Capítulo 4: soy todo tuyo...

-¿Juntos?

Sofía estaba en shock, acababa de tener un acercamiento muy íntimo con el Adonis, su alma no había regresado a su cuerpo, ni siquiera había tenido tiempo de asimilar que ese hombre tan guapo era su esposo y no el gordo asqueroso de hace unas horas y ahora el hombre le había dicho que se bañarían juntos. Eso significaba que la vería desnuda.

-¡Desnuda! Nunca nadie me ha visto desnuda, ¿acaso me hará el amor en la ducha? Pero yo jamás lo he hecho con nadie. ¿Y si me duele?

La joven estaba entrando en pánico, todas las ideas que llegaban a su mente eran aterradoras para ella, nunca había estado con un hombre, tampoco la habían visto desnuda antes, su única experiencia sexual había sido el asqueroso beso de lengua que le había dado su novio del que estaba muy enamorada, después de eso le prohibió volver a hacerlo, en aquella ocasión se había sentido sucia y ultrajada, aunque fuera el amor de su vida quien la besara no quería volver a hacer algo como eso jamás.

-¡Ya te dije que no! Resuélvelo, para eso te pago dile que firme o le romperé las muñecas.

-¿Romperle las muñecas? Si no hago lo que dice me hará lo mismo a mí.

Tras escuchar la conversación detrás de la puerta, no lo pensó dos veces y comenzó a quitarse la ropa con desesperación, era una persona muy pudorosa pero tomando en cuenta que podían romperle las muñecas, las piernas o algo peor se quitó la ropa hasta quedar totalmente desnuda y entró al baño.

Dentro del gran baño había una bañera, una regadera y un tocador de mármol, abrió las puertas y revisó curiosa, tomó unas sales de baño y las colocó en la bañera, abrió la llave del agua y esperó a que la tina se llenara. No era que le gustara bañarse en la tina de baño de alguien que no conocía, simplemente no tenía opción, no había una sola rendija en esa mansión por dónde pudiera escapar y el tiempo que llevaba soportando los maltratos de Irina le enseñó que es mejor complacer a quién tiene el poder y control sobre tí que hacerlo enojar, así que optó por complacer a Michael en lo que le pidiera, después vería la forma de librarse de él, todo estaría bien siempre y cuando no se enamorara del hombre, pero, ¿cómo podría? Ella amaba a Jacob su novio. No iba a dejar de amarlo sólo por estar casada con un hombre sexy, guapo y elegante que despertaba en ella sensaciones que jamás había experimentado.

(Ni siquiera Jacob me hace sentir así.)

Cuando la bañera terminó de llenarse Sofía entró al agua, la sensación del agua caliente sobre su piel era demasiado relajante, en un dos por tres se recostó y cerró los ojos. Estaba apunto de quedarse dormida cuando la puerta del baño se abrió de golpe.

Rápidamente cubrió sus pechos y su pelvis con sus brazos para que su esposo no la viera. Pero Michael ignoró la acción, pasó de largo hasta llegar a la regadera, se desnudó y comenzó a ducharse, la llamada lo había dejado visiblemente de mal humor, lo que menos quería hacer en ese momento era discutir con una mujer en una bañera.

(Pensé que se metería a la bañera conmigo, me salvé.)

Sofía suspiró aliviada mientras miraba por el espejo del tocador el cuerpo desnudo de su esposo que parecía esculpido por los mismos dioses, todo su cuerpo estaba muy bien marcado por el ejercicio y su piel blanca no tenía ninguna marca ni imperfección, sus glúteos eran bastante firmes y de muy buen tamaño.

(Necesitaré dos manos para poder abarcar uno sólo.)

Tenía pensamientos lujuriosos mientras se mordía su labio inferior. De pronto Michael se giró y la encontró embelesada viéndolo desnudo a través del espejo. Los ojos de Sofía se saltaron como canicas al ver el enorme miembro erecto del Adonis.

-¿Te gusta lo que ves?

Dijo saliendo de la regadera y caminando en su dirección, se detuvo frente a ella y la miró fijamente.

El rostro de Sofía cambiaba de rojo a morado mientras admiraba el miembro del hombre frente a ella, quería cerrar los ojos pero no podía, siempre pensó que la primera vez que viera un pene se asustaría o se sentiría asqueada, incluso en una ocasión su novio le propuso tener relaciones sexuales y ella se negó porque era demasiado pudorosa y no soportaba la idea de verlo desnudo y de que este la viera, no obstante, en ese momento se encontraba embelesada saboreando y admirando el firme y erecto pene de su esposo frente a ella.

Tragó saliva antes de responder, volteando la mirada hacia otro lado.

-No estaba mirando nada. Yo sólo... Estaba pensando y me perdí en mis pensamientos, no me di cuenta que usted estaba de frente.

(No es mi culpa que eso esté tan grande y quiera ser visto.)

-¡Ja!, ¿Crees que me creo eso? No es necesario que mientas, sé que te gusta lo que ves, estoy muy bien hecho y para tu buena suerte soy todo tuyo... Ja ja ja...

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