La noche era oscura y densa, con un aire pesado que presagiaba el derramamiento de sangre. Dante se paró frente a sus hombres, su rostro serio y determinado, mientras el sonido de las olas golpeando el muelle se mezclaba con el murmullo de los motores encendidos. Miró a cada uno de ellos antes de dar la orden.—Suban a las camionetas. No quiero errores esta noche. Si alguien se interpone en nuestro camino, lo matan. Sin excepciones —dijo Dante con voz firme.Los hombres asintieron sin dudar y comenzaron a moverse rápidamente. Las puertas de las camionetas se abrieron de golpe, los motores rugieron con fuerza y las armas fueron revisadas una última vez, no había tiempo para errores, sabían muy bien que Don Dante no perdonaría al que cometiera un error por pequeño que fuera.Dante se subió al vehículo principal junto a Alonzo, quien permanecía en silencio, pero con la misma determinación en la mirada.El camino al muelle fue silencioso, tenso. Todos sabían lo que estaba en juego. Da
Después de salir de las bodegas del norte, Dante se dirigió hasta su mansión, con la firme intención de celebrar un evento especial con algunos miembros selectos de su clan, por supuesto que serían los que le brindaron su apoyo y no traición.Había decidido invitar a los hombres más leales y poderosos de su organización para compartir una noche de diversión y negocios. Mientras esperaba la llegada de sus invitados, Dante subió a la habitación de Aurora, sabía que al ser ella su esposa debía estar presente para cuando el clan llegara, esa noche debía ser perfecta, al igual que el golpe que habían dado esa noche.Al entrar en la habitación, Dante encontró a Aurora sentada en la cama, con la mirada perdida en el vacío. No dijo nada, simplemente la miró con una mezcla de curiosidad y expectativa. —Vístete y baja — le ordenó finalmente, sin darle opción a réplica, se giró y salió de la habitación.Aurora se levantó de la cama como si fuese un bendito zombie y se dirigió al closet, donde
Por escasos segundos Dante se perdió en el brillo de los ojos de Aurora, algo diferente, algo distinto había en aquellos ojos azules tan profundos como el mar, él movió su cabeza y volvió a tomar su postura.Dante tomó con firmeza el brazo de Aurora, atrayéndola con una seguridad que no dejaba lugar a protestas. Su expresión era serena, pero sus ojos reflejaban algo más profundo, algo que solo ella parecía no notar. Sin soltarla, dirigió una última sonrisa a sus invitados antes de hablar con voz clara y decidida.—Me retiro con mi esposa. Buenas noches —expresó Dante a los miembros del clan, quienes llevaron sus copas e hicieron un brindis, claro está algunos solo murmuraron lo hermosa que era Aurora y lo afortunado que era él, Don Dante al estar casado con ella.Aurora sintió cómo su cuerpo se tensaba ante aquellas palabras. Abrió los ojos con sorpresa y tragó saliva, intentando procesar lo que acababa de escuchar. No pudo evitar notar la presión cálida de la mano de Dante sobre su b
Dante sonreía mientras se acercaba a Aurora, su mirada llena de intención, por hacerla suya por completo.—Esa noche, tú vas a ser mía —dijo Dante en voz baja y seductora. Pero Aurora no se intimidó. En lugar de eso, lo insultó con una serie de palabras duras, miró hacia un lado y vio otra lámpara la tomó en sus manos y lo miró fijamente a los ojos —Si no sales de mi habitación, te la pondré en la cabeza como la noche anterior —amenazó Aurora, su voz temblando de rabia. Dante se rió, pero no se movió. Alonzo, que caminaba por el pasillo, se detuvo frente a la habitación de Aurora y escuchó la conversación detrás de la puerta, una leve sonrisa se dibujó en sus labios, aún guardaba la esperanza que ella no fuera de su amigo.“Joder Alonzo, ¿Que crees que haces aquí?, ¿Acaso estás esperando a que tú mejor amigo y hermano te diga, ven y compartimos a mi esposa” dijo Alonzo en voz baja sin quitarse un milímetro de la puerta.Dante se acercó aún más a Aurora, su sonrisa cada vez más am
Dante caminó por los pasillos en busqueda de Alonzo, con su mirada intensa y su paso firme. No lo encontró en los lugares habituales, dónde él solía estar, así que decidió ir hasta la biblioteca, donde sabía que posiblemente estaría ahí. La mansión aún estaba llena de los miembros del clan, así que ese sería el mejor lugar para encontrar a su amigo.Al entrar en la biblioteca, Dante vio a Alonzo sentado en un sofá, con una mujer en sus piernas. La mujer estaba riendo y acariciando el cabello de Alonzo, quien parecía relajado y contento. Dante se enfureció al instante y se acercó a ellos.—¡Sal de aquí! — le gritó Dante a la mujer, con voz fuerte y autoritaria. La mujer se asustó y salió corriendo de la biblioteca, dejando a Alonzo solo con Dante.Alonzo se levantó del sofá y se acercó a Dante, con una sonrisa en su rostro. —¿Por qué actúas de esta manera?, pareces que estás perdiendo el control hermano. ¿Sabes que no amas a Aurora? ¿Por qué te importa tanto? —dijo Alonzo sin quita
Alonzo trato de mantener la tranquilidad, los hombres vestidos de negro lo sacaron a la fuerza, sujetándolo por los brazos. Uno de ellos le cubrió la cabeza con una capucha oscura, privandolo de la vista. Sin poder defenderse, sintió cómo lo empujaban contra una superficie metálica y lo arrojaban dentro de un vehículo más grande.La camioneta arrancó de inmediato. Durante el trayecto, Alonzo apenas podía respirar bajo la tela gruesa que cubría su rostro. Intentó forcejear, pero una mano firme lo inmovilizó mientras una voz fría le ordenaba quedarse quieto.Después de lo que parecieron horas, el vehículo se detuvo. Lo arrastraron fuera de la camioneta y lo hicieron caminar a trompicones. El sonido de una puerta oxidada deslizándose sobre rieles confirmó su temor: lo habían llevado a un lugar apartado, sin escapatoria.Cuando le quitaron la capucha, sus ojos parpadearon ante la luz tenue de unos focos sucios. Se encontraba en una bodega abandonada, rodeado por rostros inescrutables. Un
La puerta de la habitación de Aurora se abrió con un leve chirrido, y la silueta de la ama de llaves apareció. Se acercó con paso firme hasta la cama donde Aurora estaba atada, con manos cuidadosas, quitó las esposas que Dante le había colocado apenas hace unas horas y la mantenían prisionera. —Vamos, niña, necesitas darte un baño —dijo con voz suave pero firme, ayudándola a incorporarse. Su tacto era sorprendentemente gentil, como si quisiera transmitirle algo más que órdenes. —No temas, Giussepe está bien. Desde ahora trabajara aquí en la mansión para cuidar de ti —agregó con una leve sonrisa, como si sus palabras fueran un bálsamo para el miedo que aún se reflejaba en los ojos de Aurora.Aurora parpadeó, intentando procesar la información, pero había algo más que la inquietaba. —¿Dónde está Dante? —preguntó Aurora con un hilo de voz, buscando respuestas en el rostro sereno de la mujer. La ama de llaves bajó la mirada por un instante antes de volver a encontrarse con sus ojos
Aurora bajó las escaleras con el corazón latiendo con fuerza. Sus pasos eran rápidos, impulsados por una mezcla de ansiedad y esperanza. Al llegar a la sala de estar, sus ojos se iluminaron al ver a Giuseppe de pie, esperándola con los brazos abiertos. Sin pensarlo dos veces, Aurora corrió hacia él y se arrojó a su pecho, abrazándolo con todas sus fuerzas, sintiendo la calidez y seguridad que solo él podía darle.—La mia ragazza, (mi niña) —susurró Giuseppe con voz temblorosa, rodeándola con sus brazos fuertes y protectores. Giuseppe acarició su cabello con ternura, como si quisiera asegurarse de que realmente estaba allí, a salvo. Aurora cerró los ojos por un instante, dejando que su corazón se calmara con el familiar aroma del hombre que había sido como un padre para ella.Separándose un poco, lo miró con los ojos llenos de emoción. —¿Estás bien? —preguntó Aurora, buscando cualquier señal de que no siguiera lastimado. Giuseppe sonrió con dulzura y asintió. —Sí, niña, estoy bien