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Capítulo 3: Jamás amaré a alguien como tú

-¿Qué? Eso nunca pasará. ¡Jamás amaré a alguien como tú!

Como pudo apartó a Michael de su cuerpo y recuperó la compostura, no sabía exactamente que le había sucedido pero había perdido el control en un instante, eso no podía volver a sucederle o terminaría perdiendo más que su control con ese hombre que aunque era muy apuesto la había apartado del que ella pensaba era el amor de su vida, eso jamás se lo perdonaría.

(No puede ser, mis pantis están mojados. Este hombre...)

-Yo no estaría tan seguro si fuera tú, ni siquiera te besé en los labios y ya estabas gimiendo, estoy seguro que, en poco tiempo estarás suplicando porque te haga mía, pero no te preocupes no soy rencoroso, si me lo pides te complaceré, después de todo estaremos casados hasta que la muerte nos separe. Ja ja ja.

Después de haber dicho eso Michael se dio la vuelta y salió de la oficina, Sofía corrió detrás de él, aunque no quería tenerlo cerca necesitaba preguntarle algunas cosas como por ejemplo, ¿dónde se suponía que dormiría?

-Espere... Quisiera hacerle algunas preguntas, en realidad tengo muchas preguntas que hacerle pero, por ahora sólo haré las que considero más importantes. ¿Viviré aquí? ¿Dónde voy a dormir?

-¿Cómo que dónde? Vivirás aquí, esta es mi casa. Y ya que eres mi esposa dormirás conmigo en mi habitación.

-¿Qué?, ¿en su habitación?

Sofía tragó saliva, ¿acaso la obligaría a tener sexo con él? Ella jamás había tenido alguna experiencia de ese tipo, un asqueroso beso de lengua era lo más cercano al sexo para ella.

(No puedo dormir con él, ¿qué tal si intenta propasarse mientras duermo?)

(Ja. ¿Propasarme yo? Es verdad que resultaste ser más hermosa de lo que esperaba y me excita tenerte cerca, pero no soy una bestia)

-Te mostraré la habitación.

Subiendo las escaleras a mano izquierda encontraron una puerta verde olivo, al entrar una habitación completamente blanca los esperaba, no había decoraciones ni objetos innecesarios sólo una cama, un armario y un baño.

-Si no te gusta la decoración puedo ajustarla a tus preferencias, sólo pídelo y se hará. -¿No podemos dormir separados?

-Ja ja ja ¿bromeas? Claro que no. Somos esposos, marido y mujer, tenemos que dormir juntos, hacer cosas de esposos juntos como despertar juntos, ducharnos juntos, hacer el amor.

Michael dijo todo esto mientras se acercaba a Sofía lentamente como un depredador a punto de devorar a su presa, la empujó con delicadeza contra la pared agachó su cabeza y la besó en los labios delicadamente mientras Sofía sin darse cuenta cerraba los ojos.

Una sensación de paz los invadió mientras sus labios se tocaban y Sofía no tuvo otra opción que corresponder el beso. Los labios de Michael eran suaves y delgados, su boca olía a menta y su saliva era una mezcla de sabores que a Sofía le parecían deliciosos.

De repente una mano comenzó a recorrer su espalda hasta llegar a sus glúteos.

(Es otra vez esta sensación placentera que experimenté antes)

La mano de Michael recorrió suavemente sus glúteos pero no se quedó ahí, rápidamente se movió hasta sus caderas y se acercó peligrosamente a su intimidad.

-Mmm, aaah, aaah, bass.. basta, ¡mmm!.

Sofía gemía sin parar, no era su intención hacerlo, pero no lo podía evitar, el placer que le provocaba esa mano acariciando su pelvis la hacía estremecerse, cerrar los ojos y desear tener todo de ese hombre dentro de ella.

-¡Basta! No dormiré aquí, mucho menos haré el amor con usted, no me gusta, no lo deseo, es más ¡ni siquiera me agrada!

Gritó mientras empujaba a Michael hacia atrás y se acomodaba el cabello.

-Tu cuerpo no dice eso. -¡¿A quién le importa lo que diga mi cuerpo?!

-A mí me importa, porque tu cuerpo me dice que me desea, que me anhela, que suplica que me adentre en tí para saciar tu sed de placer y te libere de todas las cadenas que te impiden disfrutar del éxtasis de la carne.

Le susurró mientras apretaba su duro miembro contra el cuerpo de Sofía que intentaba volver a apartarlo.

(Resiste Sofía, por favor resiste)

-¡Mmm!. No eres la única que se siente así.

Gimió el hombre, mi cuerpo también me lo pide Sofía, te deseo, deseo tu piel, tus labios, tu lengua dentro de mi boca, tu cuerpo, deseo meterme hasta dentro de tu ser y explorar cada rincón tuyo con mi miembro, deslizarlo suavemente por tu entrada, entrar y salir una y otra vez hasta que me supliques que me detenga mientras gritas que me amas.

(Sé que acabamos de conocernos pero me excitas, no puedo evitarlo.)

-¡Aaah! ¡Mmm! ¡mmm!

Sofía tenía los ojos cerrados, sus pantis estaban mojados y sus dedos intentaban agarrarse a la pared, con sólo unas palabras ese hombre había logrado excitarla de nuevo, realmente la haría suplicar de placer si no lo detenía en ese momento.

¡Ring, ring!

El teléfono de Michael sonó.

-Tengo que contestar, regreso en momento... Mientras vuelvo, entra al baño, nos bañaremos juntos.

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