No muy lejos de la mansión, un hombre de traje negro se mantenía en silencio, sentado en el asiento trasero del elegante Maserati negro con vidrios polarizados. Su mirada fría y calculadora se posaba en la enorme mansión frente a él, aún tenía su ceño fruncido, no había podido ver a su objetivo, su verdadero objetivoAlzó su mirada y distinguió a varios hombres armados descendiendo de camionetas blindadas, moviéndose con rapidez. No era una simple visita, era una toma. Sus planes acababan de complicarse.Apoyó un codo en el descansabrazos y entrecerró los ojos mientras analizaba la situación. No tenía suficiente gente con él en ese momento, y enfrentarse a esos hombres sin una estrategia clara sería un suicidio. Sus dedos se movían impacientemente contra la tapicería del auto, un gesto sutil de impaciencia. Finalmente, tomó una decisión. Sin girarse, habló con voz firme y pausada.—¡Arranca! arranca de una buena vez. —El conductor asintió sin hacer preguntas, y con un giro suave de
Alonzo estaba feliz, vaya que sí, se sentó en uno de los escalones, tomó su teléfono y marcó el número de Dante con precisión, la sonrisa en su rostro estaba más grande que nunca, la vuelta a la acción había sido todo un éxito —Todo está en orden, ya puedes volver a la mansión, eso sí, te aconsejo que busques un diseñador de interiores, tu primo tiene muy mal gusto —informó Alonzo, sin necesidad de agregar más detalles. Sabía que Dante entendía perfectamente lo que eso significaba: los problemas habían sido resueltos, por ahora los traidores habían sido silenciados y la seguridad estaba garantizada.Dante escuchó las palabras de su amigo y asintió para sí mismo, aunque Alonzo no pudiera verlo. No necesitaba preguntar nada más. Confiaba en él tanto como en su propia intuición, y si decía que era seguro regresar, entonces así era. Sin más preámbulos, colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesa de madera. Una sensación de satisfacción recorrió su cuerpo.Una leve sonrisa apareció en sus
Dante caminó con pasos pesados hacia su biblioteca, con la mandíbula tensa y los pensamientos ardiendo en su mente. Apenas cruzó la puerta, cerró la puerta de un fuerte golpe, haciendo temblar todo a su alrededor. La furia latía en su pecho, pero en lugar de desatarla, se dirigió al mueble de licor, tomó una botella de whisky y sirvió un enorme trago en un vaso de cristal. Con la mirada perdida en el líquido ámbar, lo giró lentamente entre sus dedos antes de llevárselo a los labios, buscando en el ardor del alcohol la calma que no lograba encontrar.Alonzo dejó escapar un suspiro ahogado, mientras sentía el alivio en su brazo derecho gracias a las manos firmes y precisas de Aurora. Con esfuerzo, se incorporó, apoyándose en el brazo que ella le ofrecía. Sus ojos oscuros se posaron en los de ella con una gratitud silenciosa antes de murmurar: —Gracias, Aurora. No todos aquí se habrían tomado la molestia —dijo Alonzo esbozando una leve sonrisa, una rara muestra de vulnerabilidad en un
Aurora se encargó de ayudar a los hombres que aún seguían heridos. Respiró profundo, miró hacia la biblioteca y caminó con paso firme, aunque en su interior algo le decía que no debía estar ahí. Ella respiró profundo y apenas cruzó la puerta, una voz llena de furia la golpeó de lleno.—¡Lárgate de aquí! —rugió Dante, con los ojos encendidos de rabia.Aurora se quedó paralizada por un instante, incapaz de reaccionar ante la intensidad de su ira. Fue entonces cuando sintió la mirada de Alonzo sobre ella. Con un gesto sutil de la mano, le indicó que se marchara. No había lugar para ella en ese momento. Aurora trago saliva y sintiendo que el corazón se le salía del pecho, se giró sobre sus talones y salió corriendo, sin mirar atrás.Alonzo esperó a que la puerta se cerrara tras ella antes de acercarse a Dante.—Tienes que calmarte. No puedes dejar que la ira te consuma de esta manera —dijo Alonzo con voz firme, pero tranquilaDante respiro agitadamente, con las manos apretadas en los pu
El vaso de whisky se vació entre los labios de Dante, una y otra vez. La quemadura del alcohol no era suficiente para apagar la furia dentro de él, pero al menos le daba una ilusión de control. Su brazo descansaba con pesadez sobre el respaldo del sofá, mientras la mujer en su regazo le acariciaba el cuello con labios suaves y cálidos.Él la dejó hacer. No porque le interesara realmente, sino porque era más fácil perderse en una caricia superficial que seguir ahogándose en pensamientos de traición.“Maldita, fuiste muy hábil al revolcarte con Antonio sin que me diera cuenta. Ja, vaya ahora entiendo por qué el muy maldito te mato, por zorra” dijo Dante mientras llevaba un trago de whisky a su boca.La mujer a su lado sonrió, inclinándose más, susurrándole algo al oído, algo que él ni siquiera escuchó. Sus dedos fríos se deslizaron por la tela de su camisa, provocándolo, incitándolo a olvidarlo todo por un momento. Dante no pensó. Sujetó su rostro con fuerza y la besó. Un beso hambrien
Aurora temblaba aún cuando la noche estaba más oscura que nunca. El sonido del viento silbando en las ventanas y el murmullo lejano de la tormenta parecían menos aterradores que el cuerpo inerte de Dante frente a ella. Ella solo podía repetir esa imagen, sus ojos endemoniados mientras que él la ultrajaba de la peor manera. No se atrevía a moverse, pero su instinto la obligó a reaccionar. Con un nudo en la garganta y los ojos todavía empañados por el miedo, se arrodilló junto a él y alargó la mano con mucho cuidado. Sus dedos fríos buscaron el pulso en la muñeca de Dante. Durante un breve instante, contuvo la respiración, temiendo no encontrarlo. Pero allí estaba: débil, pero constante. Exhaló un suspiro entrecortado, sintiendo que algo dentro de ella volvía a la vida.—Dante… —susurro Aurora, pero él no respondió.Aurora se mordió el labio inferior, y como pudo, intentó levantarlo. Su cuerpo era pesado, su aliento olía a alcohol, y su camisa estaba desordenada. Ella no sabía cómo
La noche era oscura y densa, con un aire pesado que presagiaba el derramamiento de sangre. Dante se paró frente a sus hombres, su rostro serio y determinado, mientras el sonido de las olas golpeando el muelle se mezclaba con el murmullo de los motores encendidos. Miró a cada uno de ellos antes de dar la orden.—Suban a las camionetas. No quiero errores esta noche. Si alguien se interpone en nuestro camino, lo matan. Sin excepciones —dijo Dante con voz firme.Los hombres asintieron sin dudar y comenzaron a moverse rápidamente. Las puertas de las camionetas se abrieron de golpe, los motores rugieron con fuerza y las armas fueron revisadas una última vez, no había tiempo para errores, sabían muy bien que Don Dante no perdonaría al que cometiera un error por pequeño que fuera.Dante se subió al vehículo principal junto a Alonzo, quien permanecía en silencio, pero con la misma determinación en la mirada.El camino al muelle fue silencioso, tenso. Todos sabían lo que estaba en juego. Da
Después de salir de las bodegas del norte, Dante se dirigió hasta su mansión, con la firme intención de celebrar un evento especial con algunos miembros selectos de su clan, por supuesto que serían los que le brindaron su apoyo y no traición.Había decidido invitar a los hombres más leales y poderosos de su organización para compartir una noche de diversión y negocios. Mientras esperaba la llegada de sus invitados, Dante subió a la habitación de Aurora, sabía que al ser ella su esposa debía estar presente para cuando el clan llegara, esa noche debía ser perfecta, al igual que el golpe que habían dado esa noche.Al entrar en la habitación, Dante encontró a Aurora sentada en la cama, con la mirada perdida en el vacío. No dijo nada, simplemente la miró con una mezcla de curiosidad y expectativa. —Vístete y baja — le ordenó finalmente, sin darle opción a réplica, se giró y salió de la habitación.Aurora se levantó de la cama como si fuese un bendito zombie y se dirigió al closet, donde