Alrededor de las cinco de la mañana despertó y salió a correr como de costumbre, cuando volvió dió órdenes a todo el mundo en especial a su Nana.

Nana, necesito que le hagas compañía a Sofía mientras trabajo, si necesita algo haz una lista y haré que alguien lo traiga más tarde, tiene prohibido salir de la propiedad, hablar por teléfono, usar la computadora, hablar con los vecinos o cualquiera que no seamos tú, Soren (el mayordomo) y yo. Ustedes también tienen prohibido hablar de ella, nadie debe saber que está aquí ni que es mi esposa, ni siquiera mis hermanos y si alguien quiere venir a verme primero debe llamar. ¿Está claro?

-Sí niño. ¿Puedo preguntar por qué tantas prohibiciones?

-Sólo es por precaución, por ahora no es conveniente que sepan que me he casado, después lo discutiremos. Infórmale a Sofía lo que te dije, quiero que le quede muy claro que no puede salir de aquí ni hablar con nadie.

Una hora más tarde, salió hacia la empresa ataviado en un traje gris hecho a la medida. Era un día especial para él y debía lucir impecable.

*En la oficina*

-¿Qué dijiste? ¿Cómo que no sabes dónde está?

¿A qué te refieres con qué se casó?

¿Su madre qué?, ¿Qué estupideces son esas? ¡Búscala!,

¡He dicho que la busques, para eso te pago!

¡No me interesa si se casó!

¿Acaso no hablo claro?, ¿es que todo tengo que hacerlo yo?

¡Te dije que la vigilaras! ¿No sé supone que eso hacías y ahora vienes y me dices con toda la calma del mundo que no sabes dónde está y que está casada?

¡Con una m****a! ¡No vuelvas hasta que no traigas las respuestas!

¡Mierda, m****a, m****a!, ¡No puede ser!, ¿qué voy a hacer ahora?, ¿por qué me pasa esto a mí?

(Porque eres un bastardo que merece sufrir.)

Dentro de una oficina el apuesto Justin gritaba fuera de sí, después de colgar el teléfono comenzó a arrojar al piso todo lo que tenía en su escritorio, libros, papeles, la computadora, todo estaba destrozado, había recibido una noticia que lo había hecho perder el control. Furioso salió de su oficina y le gritó a la secretaria.

-¿Dónde demonios está Adams? ¡Llámalo en este instante!

-No hace falta que le grites a los empleados para que te escuchen. Te recuerdo que aunque seas mi socio esta es mi empresa y somos socios única y exclusivamente porque mis padres así lo ordenaron antes de traspasarme la empresa, pero eso no te da derecho de venir a gritarle a mis empleados, ¿quieres hablar?, entonces vamos a mi oficina. Alicia, avisa a los accionistas que empezaremos la junta en media hora.

-Sí, señor.

Dijo Alicia asustada. Justin era un hombre tan apuesto como educado, nunca había insultado, o gritado a nadie, cualquiera que fuera la razón que lo puso así debía ser muy importante.

-Entra y habla, ¿qué te sucede? -...

Si no quieres hablar entonces sal, hoy es un día muy importante tengo muchos negocios que atender y no puedo perder mi tiempo contigo. Dijo Michael con voz muy seria, tenía prisa por escuchar lo que Justin tenía que decir, incluso se había arreglado especialmente para esa ocasión aunque Justin no tenía idea.

El hombre tragó saliva y habló.

-Me han robado.

- ¿Ya llamaste a la policía? Si te han robado, debes reportarlo, en lugar de volverte loco de la ira deja que la policía se haga cargo. -No puedo reportarlo, porque no es algo material. -¿Ah no?, entonces... ¿Qué es?

Se apresuró a decir Michael muerto de la curiosidad.

(No pueden robarte algo que no te pertenece, menos si no lo cuidas como se debe.)

-Me han robado al amor de mi vida. Yo... No sé dónde está, envié a alguien a vigilarla y protegerla, pero... No sé qué pasó. Sólo me dijo que cuando fue a su casa a preguntar por ella, le dijeron que se había ido con su esposo y que ya no volvería jamás.

(Vaya que la protegías bien, permitiendo que esa asquerosa rata de Irina la golpeara, pero descuida ahora yo cuidaré de ella)