CAPÍTULO 43: CASI MUEROA pesar de mis protestas, el instructor me hace subir al lomo del caballo. Estoy temblando como una hoja y estoy segura de que el animal lo sabe, porque él también parece inquieto. Trota un poco hacia adelante y hacia atrás y relincha incómodo, como si no me quisiera ahí.—Ay no, no, yo creo que mejor me bajo ya —le digo al instructor—. Por favor, Hernández, esto es demasiado para el primer día.—¿Es que le tienes miedo? —cuestiona con un poco de incredulidad.—¡Sí! —admito casi con las lágrimas en mis ojos. —Bueno, está bien, pero no le va a gustar al señor Velazco.—¿Qué me importa? —susurro. El instructor Hernández rodea al caballo para ayudarme a bajar, sin embargo, en ese momento un estruendoso sonido estalla de la nada en la arena. Todo pasa en un abrir y cerrar de ojos, el caballo se levanta en dos patas, alterado y sale corriendo en círculos en la pista. Todo se vuelve borroso a mi alrededor. Pego un grito de auxilio mientras me aferro con fuerza a la
CAPÍTULO 44: ME QUIERE LEJOSUn mes después…—¡Vamos trueno! —digo arreando al caballo que estoy cabalgando. No puedo creer que haya pasado tanto tiempo, y que de verdad fui capaz de superar mi miedo a los caballos.Hago trotar al caballo a toda velocidad por la pista de arena sintiendo el viento en mi rostro y una libertad que añoraba hace tanto tiempo. Ha pasado un mes desde aquel día en que creí que casi moriría y ahora, Trueno y yo somos como los mejores amigos.No puedo decir lo mismo sobre Ricardo. Su distanciamiento hacia mí no hace más que aumentar. En salidas sociales, la empresa o cenas en público se comporta como el esposo perfecto, un caballero digno del deseo de cualquier mujer. Pero esa fachada se cae cuando estamos solos.No para de decirme que soy una inútil, que no le sirvo para nada porque en todo este tiempo no he podido obtener resultados. Revisé la oficina de Leonardo de arriba abajo y todavía no encuentro ninguna prueba que demuestre que están haciendo, o hiciero
CAPÍTULO 45: UNA REVELACIÓNEl viaje surgió tan de la nada que todos mis planes se complicaron. Esa noche apenas puedo dormir, pues me la paso hasta la madrugada hablando por teléfono con los organizadores del evento para dejarlo todo en orden. El rodeo será justo un día después de que regrese del viaje con Becca, así que no tendré tiempo para nada.Cuando amanece, me apresuro a hacer las maletas, y le cuento a Becca de las mini vacaciones que mi marido me ha regalado.—¡Es justo lo que me merezco! —exclama con un grito de júbilo.—Date prisa, tengo varias cositas que hacer antes de partir.—Yo no sé por qué todavía te sigues quejando de tu marido, si es perfecto.Le tuve que inventar la excusa de que lo estaba haciendo para darme un descanso después de haber trabajado duro en lo del rodeo y superar mi miedo a los caballos.Luego de armar mis maletas, salgo a toda prisa a la empresa para dejar a Lucía encargada de algunas cositas. Todo lo que evaluamos de los documentos encontrados en
CAPÍTULO 46: ¿QUÉ OCULTAS RICARDO?El encuentro con mi padre me dejó realmente pensativa y consternada. No dejo de darle vueltas al asunto pues la imagen que tenía de él de pronto se desmoronó.—¿Estás segura de que lo viste en el centro de rehabilitación? —pregunto a Becca.—Que sí, ya te dije. Pero la verdad es que sí lo vi hablando con un enfermero sobre venderle unas drogas que son experimentales en el mercado. Su historia parece cierta.Exhalo un largo suspiro y cambio el tema para no seguir pensando en eso.—Se supone que en media hora debemos estar en el aeropuerto. Voy a dejar el auto en la casa y nos vamos enseguida.Llego al rancho a toda prisa, para mi sorpresa el señor Díaz ya está esperándome en la entrada.—Señora Isabella, llega tarde —se queja.—Lo siento, tuve un percance. ¿Ya están las maletas en el auto?—Sí, vamos, vamos ya.—Espéreme un momento, olvidé algo importante en la casa. Solo me tomará unos minutos.—No señora Isabella, tiene que irse ahora mismo —insiste
CAPÍTULO 47: ULTIMATUMA pesar de todo, los cuatro días en la playa son justo lo que necesitaba. Me olvido de los problemas, de mi complicada relación con Ricardo y la venganza. Lo único que todavía no puedo sacar de mi cabeza es a mi hijo. Las palabras de Ricardo revolotean en mi cabeza.Había dicho que él estaba cumpliendo con su parte del trato, pero hasta ahora, tampoco me ha mostrado esos supuestos resultados.Hoy es el último día antes de regresar a Houston, y de nuevo, los problemas regresan a mí de golpe. Supongo que no puedo apartarlos para siempre.Ricardo me ha mantenido en la incertidumbre durante este tiempo, no se digna a responder mis mensajes y tampoco pretende decirme lo que estaba haciendo, aunque eso yo ya lo sé.Becca y yo pasamos el día tranquilas. Nadamos un rato en la piscina y comemos un delicioso plato marino. Me quedo dormida después de ese almuerzo en el sofá. El tiempo se distorsiona y no me doy cuenta de nada hasta que escucho un ruido extraño.Me levanto
CAPÍTULO 48: EL RODEOEl gran día finalmente llegó. Estaba segura de que podría hacerlo, pero ahora que me veo a pocos minutos del evento siento un nudo en el estómago que me impide respirar. El bullicio de la gente, el presentador animando y anunciando lo que se hará en el evento, los caballos relinchando y el golpeteo incesante de mi corazón hacen que el pánico se apodere de mí.—No puedo hacerlo —susurro, el miedo se filtra en cada palabra—. No puedo —jadeo, perdiendo el control de mi cuerpo.De pronto, siento un par de manos sujetándome firmemente por los hombros. Ricardo me hace girar y verlo directo a los ojos. Mi respiración se acelera, pero él, de la nada, sostiene mis mejillas entre sus manos, mirándome con una seriedad que hiela mi sangre.—Sí puedes hacerlo, potrilla —dice, su es voz baja y cortante. Me hace estremecer, pero al mismo tiempo me inyecta de seguridad. —No…—Sí —interrumpe con firmeza—. Si fuiste capaz de controlar a una mujer adicta que estaba amenazando con
CAPÍTULO 49: ALLANAMIENTOLucía se estaciona frente a la enorme mansión de Leonardo. A diferencia de su tío, a Leonardo le gusta más el lujo y la ostentación. Lejos de los ranchos ganaderos de Houston, su casa se alza en la zona adinerada de la ciudad. Estar frente a este lugar me trae demasiados recuerdos tristes. Pensé que los había superado, pero ahora me doy cuenta de que no es tan así.Cuando me llevaron a la cárcel ni siquiera pude sacar mis cosas, todo lo que tenía aquí lo perdí; incluyendo el único recuerdo que me quedaba de mi madre. Un dije que me regaló. Suspiro, me bajo del auto mirando la imponente estructura. Un viento helado repentino me hace tiritar y eriza los vellos de mi piel.—¿Aquí vivías con tu ex? —pregunta Lucía sin disimular su curiosidad. —Sí, pero no es un recuerdo bonito —admito con pesar.—Vamos a encontrar las pruebas para hundir a ese desgraciado —dice con firmeza. Su rudeza al hablar me hace reír. Lucía saca las llaves, pero no entramos por el lado p
CAPÍTULO 50: UNA MUESTRA DE HOMBRÍARegresamos al rodeo con las cabezas gachas y una tremenda desilusión. Todo lo que hicimos no sirvió para nada. No pudimos entrar a la caja fuerte y ahora… ahora no sé qué va a pasar.—¿Estás bien? —me pregunta Becca cuando bajamos del auto.—No —susurro. Observo a Lucía que se acerca a nosotras. No puedo comentarle a Becca hasta que ella se haya ido. —Lamento que no haya funcionado Isabella —dice con tristeza.—No te preocupes. —Exhalo una sonrisa falsa—. Vuelve al rodeo, yo te alcanzo en un momento.Tomo de la mano a Becca y me la llevo a una zona donde podamos hablar con total libertad y con la seguridad de que nadie nos va a escuchar.—Antes no podía decírtelo, pero ahora que ya sabes toda la verdad, necesito hablarlo con alguien —comienzo a decir. Siento que de alguna forma estoy quitándome un peso de encima.—Dímelo, sabes que puedes contar conmigo.—Es verdad. Lo de Ricardo y yo es falso. Solo nos unimos en este matrimonio falso para cumplir