no puedo ver más, decido que es tarde y que debo ir a casa, aunque en c