Aurora se encargó de ayudar a los hombres que aún seguían heridos. Respiró profundo, miró hacia la biblioteca y caminó con paso firme, aunque en su interior algo le decía que no debía estar ahí. Ella respiró profundo y apenas cruzó la puerta, una voz llena de furia la golpeó de lleno.—¡Lárgate de aquí! —rugió Dante, con los ojos encendidos de rabia.Aurora se quedó paralizada por un instante, incapaz de reaccionar ante la intensidad de su ira. Fue entonces cuando sintió la mirada de Alonzo sobre ella. Con un gesto sutil de la mano, le indicó que se marchara. No había lugar para ella en ese momento. Aurora trago saliva y sintiendo que el corazón se le salía del pecho, se giró sobre sus talones y salió corriendo, sin mirar atrás.Alonzo esperó a que la puerta se cerrara tras ella antes de acercarse a Dante.—Tienes que calmarte. No puedes dejar que la ira te consuma de esta manera —dijo Alonzo con voz firme, pero tranquilaDante respiro agitadamente, con las manos apretadas en los pu
El vaso de whisky se vació entre los labios de Dante, una y otra vez. La quemadura del alcohol no era suficiente para apagar la furia dentro de él, pero al menos le daba una ilusión de control. Su brazo descansaba con pesadez sobre el respaldo del sofá, mientras la mujer en su regazo le acariciaba el cuello con labios suaves y cálidos.Él la dejó hacer. No porque le interesara realmente, sino porque era más fácil perderse en una caricia superficial que seguir ahogándose en pensamientos de traición.“Maldita, fuiste muy hábil al revolcarte con Antonio sin que me diera cuenta. Ja, vaya ahora entiendo por qué el muy maldito te mato, por zorra” dijo Dante mientras llevaba un trago de whisky a su boca.La mujer a su lado sonrió, inclinándose más, susurrándole algo al oído, algo que él ni siquiera escuchó. Sus dedos fríos se deslizaron por la tela de su camisa, provocándolo, incitándolo a olvidarlo todo por un momento. Dante no pensó. Sujetó su rostro con fuerza y la besó. Un beso hambrien
Aurora temblaba aún cuando la noche estaba más oscura que nunca. El sonido del viento silbando en las ventanas y el murmullo lejano de la tormenta parecían menos aterradores que el cuerpo inerte de Dante frente a ella. Ella solo podía repetir esa imagen, sus ojos endemoniados mientras que él la ultrajaba de la peor manera. No se atrevía a moverse, pero su instinto la obligó a reaccionar. Con un nudo en la garganta y los ojos todavía empañados por el miedo, se arrodilló junto a él y alargó la mano con mucho cuidado. Sus dedos fríos buscaron el pulso en la muñeca de Dante. Durante un breve instante, contuvo la respiración, temiendo no encontrarlo. Pero allí estaba: débil, pero constante. Exhaló un suspiro entrecortado, sintiendo que algo dentro de ella volvía a la vida.—Dante… —susurro Aurora, pero él no respondió.Aurora se mordió el labio inferior, y como pudo, intentó levantarlo. Su cuerpo era pesado, su aliento olía a alcohol, y su camisa estaba desordenada. Ella no sabía cómo
La noche era oscura y densa, con un aire pesado que presagiaba el derramamiento de sangre. Dante se paró frente a sus hombres, su rostro serio y determinado, mientras el sonido de las olas golpeando el muelle se mezclaba con el murmullo de los motores encendidos. Miró a cada uno de ellos antes de dar la orden.—Suban a las camionetas. No quiero errores esta noche. Si alguien se interpone en nuestro camino, lo matan. Sin excepciones —dijo Dante con voz firme.Los hombres asintieron sin dudar y comenzaron a moverse rápidamente. Las puertas de las camionetas se abrieron de golpe, los motores rugieron con fuerza y las armas fueron revisadas una última vez, no había tiempo para errores, sabían muy bien que Don Dante no perdonaría al que cometiera un error por pequeño que fuera.Dante se subió al vehículo principal junto a Alonzo, quien permanecía en silencio, pero con la misma determinación en la mirada.El camino al muelle fue silencioso, tenso. Todos sabían lo que estaba en juego. Da
Después de salir de las bodegas del norte, Dante se dirigió hasta su mansión, con la firme intención de celebrar un evento especial con algunos miembros selectos de su clan, por supuesto que serían los que le brindaron su apoyo y no traición.Había decidido invitar a los hombres más leales y poderosos de su organización para compartir una noche de diversión y negocios. Mientras esperaba la llegada de sus invitados, Dante subió a la habitación de Aurora, sabía que al ser ella su esposa debía estar presente para cuando el clan llegara, esa noche debía ser perfecta, al igual que el golpe que habían dado esa noche.Al entrar en la habitación, Dante encontró a Aurora sentada en la cama, con la mirada perdida en el vacío. No dijo nada, simplemente la miró con una mezcla de curiosidad y expectativa. —Vístete y baja — le ordenó finalmente, sin darle opción a réplica, se giró y salió de la habitación.Aurora se levantó de la cama como si fuese un bendito zombie y se dirigió al closet, donde
Por escasos segundos Dante se perdió en el brillo de los ojos de Aurora, algo diferente, algo distinto había en aquellos ojos azules tan profundos como el mar, él movió su cabeza y volvió a tomar su postura.Dante tomó con firmeza el brazo de Aurora, atrayéndola con una seguridad que no dejaba lugar a protestas. Su expresión era serena, pero sus ojos reflejaban algo más profundo, algo que solo ella parecía no notar. Sin soltarla, dirigió una última sonrisa a sus invitados antes de hablar con voz clara y decidida.—Me retiro con mi esposa. Buenas noches —expresó Dante a los miembros del clan, quienes llevaron sus copas e hicieron un brindis, claro está algunos solo murmuraron lo hermosa que era Aurora y lo afortunado que era él, Don Dante al estar casado con ella.Aurora sintió cómo su cuerpo se tensaba ante aquellas palabras. Abrió los ojos con sorpresa y tragó saliva, intentando procesar lo que acababa de escuchar. No pudo evitar notar la presión cálida de la mano de Dante sobre su b
Dante sonreía mientras se acercaba a Aurora, su mirada llena de intención, por hacerla suya por completo.—Esa noche, tú vas a ser mía —dijo Dante en voz baja y seductora. Pero Aurora no se intimidó. En lugar de eso, lo insultó con una serie de palabras duras, miró hacia un lado y vio otra lámpara la tomó en sus manos y lo miró fijamente a los ojos —Si no sales de mi habitación, te la pondré en la cabeza como la noche anterior —amenazó Aurora, su voz temblando de rabia. Dante se rió, pero no se movió. Alonzo, que caminaba por el pasillo, se detuvo frente a la habitación de Aurora y escuchó la conversación detrás de la puerta, una leve sonrisa se dibujó en sus labios, aún guardaba la esperanza que ella no fuera de su amigo.“Joder Alonzo, ¿Que crees que haces aquí?, ¿Acaso estás esperando a que tú mejor amigo y hermano te diga, ven y compartimos a mi esposa” dijo Alonzo en voz baja sin quitarse un milímetro de la puerta.Dante se acercó aún más a Aurora, su sonrisa cada vez más am
Dante caminó por los pasillos en busqueda de Alonzo, con su mirada intensa y su paso firme. No lo encontró en los lugares habituales, dónde él solía estar, así que decidió ir hasta la biblioteca, donde sabía que posiblemente estaría ahí. La mansión aún estaba llena de los miembros del clan, así que ese sería el mejor lugar para encontrar a su amigo.Al entrar en la biblioteca, Dante vio a Alonzo sentado en un sofá, con una mujer en sus piernas. La mujer estaba riendo y acariciando el cabello de Alonzo, quien parecía relajado y contento. Dante se enfureció al instante y se acercó a ellos.—¡Sal de aquí! — le gritó Dante a la mujer, con voz fuerte y autoritaria. La mujer se asustó y salió corriendo de la biblioteca, dejando a Alonzo solo con Dante.Alonzo se levantó del sofá y se acercó a Dante, con una sonrisa en su rostro. —¿Por qué actúas de esta manera?, pareces que estás perdiendo el control hermano. ¿Sabes que no amas a Aurora? ¿Por qué te importa tanto? —dijo Alonzo sin quita