Durante ese día Sofía y Michael durmieron o permanecieron acostados descansando para recuperar sus energías, sin embargo, sus estómagos comenzaban a rugir.

-Sofía, tenemos que bajar a comer algo.

-Puedo bajar a pedir algo para tí, para que continúes descansando.

-No, bajemos juntos, quiero sentarme a la mesa contigo mi amor.

-¿Mi amor?

Sofía miró a su esposo con asombro. Era la primera vez que la llamaba así.

-Sí, mi amor.

-Ja ja ja, me ruborizas...

-Esa es la intención.

-Tonto, voy a mi cuarto a cambiarme...

-No, yo voy por tu ropa.

-Pero... -No quiero que te vean así.

-Pensé que no te importaba.

-Aún es de día y tus deliciosos pezones se transparentan en esa playera. Son míos, nadie más tiene derecho a verlos.

Susurró en su oido provocando que la joven se ruborizara aún más quedando completamente muda.

-Espérame aquí

Sofía asintió con la cabeza y tres minutos después Michael llegó con un vestido corto, blanco de tirantes estampado con flores rojas y unas pantuflas en la mano.

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