CAPÍTULO 41: PRIMERA CRISISRegreso a la casa un poco en estado de shock. No puedo creer que sea tan insensible, tan imbécil. Esto me pasa por pensar que podría haber algo diferente en él, que tiene un corazón, cuando sé muy bien que Ricardo Velazco es un maldit0 diablo.—¿Los interrumpí? —me pregunta Rebecca con una risita coqueta. Por supuesto, ella piensa que eso fue un momento íntimo de pareja, y yo debo pretender que es así, porque nadie puede saber la verdad.—Ah… no, no te preocupes, él ya se iba.—Se nota que es un macho en toda la palabra, ¡Dios mío! Mándame uno así —bromea.—Estás loca —respondo poniendo los ojos en blanco. Rebecca suelta una gran carcajada y se muerde el labio, fantaseando con un hombre así. Es obvio que es solo un sueño, porque si ella supiera la verdad, no lo desearía. —Un poco, tal vez, pero, dicen que las mejores personas están locas.Entramos a la casa entre risas, tenerla aquí después de todo es un gran alivio. Le invito a la cocina a desayunar, Jul
CAPÍTULO 42: PERDER EL MIEDONunca había conducido tan rápido como esta noche. Piso el acelerador, angustiada por lo que podría estar pasando en la hacienda. Apenas y consigo pisar el freno cuando llego a la entrada. Me bajo a toda prisa y salgo corriendo directo a la zona de las caballerizas que es donde se encuentra la habitación de Becca.A medida que me acerco escucho los gritos desesperados de Becca y de la servidumbre que seguramente está intentando calmarla. Siento que mis pasos son lentos y me retrasan, como si corriera en una caminadora que no me lleva a ningún lado.Finalmente logro alcanzar la puerta. Julia y Tamara están en la entrada de la habitación, mientras que el veterinario de la hacienda trata de acercarse a ella sin mucho éxito, pues Becca lo amenaza con un cuchillo de sierra para cortar la carne. —¡Becca! —grito. Ella voltea a verme, pero solo por un breve momento, no baja el cuchillo a pesar de mi presencia.—¡Aléjate de mí! —advierte al veterinario— ¡No voy a
CAPÍTULO 43: CASI MUEROA pesar de mis protestas, el instructor me hace subir al lomo del caballo. Estoy temblando como una hoja y estoy segura de que el animal lo sabe, porque él también parece inquieto. Trota un poco hacia adelante y hacia atrás y relincha incómodo, como si no me quisiera ahí.—Ay no, no, yo creo que mejor me bajo ya —le digo al instructor—. Por favor, Hernández, esto es demasiado para el primer día.—¿Es que le tienes miedo? —cuestiona con un poco de incredulidad.—¡Sí! —admito casi con las lágrimas en mis ojos. —Bueno, está bien, pero no le va a gustar al señor Velazco.—¿Qué me importa? —susurro. El instructor Hernández rodea al caballo para ayudarme a bajar, sin embargo, en ese momento un estruendoso sonido estalla de la nada en la arena. Todo pasa en un abrir y cerrar de ojos, el caballo se levanta en dos patas, alterado y sale corriendo en círculos en la pista. Todo se vuelve borroso a mi alrededor. Pego un grito de auxilio mientras me aferro con fuerza a la
CAPÍTULO 44: ME QUIERE LEJOSUn mes después…—¡Vamos trueno! —digo arreando al caballo que estoy cabalgando. No puedo creer que haya pasado tanto tiempo, y que de verdad fui capaz de superar mi miedo a los caballos.Hago trotar al caballo a toda velocidad por la pista de arena sintiendo el viento en mi rostro y una libertad que añoraba hace tanto tiempo. Ha pasado un mes desde aquel día en que creí que casi moriría y ahora, Trueno y yo somos como los mejores amigos.No puedo decir lo mismo sobre Ricardo. Su distanciamiento hacia mí no hace más que aumentar. En salidas sociales, la empresa o cenas en público se comporta como el esposo perfecto, un caballero digno del deseo de cualquier mujer. Pero esa fachada se cae cuando estamos solos.No para de decirme que soy una inútil, que no le sirvo para nada porque en todo este tiempo no he podido obtener resultados. Revisé la oficina de Leonardo de arriba abajo y todavía no encuentro ninguna prueba que demuestre que están haciendo, o hiciero
CAPÍTULO 45: UNA REVELACIÓNEl viaje surgió tan de la nada que todos mis planes se complicaron. Esa noche apenas puedo dormir, pues me la paso hasta la madrugada hablando por teléfono con los organizadores del evento para dejarlo todo en orden. El rodeo será justo un día después de que regrese del viaje con Becca, así que no tendré tiempo para nada.Cuando amanece, me apresuro a hacer las maletas, y le cuento a Becca de las mini vacaciones que mi marido me ha regalado.—¡Es justo lo que me merezco! —exclama con un grito de júbilo.—Date prisa, tengo varias cositas que hacer antes de partir.—Yo no sé por qué todavía te sigues quejando de tu marido, si es perfecto.Le tuve que inventar la excusa de que lo estaba haciendo para darme un descanso después de haber trabajado duro en lo del rodeo y superar mi miedo a los caballos.Luego de armar mis maletas, salgo a toda prisa a la empresa para dejar a Lucía encargada de algunas cositas. Todo lo que evaluamos de los documentos encontrados en
CAPÍTULO 46: ¿QUÉ OCULTAS RICARDO?El encuentro con mi padre me dejó realmente pensativa y consternada. No dejo de darle vueltas al asunto pues la imagen que tenía de él de pronto se desmoronó.—¿Estás segura de que lo viste en el centro de rehabilitación? —pregunto a Becca.—Que sí, ya te dije. Pero la verdad es que sí lo vi hablando con un enfermero sobre venderle unas drogas que son experimentales en el mercado. Su historia parece cierta.Exhalo un largo suspiro y cambio el tema para no seguir pensando en eso.—Se supone que en media hora debemos estar en el aeropuerto. Voy a dejar el auto en la casa y nos vamos enseguida.Llego al rancho a toda prisa, para mi sorpresa el señor Díaz ya está esperándome en la entrada.—Señora Isabella, llega tarde —se queja.—Lo siento, tuve un percance. ¿Ya están las maletas en el auto?—Sí, vamos, vamos ya.—Espéreme un momento, olvidé algo importante en la casa. Solo me tomará unos minutos.—No señora Isabella, tiene que irse ahora mismo —insiste
CAPÍTULO 47: ULTIMATUMA pesar de todo, los cuatro días en la playa son justo lo que necesitaba. Me olvido de los problemas, de mi complicada relación con Ricardo y la venganza. Lo único que todavía no puedo sacar de mi cabeza es a mi hijo. Las palabras de Ricardo revolotean en mi cabeza.Había dicho que él estaba cumpliendo con su parte del trato, pero hasta ahora, tampoco me ha mostrado esos supuestos resultados.Hoy es el último día antes de regresar a Houston, y de nuevo, los problemas regresan a mí de golpe. Supongo que no puedo apartarlos para siempre.Ricardo me ha mantenido en la incertidumbre durante este tiempo, no se digna a responder mis mensajes y tampoco pretende decirme lo que estaba haciendo, aunque eso yo ya lo sé.Becca y yo pasamos el día tranquilas. Nadamos un rato en la piscina y comemos un delicioso plato marino. Me quedo dormida después de ese almuerzo en el sofá. El tiempo se distorsiona y no me doy cuenta de nada hasta que escucho un ruido extraño.Me levanto
CAPÍTULO 48: EL RODEOEl gran día finalmente llegó. Estaba segura de que podría hacerlo, pero ahora que me veo a pocos minutos del evento siento un nudo en el estómago que me impide respirar. El bullicio de la gente, el presentador animando y anunciando lo que se hará en el evento, los caballos relinchando y el golpeteo incesante de mi corazón hacen que el pánico se apodere de mí.—No puedo hacerlo —susurro, el miedo se filtra en cada palabra—. No puedo —jadeo, perdiendo el control de mi cuerpo.De pronto, siento un par de manos sujetándome firmemente por los hombros. Ricardo me hace girar y verlo directo a los ojos. Mi respiración se acelera, pero él, de la nada, sostiene mis mejillas entre sus manos, mirándome con una seriedad que hiela mi sangre.—Sí puedes hacerlo, potrilla —dice, su es voz baja y cortante. Me hace estremecer, pero al mismo tiempo me inyecta de seguridad. —No…—Sí —interrumpe con firmeza—. Si fuiste capaz de controlar a una mujer adicta que estaba amenazando con